La Pirata del Oriente

El camino de Xico, por Eva Bodenstedt

Benjamín se acerca a la mesa en cuyo alrededor varios adultos juegan a las cartas. Cada uno lleva el cubrebocas puesto, ello a pesar de que no creen que sea del todo funcional, pero sí, como ejemplo para que los niños no pidan demasiadas explicaciones entre el creer o no creer que funcione, sino más bien para que las nuevas normas, reglas y precauciones en la sociedad en su conjunto, sean semejantes en el adentro como el afuera. Benjamín sabe que las partículas del virus son tan pequeñas como la misma luz, y que por un “tapa nariz y bocas”, el virus pasa de todas formas, sí quizá menos que sin, pero que en el fondo, es más la seguridad que uno siente al tenerlo puesto, además de ya sentirse fuera de lo normal, al no usarlo, sobre todo en este mes de febrero en que los contagios están altísimos, y los muertos se encaminan a los cementerios sin desfiles ni banda en las calles, apenas los mensajes en los whats de que murió fulano y mengano, y los anuncios en los altavoces del pueblo, por ejemplo, en San Agustín Etla, que si hace unas semanas fue el chico de 19 años que iba en su moto a la ciudad y en Brenamiel una camioneta lo embistió y murió, como la muerte de su padre por Covid, apenas ayer, y los comentarios de que seguramente se le bajaron las defensas para secundar a su hijo y juntarse en el mundo de las almas para estar en paz.

Benjamín mira por encima de los hombros el contenido de la tirada de uno y de otro de los jugadores y se pregunta en cual de todas está la suerte de su planeta tierra.

Viene de haber visto la película de “El camino de Xico” y su mundo interior ha girado muchos grados como para pasar por alto su contenido. Siente las ganas de estampar su puño sobre la mesa y decirle a los jugadores que hay una gran semejanza en su juego y en su mantenerse alejados y por lo tanto callados, ante las diferentes realidades que conforman la cotidianidad de una sociedad completamente manipulada. Quiere decirles que él no quiere ser idiota, que no está dispuesto a convencerse de que no puede hacer nada mas que seguirle el juego a los dueños de la destrucción del mundo, el único lugar en donde se puede vivir. Ha visto también con anterioridad, el documental sobre la vida de la chica sueca de nombre Gretta Thunberg, que intentó por todos los medios detener la marcha que iniciaron “los grandes” entre 1760 y 1840 para marcar un antes y un después en la historia de la humanidad, desencadenando cambios sin precedentes para las sociedades y la naturaleza de todo el mundo gracias al uso de nuevas tecnologías para la producción en masa, (producción en serie), teniendo como resultado La Revolución Industrial en su momento, y al día de hoy, la masacre per sé, del mundo. En la sala de cine en el pasado mes de septiembre, cuando aún no cerraba Cinemex, eran él y dos amigas con una mamá, quienes asistían como únicos, al documental de la jovencita sueca. Hoy no había visto “El camino de Xico” en el cine ya cerrado, ni tampoco estaba en la cartelera de Cinépolis, -abierto-, sino en línea[1], accesible para todos, no como un juego de cartas clandestino, cuando no se deben juntar más de cinco personas en un mismo lugar, claro, cada vez hay que estar más separados, cada vez hay que hablar menos para no contagiarse, cada vez hay que resguardarse en su guarida para no estar más cerca de la amenaza de una Catrina con una Corona llena de virus. Sin complicaciones, la película animada para niños y adultos, le había confirmado los temas que se abordaban en las sobremesas de aquellos tiempos en los que se podía comer un sábado, en conjunto con familiares y amigos. La trama era sencilla y real, él lo sabía, la historia, atroz, ya que mostraba como los gobiernos en contubernio con los intereses de los “grandes privados”, despojan a la gente de sus tierras para que éstas sean explotadas a través del fracking, ¡del mentado fracking que había escuchado decir al mesías de AMLO, cuando todos querían que ganase él, que lo iba a prohibir. De nueva cuenta, como en su propio pueblo en la costa, en la película son los capitales extranjeros los que mandan, los que explotan, los que saquean. De nuevo son los blancos, los que hablan inglés o cualquier otra lengua que no es ni el español ni las lenguas indígenas, los inversionistas, los que pretenden explotar la mina de oro que yace bajo los pies de los descalzos, de los siempre jodidos, de los que no tienen derechos verdaderos a una educación ni de sus propios usos ni costumbres. Se van tomando de la mano ellos y la clase política para pisar de nuevo, como hace más de 500 años, a los habitantes del pueblo; están coludidos los gobernantes con los explotadores; dentro de una misma nación, vive descaradamente la traición en nombre del progreso.

Benjamín estalla, sus adentros vomitan la miasma de los adultos, los que callan, los que quieren mantenerse vivos con los ojos vendados, los mudos y sordos con voz y con oídos, no actúan en unión para detener el asesinato de su única casa. ¿Y todos les creen a esos vende-patrias? Tan sencillo como en su misma escuela sucedía, sucede afuera de ella, la represión. Sabe que su madre dejó su oficio de reportera porque de lo contrario, la callarían. No sabía a qué grado podían los gobiernos callar a los demás, sí veía por el hombro de su madre en las redes, los asesinatos no sólo a periodistas, sino a los defensores de la naturaleza, pero aquello era un suceso alejado de él, en una ventana, lejos de su realidad. En la película lo mostraban al desnudo. Para detener a la oposición, el gobernador encarcela a los familiares de los defensores de esa montaña en la película, y el ejército, se presenta del lado de los adinerados, los llamados capitalistas, amenazando y sometiendo a la gente del pueblo para impedir que se organice y defienda su territorio, ese mismo que no nos llevamos cuando morimos, ese mismo que tampoco podemos defender cuando vivimos porque el fracking hace la vida más sencilla a los explotadores, a los ambiciosos, a los insaciables, provocando con ello la inevitable muerte de todo lo que vive en la tierra, las plantas, los animales, los seres vivos porque contaminan sencillamente, el agua, el aire, la médula de nuestro planeta tierra.

Basta, quiere gritar Benjamín, esparcir todas las cartas sobre la mesa y decirles que no hay un solo comodín en el Universo, que sólo hay una casa, y es la de todos. Pero nadie lo escucha, nadie lo ve, todos llevan el cubrebocas alrededor de los ojos, y no saben ya hablar.

[1] https://cuevana3.io/35811/el-camino-de-xico

https://www1.cuevana3.video/12127/el-camino-de-xico https://www.pelispe.com/pelicula/14946/el-camino-de-xico.html https://entrepeliculasyseries.com/pelicula/el-camino-de-xico/