La Pirata del Oriente

Por: Eva Bodenstedt

Sudores en las nubes

Al levantar la taza de café humeante y llevarla a sus labios, observó cómo el vaho de su bebida se parecía a las nubes que se entretejían entre el follaje de los pinos y los árboles de la región con una suavidad divina.

Estaba sentada en una terraza volada sobre la sierra madre sur de Oaxaca. Hoy parecen reventar de agua sus cuerpos verdes, se dijo y encendió las noticias. Escuchó que una joven de veinte y pico de años del norte, fisicoculturista, perdió la vida en un sanatorio al cual acudió para hacerse un cambio en su cuerpo, específicamente dejar de sudar por las axilas. ¿Será posible beber un café o té caliente cuya superficie acuosa no se transforme en vapor ante el contacto con otra temperatura? ¡Y ello creyendo que los actos no tienen consecuencias!, pensó. ¡En qué cabeza cabe!

Le sopla a su café para que se enfríe y simultáneamente se imagina a dónde se podrían ir aquellas toxinas que salen del cuerpo por los poros de las axilas si éstas son franqueadas por ejemplo, con los anti transpirantes, o bien con estas operaciones que ofrecen para que la mujer o el hombre cambie el flujo de sus ríos internos, y que su normal desembocadura, no moleste a nadie por los olores. ¡El que deje de existir es imposible!, sería como dejar de orinar o evacuar, perdón por las palabras de las íntimas abluciones. Ninguna marca de “antis” va a comunicar que el detener esos sudores en el cuerpo tienen como consecuencia el cáncer de mama. ¿Cómo decirlo? ¡Sus pérdidas serían considerables! ¿Qué hacer con el sudor que aparece en la sien, justo en donde el cabello y la piel del rostro se encuentran como la orilla de un cauce de río? Ese no tiene olor, sólo sabor a sal, como las lágrimas, por lo cual no hay tos, con un pañuelo es suficiente retirarlo.

La noticia que sigue devela que hay una corrupción en el Programa del Gobierno actual “Sembrando Vida”, mismo que invita con apoyos cuantiosos a que la República Mexicana tenga más árboles en este sexenio. “Nunca antes un gobierno había vuelto la vista al campo como éste”, dice en entrevista en Aristegui Noticias, Hugo Raúl Paulín Hernández, el Subsecretario de Inclusión Productiva y Desarrollo Rural.

1,150 millones de árboles se han sembrando en lo que va del Programa y de ellos sólo fracasará un 20%, que está dentro del margen convencional, dice, y aúna que el primer interesado en que la planta viva, es el sembrador, ya que es o será su patrimonio, una vez grande, y hará por lo tanto todo por cuidarlos, ya que depende de él que crezcan, y son frutables y maderables, lo que significa que está invirtiendo, cuidándolos, en su futura cosecha.

Pero esa cifra, pregunta la gran periodista, ¿es verdad?, una vez que su colega Daniel Blancas, (La Casa Blanca), ofrece al escucha un reportaje con una serie de informaciones en las que los mismos ejecutivos del programa le insertan a un campesino 300 nopales, en las cifras y los montos entregados, cuando él no tiene ni siquiera uno de ambos, ni dinero, ni nopal.



¡Bravo, genial! ¡¿No se nos pasará a los mexicanos una sola oportunidad para obtener beneficios de forma ilegal?! ¿De dónde viene esta acción repetida llamada corrupción? Parece que vive en nuestro ADN, pero, ¿de dónde viene? Hay una constante de “me chingo al otro porque me lo chingo; prefiero chingar a que me chinguen”, y así debe haber muchas frases que justifican, engloban, muestran de forma desnuda que lo más obvio, es engañar, y el que más y mejor engaña, es el más chingón. También se menciona que hay quienes talan lo ya crecido para recibir el apoyo de la siembra

En fin, seguir escuchando las noticias se parece vulgarmente hablando a la acción de ver un montón de caca y meterle el dedo para buscar en ella los gusanos; pero, y si los periodistas no lo hacen, ¿quién lo va a hacer? Es doblemente triste ya que al mismo tiempo de dar la noticia, uno la recibe pero no puede hacer nada con ella, ¿o sí?, y por lo tanto, pasa casi desapercibida; quizá no, uno la escucha y se siente invadido por la miasma como si ese mismo monte de excremento, lo hubiesen metido dentro de un calcetín y lo hubiera atado a un ventilador, que al girar a toda velocidad, esparce en todos lados la verdad, pero, ¿qué hace uno con ella?, ¿ir al psicólogo, tenderse en un sofá, pagar un dineral y decirle que la impotencia hace daño y no puede con ella?, ¿y después sale a la calle y se compra todo empaquetado en plástico, y lo desecha, y suma así su consumo a las islas de basura que matan el mar?

Respira hondo, el café se ha enfriado, las nubes alcanzan ya la terraza como si fuesen un mar de fondo y ellas una ola, pacífica, sí, que no se la llevará entre las “patas” como sí sucedió con dos estudiantes de 19 años, ella, y 20 él, de la UNAM de la CDMX, que esta semana pasada se metieron en la noche al mar de la costa oaxaqueña y el mar se los llevó, los ahogó, les arrebató la vida. ¿Hacia dónde están girando nuestras neuronas? ¿A dónde la inteligencia, el respeto a la otredad?

Lo siento, dice ella, pide la cuenta, apaga la radio y cierra los ojos mientras el agua salada fluye sin que la priven, por encima de sus mejillas.

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