Por: Adrián Ortiz Romero

+Antecedente constitucional, por todos negado

En realidad, sólo quienes se dedican al estudio del derecho constitucional tienen claro, por ejemplo, por qué la Plaza de la Constitución, en la Ciudad de México, tiene ese nombre. Poco reconocemos, también, que muchas de nuestras negaciones respecto al legado que nos dejó el proceso de colonización española y las instituciones políticas y jurídicas que trajeron de Europa, constituyen una de las bases fundamentales para entender nuestra conformación actual, nuestras leyes y nuestras formas de convivencia. Los mexicanos hemos vivido intentando minimizar aspectos como esos, y con ello hemos perdido la oportunidad de ocupar ese tiempo y energías en construir una nación más funcional y ordenada.

En efecto, en estos días el presidente Felipe Calderón asistió a la Cumbre Iberoamericana que se lleva a cabo en Cádiz, España. Ese encuentro tiene como marco la conmemoración de los doscientos años de la promulgación de la Constitución de Cádiz, que fue el primer documento constitucional con que contaron los españoles, pero también fue el primer documento de ese tipo en los territorios americanos, entre ellos México, que entonces se encontraban bajo el dominio español. Por muchas razones, la Constitución de Cádiz representa una base de nuestra organización política de todo el México independiente, y además es un elemento fundamental para entender los procesos políticos posteriores que vivió nuestro país.

Nosotros los mexicanos, generalmente, estamos muy poco familiarizados con la historia incluso de nuestro país, y qué decir con los acontecimientos acaecidos en otras naciones. En este tema en particular, el antecedente directo de la Constitución de Cádiz fue la invasión francesa a España en 1808, a partir de la cual Napoleón Bonaparte obligó a abdicar al Rey Carlos IV de España e instituyó en el poder a José Bonaparte.

Cuando eso ocurrió, las Abdicaciones de Bayona (territorio francés en el que se dieron las abdicaciones de Carlos IV y de su hijo Fernando VII en favor de Napoleón Bonaparte) habían creado un vacío de autoridad en la España ocupada. Pese a que los Borbones habían ordenado a las autoridades que se obedeciera al nuevo rey José I, muchos españoles se negaron a obedecer a una autoridad que se veía como ilegítima. Para llenar ese vacío y organizar la espontánea insurrección contra los franceses, se organizaron Juntas Provinciales que asumieron la soberanía del pueblo español.

Las Juntas Provinciales sintieron desde un principio la necesidad de coordinarse. Así, en septiembre de 1808, se constituyó la Junta Central que, en ausencia del rey legítimo, asumió la totalidad de los poderes soberanos y se estableció como máximo órgano de gobierno. Fruto de esta nueva situación, la Junta Central convocó reunión de Cortes extraordinarias en Cádiz, acto que iniciaba claramente el proceso revolucionario. Finalmente, en enero de 1810, la Junta cedió el poder a una Regencia, lo que no paralizó la convocatoria de Cortes.

Siguiendo con la historia, la celebración de las elecciones en situación de guerra propició que se reunieran unas Cortes con preponderancia de elementos burgueses y cultos procedentes de las ciudades que conformaban no sólo el territorio peninsular de España, sino también de los territorios americanos que eran también parte de la corona española.

Las sesiones de Cortes comenzaron en septiembre de 1810 y muy pronto se formaron dos grupos de diputados enfrentados: por un lado, los liberales, que eran partidarios de reformas revolucionarias, inspiradas en los principios de la Revolución Francesa. Por el otro se encontraban los absolutistas o “serviles”, que eran fundamentalmente partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, sociedad estamental, economía mercantilista).

La mayoría liberal, aprovechándose de la ausencia del rey, inició la primera revolución liberal burguesa en España, con dos objetivos: adoptar reformas que acabaran las estructuras del Antiguo Régimen y aprobar una Constitución que cambiara el régimen político del país.

 

REPERCUSIONES EN MÉXICO

Sin entrar en el contenido de la Constitución de Cádiz, ésta tuvo repercusiones profundas en la estructura política y el destino que tendría México. Por el territorio que ahora comprende nuestro país, fueron: Beye Cisneros por la ciudad de México; José Eduardo de Cárdenas por Tabasco; José Cayetano de Foncerrada por Valladolid de Mechoacan; Miguel González y Lastiri por Yucatán; Gordoa y Barrios por Zacatecas; Juan José Güereña por Nueva Vizcaya (Durango); José Miguel Guridi por Tlaxcala; Manuel de Llano por Chiapa; Joaquín Maniau por Veracruz; Mariano Mendiola por Querétaro; Octaviano Obregón por Guanajuato; Antonio Joaquín Pérez por Puebla; José Miguel Ramos de Arizpe por Coahuila; Josef Simeón de Uria por Guadalajara (Nuevo reino de la Galicia) y Alonso María de la Vera por Mérida.

¿Por qué hablamos de repercusiones profundas? Porque esa fue una de las raíces del federalismo mexicano, que años después llevaría a la defensa Ramos Arizpe como forma de gobierno. La razón de esto, es que al volver de las Cortes, cada uno de esos diputados provinciales se convirtió en líder político de la región que representó, y años después, cuando ya consumada la independencia se discutía si el país debía tener un régimen centralista, o uno que reconociera a cada una de las partes que conformaban el territorio mexicano, todos aquellos territorios que ya tenían su propia forma de gobierno reconocida por todos, se negaron a que desde el centro se les impusiera una autoridad administrativa, y se les negara el derecho a darse sus propias leyes, autoridades y forma de organización. Ese diferendo, de hecho, ha sido una de las razones históricas que al inicio de nuestra vida como nación independiente, abrieron la posibilidad de México se desmembrara. La solución a todo eso, fue la conformación de una República Federal como hoy la conocemos.

 

CONSTITUCIÓN FUNDAMENTAL

El zócalo de la Ciudad de México se llama Plaza de la Constitución, justamente por la Constitución gaditana. Pues cuando ésta se aprobó y el texto fue traído a la Nueva España, se decidió que la población (que era fundamentalmente analfabeta) tenía que conocer su contenido de forma oral. Entonces el gobierno instauró lectores en la plaza central de México para que leyeran en voz alta la Constitución, y el pueblo supiera los derechos que por primera vez le eran reconocidos en un texto constitucional.

Foto: Presidencia de la República