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30 de enero de 2013

Si recordamos la letra de la canción «Y sin embargo» del cantautor y poeta español Joaquín Sabina o si viene a nuestra mente «Pongamos que hablamos de Joaquín»-una canción que Eduardo Aute le escribió- bien le quedaría a Sabina la imagen de mujeriego que se le ha construido a lo largo de tantos años de carrera.

Cierto es que las mujeres han ejercido una gran influencia en sus composiciones, pues muchas de ellas han sido dedicadas a sus amores. Ejemplo de ello es la canción «Dieguitos y mafaldas», cuya protagonista es Paula Seminara, una de los amores importantes de Sabina.

Durante la grabación del disco Enemigos Íntimos (1998) Joaquín inició una relación con Paula Seminara, una chica argentina de 20 años, con la que duró poco más de un año informa el Diario Argentino Olé.

Al finalizar la grabación del disco en Buenos Aires, Sabina regresa a Madrid y aunque el noviazgo siguió, tiempo después Paula se enamoró de un chico al que conoció en la cantera de Boca, su equipo favorito.

De acuerdo a la nota publicada en Olé en noviembre de 1999, Seminara declaró «Esta canción ahora es conocida por todos. Pero él la cantó por primera vez el día que cumplí 20. Y lloré. Cien veces más la escuché y lloré. Que me haya nombrado a mí y a Boca ya es suficiente como para que me sienta la persona más feliz del mundo»



Dieguitos y mafaldas está incluida en el disco 19 días y 500 noches.

Letra:

Veinte años cosidos a retazos
de urgencias, disimulos y rutinas,
veinte años cumplidos, en mis brazos,
con la carne del alma de gallina

Veinte años de príncipes azules
que se marchaban antes de llegar,
veinte tangos de Manzi en los baúles,
veinte siglos sin cartas de papá

De González Catán, en colectivo,
a la cancha de Boca, por Laguna,
va soñando -‘Hoy ganamos el partido’–
la niña de los ojos de la luna

Los muchachos de ‘la doce’ más violentos,
cuando la ‘junan’, en la Bombonera,
le piden, a la Virgen de los Vientos,
que, le levante, a Paula, la pollera

Veinte años de mitos mal curados
dibujando dieguitos y mafaldas,
veinte vidas hubiera yo tardado
en contar los lunares de su espalda

Le debo una canción y algunos besos
que valen más que el oro del Perú,
sus huesos son sobrinos de mis huesos,
sus lágrimas los clavos de mi cruz

De González Catán, en colectivo,
a la cancha de Boca, por Laguna,
va soñando -‘Hoy ganamos el partido’-
la ‘jermu’ que me engaña con la luna

Alguna vez harán un monumento
los de la barra brava a mi ‘bostera’,
y, una ermita, a la Virgen de los Vientos,
que, le levanta, a Paula la pollera

De González Catán a Tirso de Molina, qué trajín,
de España a la Argentina, qué meneo,
qué vaivén, qué ajetreo,
qué mareo, qué ruina
¿y por culpa de quién?
del amor de una mina,
¿y total para qué?
si, al final, se rajó con un pibe,
que le prohibe a mi ex
ir a verme al Gran Rex,
cuando estoy de visita,
no sea que Paulita se ponga a llorar,
al oír su milonga,
no sea que a Paulita le dé por bailar,
al compás de la conga
y vuelva enfermita a González Catán
y no se reponga
y se ponga más loca de lo habitual,
bendita pollera,
menuda bandera para una canción
¡y qué delantera!
aquel año Boca salió campeón,
de la Bombonera,
ninguna bostera se puede quejar
aunque le sobre razón,
si pinta rameras con el corazón
y con las caderas,
le toca a Palermo tocar el balón,
‘la doce’ se altera,
le toca al gallego tocar este son
para una bostera
el año que Boca salió campeón,
en la Bombonera



 

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