Por: Luis Colunga Dabussy

La cinematografía como expresión artística, ha sido influenciada a lo largo de su historia por el desarrollo de técnicas y movimientos de vanguardia nacidos dentro del mundo del arte, tal es el caso del surrealismo, corriente que empapó de fantasía y onirismo al cine llevándolo a la máxima expresión de escenarios tan delirantes como seductores. El cine surrealista, en parte, llegó a reflejar los más recónditos, abominables y oscuros deseos del inconsciente, mientras que, también, tendía a mostrar, el contexto sociopolítico de la época, siguiendo con los principios del manifiesto surrealista.

El próximo 22 de febrero Luis Buñuel, de origen español,  cineasta surrealista por excelencia, cumpliría 113 años. Como todo ser humano, sufrió los estragos de una realidad no onírica, muriendo así a los 83 años en México, nuestro país, su país, el país que él tanto amó, que le adoptó y del cual recibió varias patadas en el lomo. Realizó un total de 32 películas, algunas tan soberbias como aclamadas por la crítica más esnobista de Europa, otras repudiadas, olvidadas e incluso, bastante malas.

Fue el majestuoso giro que dio a los papeles femeninos, dentro de sus películas, el que causó, en gran parte, el escándalo, ahora convertido en fama, lo que amerita un análisis de su obra. La imagen de sus protagonistas mujeres, fue llevada al extremo y descontextualizada de tal forma que el rol típico femenino, fue reemplazado y aniquilado por la figura de una mujer en búsqueda de placer, imagen que, hasta ese entonces, el cine se había negado, rotundamente, a proyectar, una mujer que desea tanto o más que un hombre.

Sus dos primeros filmes Un chien andalou y L’âge d’or, ambas realizadas en Francia, fueron censuradas durante varios años, aunque al final se les considerara dos de las más grandes joyas dentro del cine y las mayores representantes de la obra fílmica surrealista. La mayoría de su trabajo siguiente lo realizó en México, recién empezada la década de los 50 estrenó Los Olvidados, la película fue objeto de un total repudio y de inmediato, fue retirada de las salas de cine mexicanas, sin embargo, en Europa fue acogida con gran éxtio

En Los Olvidados, Buñuel hace un crudísimo retrato de uno de los grupos más vulnerables en nuestro país, la gente pobre, aunque no solamente relata la historia de aquéllos que no han sido empañados con la sombra de la burguesía, sino que también, incorpora la idea de una infancia dolorosa, cruel y desdichada. Además, el director transgrede el papel tradicional de mujer y de madre, ambas en una sola, trasladándolo a una realidad innegable, la de una madre sexuada que desea y busca placer, es decir, el rol de madre, que tanto había sido enaltecido como la figura proveedora de amor y de máximo respeto, quedó hecho trizas ante la figura de una mujer que seduce, con sus hermosas piernas, a un jovencito delincuente que bien podría ser su hijo. Sin saberlo, Buñuel hizo una especie de reivindicación del género femenino al mismo tiempo que construía las más esenciales características de las mujeres protagonistas de sus futuros filmes.

 

La combinación de santa y virgen queda devastada en Viridiana, los actos de una mujer cuyo único fin es servir tanto a Dios como al prójimo la envuelven en una serie de situaciones llenas de pestilencia y violencia que, finalmente, llevan a una mujer, a punto de ser monja, a mirarse en el espejo, siendo capaz de reconocerse atractiva e inspiradora de las más bajas infamias. Se presenta una vez más, a una mujer, interpretada por Silvia Pinal, que cede ante una innegable parte de sí misma, su sexualidad.

 

La clase alta no quedó exenta de ser retratada por el ojo de Buñuel; Catherine Denueve, musa europea, desempeña un papel exquisito en Belle de Jour, mujer que lo tiene todo, materialmente hablando, se arriesga y se aventura en aras de satisfacer los deseos, que a las mujeres de su clase, les son censurados. En esta película, la expresión de la sexualidad en una mujer burguesa, no es consecuencia de la represión, sino del hastío de una posición socialmente cómoda y sobre todo, de la utilización de la misma como principal herramienta para hacer cumplir sus fantasías plagadas de erotismo.

 

 

Luis Buñuel hirió la sensibilidad de derechistas y puritanos bajo los estatutos del movimiento surrealista, plasmó un particular fetiche hacia los pies en la gran mayoría de sus películas, transgredió los altos valores religiosos (Nazarín), hizo mofa del estancamiento en la vida de las clases sociales altas (El ángel exterminador y Le charme discret de la bourgeoisie), fue un hombre que se atrevió a echar mano de la sexualidad humana como reflejo del inconsciente y parte inherente de la persona, haciendo de la mujer una musa hambrienta llena de deseos y pasiones incontenibles. Un hombre que pese a todo, a palabras de su pareja, le causaba temor aplastar una araña.