Por: Omar Alejandro Ángel

Si el acto por sísolo me resultaba una completa locura, con mayor razón el pensamiento no podíaser más que una banal y completa estupidez. Sin embargo, es éste la razón detodo, al menos de este todo. Raíz… raíz, ¿recuerdas? así intentábamos darsolución a aquello que nos enfrentaba. Éramos tan analíticos, buscando siemprela razón causal de las cosas, la raíz. Recuerda. Esa noche. Esa noche tú noestabas -ni existías aún- pero yo te necesitaba y sabía que llegarías, queestábamos ahí, aquí, donde fuera, por y para nosotros, ¿me entendés? ah qué bonito que suena ese acento. Esedía. Ese noche me faltabas y todo se cerró, ¿sabes? así que se me hizo tanfácil que no escatimé en riesgos y consecuencias inherentes a verter el alma enminúsculas lunas blancas, o que ellas se vertieran en mi, ¿qué diferenciahabía?, ¿existe la diferencia? ¿existe algo? y entonces cedí. Lo demás resultainnecesario contar porque, ¿sabes?, a lo que quiero llegar -si es que existealgún punto al cual llegar, o del cual partir- no es más que (y vaya que conesto me doy cuenta que lo analítico nos marcó) la raíz. Pero, querida, ahora esdistinto. Estoy seguro que disfrutaste cuando jugábamos y pasábamos horasenteras en el éxtasis que representaba el desmenuzamiento del mundo. Sé muy bienque sentirte dueño del mundo te volaba la cabeza, a mi me pasó, en su momento.Pero, como te decía, ahora todo es distinto. Ahora, la raíz me ha llevado anada más que enfrentarme conmigos,caigo en la cuenta de que no soy más que un conglomerado, un cocktail depersonalidades y que, tarde que temprano, tenían que consumirme. Pasa(carajo, qué difícil resulta poner orden atantas ideas de mis conmigos) que cuando las lunas estuvieron sobre mí o yosobre ellas, recuerda… me perdí en mi universo, o simplemente en mí. Pasa queme parece que no supe cómo regresar o más bien no quise hacerlo; me doy cuentaque todo es tan ambiguo, vos, tú, sos, eres, tan ambigua que incluso dudo detu, nuestra, existencia. ¿Volví acaso? ¿y si me quedé postrado en cama, piso, cielo,nada? Y, te decía, ¿existe acaso algo? Cuando soy una media arrinconada alfondo del placard me siento cálido,con ayuda de unas manos perdidas; cuando,etílico, amo en poesía, me resulto tan fugaz que el pensamiento mismo desvanecey nada ocurre, pienso ¿Ocurre acaso algo? ¿Deberíaponer aquí punto y seguido o aparte? ¿Por qué el párrafo? ¿Porqué la lengua?Claro, con ella me es más fácil describirte, crearte. [“Y he aquí que unabuena mañana, después de una noche de preciosos sueños y delicadas pesadillas,el poeta se levanta y grita a la madre Natura: Non serviam”], dice la vozsentada detrás de mis pupilas. Y, sabes, no sé bien a donde va ni a dondepretendía llegar esto. Siento que es y no a la vez. Adiós, es mejor adiós quien mucho se despide, pocas ganas tiene deirse, decían. Sí, los cuerdos, los reales ¿qué era real, entonces? Amo ydetesto contemplar la luna y el sol en el mismo cielo, en el mismo momento;detesto la sinestesia de mi vida ¿o elque la detestaba era algún conmigo? Buscar inmediatos es de ingenuos,decían. ¿Soy, acaso, el creador mismo? ¿O se decía-escribía Creador?Maldita, MALDITA en verdad bendita literatura. Maldito y estúpido yo,malditos conmigos. Nos absorbieron los otros creadores, las letrasmismas. Adiós a eso. Hola aquello. Adiós. Hola. Adiós.

¿O vuelvo, mejor? ¿Vuelvo adónde,carajo?…

 

*Sí, esquizito. El lector entenderá y perdonará los errores (palabrasjuntas) que la máquina o la locura realizan al texto.