eloriente.net

11 de octubre de 2013

Por: Adrián Ortiz Romero

+ En Santa Lucía, la manipulación es la constante

+ Protesta por gasolinera enmascara un lío político

Hasta la tarde de ayer, vecinos de la colonia 25 de enero, en el municipio conurbado de Santa Lucía del Camino, tenían más de un día entero bloqueando una importante arteria vial que sirve de acceso al Fraccionamiento El Rosario y otras colonias aledañas, y que cumple también la función de desahogo vehicular para toda la zona sur del casco urbano de la capital oaxaqueña. La protesta no es legítima: está llena de manipulaciones y conflictos políticos disimulados, que si bien hacen insostenibles los actos de molestia, a los ojos de muchos tienen justificación a través de un conjunto de argumentos que son inexactos, manipulados y falaces.

En efecto, desde la tarde del pasado miércoles, vecinos de la mencionada colonia mantienen un bloqueo en la Avenida Hornos, en protesta por la instalación de una gasolinera. Los colonos inconformes exigen que las autoridades federales de la Profepa, de Semarnat, así como las autoridades estatales de Ecología, clausuren la obra.

Los vecinos aseguran que esta obra “pone en riesgo” a los habitantes de la colonia 25 de Enero, El Chamizal y Calicanto, de Santa Lucía del Camino, y la colonia Rancho Nuevo, perteneciente a San Sebastián Tutla; así como también que la estación de servicio generará contaminación del Río Salado. Incluso, justifican sus acciones en el hecho de que la gasolinera se encuentra cerca de varios centros escolares, y reprochan al edil de Santa Lucía del Camino, Pedro Cabañas, el haber otorgado la licencia de construcción de la citada obra.

¿Son sostenibles estos argumentos? Podríamos afirmar que sí, aunque sólo a la luz de la manipulación de la que han sido objeto vecinos y autoridades para alimentar una disputa política entre los dos grupos que durante tres años se han disputado la titularidad del poder municipal en Santa Lucía, y quizá también en la ambición de ver qué beneficios pueden sacar de esta “espontánea” oposición a la construcción de la estación de servicio.

Veamos el primero de los argumentos: los vecinos pueden exigir, incluso a través de un bloqueo, que autoridades estatales y federales encargadas de la protección y vigilancia al medio ambiente, clausuren la obra. ¿Pero qué pasará si dicha estación sí cumpliera con las normas que solicitan no sólo Profepa, Semarnat, el Instituto de Ecología del gobierno estatal, o el propio Cabildo municipal, sino también con las que exige Pemex para el otorgamiento de la franquicia, que ya tienen los constructores de la gasolinera?

Queda claro que la exigencia de una clausura por simple capricho o exigencia popular, es tanto como suponer que la legalidad puede quedar sujeta a lo que diga una supuesta mayoría. De hecho, eso fue lo que intentó el grupo de regidores que encabeza Omar Blas, cuando hace algunas semanas clausuraron la obra: su orden no aguantó ni el pase por el menor tamiz de la constitucionalidad de sus actos.

El segundo de sus argumentos es igualmente ridículo: dicen que la obra, en sí misma, pone en riesgo a los habitantes de varias colonias. Frente a todo eso tendríamos que preguntarnos, y quizá también hacer una consulta de información a Pemex: ¿en los últimos años, cuántas estaciones de servicio han explotado, en el país, a causa de riesgos inherentes a los depósitos, tanques, bombas despachadoras de combustible y demás? La respuesta es ninguna, porque la explosión de una gasolinera provocaría, en efecto, una catástrofe de la que no nos hemos enterado por los medios, ni una sola ocasión, en los últimos años. Incluso, ni siquiera los resultados del potente buscador Google pueden dar cuenta de un hecho como ese en México.

El tercero de los argumentos es todavía peor: que la gasolinera contaminaría el Río Salado. Ante esto debemos preguntarnos: ¿acaso hay un afluente más contaminado en todo Oaxaca que ese? Si los habitantes están tan preocupados por la contaminación de las riberas de ese río, por lo primero que debían de protestar es por las cotidianas descargas de aguas negras, que media metrópoli vierten a diario sobre el Río Salado. Además, suponer que habría contaminación por filtraciones en los depósitos de combustible constituiría un riesgo que no se conoce en otras gasolineras, y que el mismo Pemex no permitiría en ningún sitio del país.

Por todo eso, la clave de esta protesta se encuentra enmascarada por esos argumentos falaces, pues en realidad por lo que están enojados vecinos, líderes vecinales, oportunistas políticos, y hasta grupos partidistas, es porque el impresentable edil Pedro Cabañas fue quien autorizó, solo, la construcción de esa gasolinera; y porque todo lo que sirva para oponerse a su gestión es útil en una disputa que es política.

MANIPULACIÓN

No extraña que voces ocultas sean quienes hayan ido a azuzar a los vecinos de esas colonias para que reforzaran la protesta. A muchos les hicieron creer que esos argumentos son legítimos y son sostenibles. Por eso no falta quien verdaderamente se encuentra protestando teniendo como preocupación que un día la gasolinera vaya a explotar, o vaya a provocar contaminación al medio ambiente, o sea un foco de problemas para los vecinos.

Sin embargo, en realidad lo que está ocurriendo con ese supuesto “despertar ciudadano” es que los mismos actores y grupos que iniciaron este problema (los afines a Cabañas), y quienes están alimentando la inconformidad de la ciudadanía (Omar Blas y su grupo), lo que están buscando es que la ciudadanía de Santa Lucía se centre en ese problema y deje de ver muchos otros que se encuentran en un grado similar o peor de desatención y riesgos para la población, pero que como son de corresponsabilidad de ambos grupos, no quieren que sean notados por los habitantes.

No decimos nada nuevo: ¿los habitantes de Santa Lucía tienen presente que su municipio se convirtió, en tres años, en una especie de “zona roja” para la capital oaxaqueña? ¿Sí ven que en ese municipio, en esta administración, proliferaron como nunca los bares, centros “botaneros”, cantabares, prostíbulos, casas de citas y demás lugares que ofrecen todos los servicios que no se toleran en la capital oaxaqueña?

MUNICIPIO EN DESGRACIA

Eso, seguro, no lo ven. Es así porque hasta hoy nadie ha protestado por todos los vicios que se anidan en Santa Lucía. Y lamentablemente, la manipulación es la que está ganando esta partida a través de una protesta que realmente es poco sostenible, pero que hoy ocupa la atención de la ciudadanía por los daños que está ocasionando, impunemente, a miles de personas.

 

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