eloriente.net
12 de noviembre de 2013
Por: Adrián Ortiz Romero
+ Cultura en Oaxaca: el futuro sigue esperando
+ Sistema institucional de cultura ¿lo revivirán?
Hoy que ya es secretario de Cultura y Artes del Gobierno de Oaxaca, Francisco Martínez Neri debería explicar, con detalle, cómo iniciará el proceso de reconstrucción del sistema institucional de cultura de la entidad, que por años ha estado abandonado y ha sido arrollado por los promotores culturales privados, que hoy no sólo llevan la delantera en esas actividades, sino que también son imitados por el sector oficial, que a través de mera parafernalia intenta imitarlos, dejando de lado las tareas que deberían ser el centro de su atención.
En efecto, en Oaxaca el acceso a la cultura y los bienes y servicios culturales constituyen una garantía constitucional, que no se ve materializada en la realidad. Quizá en la última década, el sistema de promoción cultural del gobierno estatal se ha dedicado únicamente a financiar proyectos, y a imitar y secundar a los promotores privados que tienen grandes capitales para el fomento cultural. Esto no tendría algo de malo, si no fuera porque en ese afán de competir con los grandes mecenas culturales, el Estado dejó de lado temas que le son exclusivos, pero que quedaron relegados al no ser escaparates para el lucimiento de funcionarios o figuras que hicieran parecer a Oaxaca algo distinto de lo que es. ¿De qué hablamos?
De que, en una primera vertiente, en los últimos años el sistema de cultura del Gobierno del Estado se ha dedicado a seguir las coordenadas que han marcado los dos grandes mecenas culturales en la entidad. Uno de ellos es el filántropo Alfredo Harp Helú, y el otro es el artista plástico Francisco Toledo. ¿Qué ha ocurrido? Que ellos, gracias a su capacidad económica y su ascendencia en el ámbito cultural nacional e internacional, han demostrado estar en posibilidades de financiar, solos, centros culturales, museos, escuelas de artes y un sinnúmero de actividades culturales, que ponen a Oaxaca en el centro de atención nacional, pero que lo hacen al margen de lo que el Estado pueda hacer en ese mismo ámbito.
¿Qué ha hecho el Estado? En los últimos años, Estado se ha dedicado únicamente a imitar a los promotores privados de actividades culturales, olvidando toda posibilidad de fungir (y de hecho así debería ocurrir) como un gran articulador de toda la actividad cultural en la entidad, generando sinergias con todas las instituciones públicas de planeación, de fomento y difusión de la cultura, centros de enseñanza, medios de comunicación estatales y centros de difusión de actividades culturales.
Así lo apuntábamos hace meses (ver Al Margen 18.02.2013), cuando afirmábamos que esa falta de coordinación la podemos ver en cuestiones como el hecho de que aún cuando no existen vasos comunicantes entre la Seculta y las instituciones educativas de todos los niveles para efectos de promoción y fomento cultural, sí se financian proyectos de gran fulgor como la Orquesta Sinfónica de Invierno (que tiene una sola presentación anual en el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, y que tiene para el Estado un costo de varios millones de pesos), o la Orquesta Esperanza Azteca, que a pesar de ser un proyecto de Fundación Azteca, es financiado casi en su totalidad por el Gobierno del Estado.
DRAMÁTICO OLVIDO
En los últimos meses se ha llevado a cabo algo que la Secretaría de Cultura ha denominado como “cambio de imagen de la Biblioteca Pública Central”. Este sitio —que debía ser el gran punto de encuentro de las actividades culturales de la capital, y emblema del sistema institucional de cultura— ha estado olvidado por años, y eso incluye tanto sus instalaciones como el acervo bibliográfico del que no hay noticias específicas de en qué condición se encuentra, pero que sin duda está lejísimos de ser el más importante (la del IAGO es exponencialmente superior a cualquier otra biblioteca en la entidad) o el mejor preservado del Estado.
El proyecto de Seculta para renovar su imagen consistió —según un comunicado de la propia dependencia emitido el pasado 29 de octubre— en la entrega de 10 mesas redondas, 60 sillas de visita, 20 mesas para cuatro personas, 14 escritorios para computadoras, 11 computadoras de escritorio, 6 sillones individuales, 2 archiveros, una impresora multifuncional y un escáner profesional. En el mismo boletín oficial se reconoce que en los últimos 15 años el inmueble que alberga la Biblioteca Margarita Maza de Juárez “no había sido objeto de intervenciones para mejorar su imagen y optimizar la atención que brinda a miles de usuarios…”, pero que “el año pasado se entregó la rehabilitación total de los baños y de las instalaciones sanitarias; este año se cambió la pintura de pasillos y salas de la Biblioteca”.
Olvido similar ocurre respecto a las Casas de la Cultura, que sólo reciben recursos federales (testimoniales) que muchas veces no alcanzan ni para costear su operación y equipamiento; con la Orquesta Sinfónica de Oaxaca, que está incompleta y debe subcontratar músicos cada que tiene una presentación importante; o la Orquesta Primavera, a cuyos integrantes la Seculta decidió darles dos meses de vacaciones ante la imposibilidad de conseguir un espacio digno para que éstos llevaran a cabo sus ensayos y la preparación de sus presentaciones.
Caso aparte es el Centro de Iniciación Musical de Oaxaca, al que Martínez Neri dice que pondrá especial atención durante su gestión como titular de la Seculta. ¿Qué pasa con el CIMO? Que desde hace algunos años funciona en un sitio impropio, y en condiciones poco decorosas, respecto a lo que debiera ser la institución formativa de las nuevas generaciones de músicos en la entidad. Hoy, lamentablemente, el Gobierno del Estado no tiene dinero ni para reparar las antiguas instalaciones del CIMO, y mucho menos para llevar a cabo el proyecto original, que consistía en construir una nueva sede, que cubriera todas las necesidades de un centro como ese.
CULTURA DEL ESTADO
En Oaxaca se encuentran varios museos que están considerados como de los más importantes del país. Casi todos son privados. El Estado sólo tiene dos: el del Palacio (que funciona a medias) y el de los Pintores Oaxaqueños, que prácticamente no tiene obra de artistas locales. Esos son botones de muestra de por qué el Estado debe recuperar su función como articulador del sistema institucional de cultura, que hoy no existe. Debe dejar la parafernalia y ocuparse de las bibliotecas y de las casas de cultura de todo el territorio estatal, de las orquestas y de todo lo que no es del interés de Alfredo Harp o de Francisco Toledo.
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