Televisión: la comedia se nos acabó

eloriente.net

29 de marzo de 2014

Por: Adrián Ortiz Romero

+ Televisión: la comedia se nos acabó

+ Humor blanco, albur… y luego nada

Abundan las personas que hoy en día critican el humor ocupado por Roberto Gómez Bolaños en sus viejos programas de comedia como El Chavo del Ocho, o Chespirito, asegurando de forma convencida que distintas formas de retraso mental de los niños, jóvenes y adultos jóvenes mexicanos tiene como origen haber sido aficionado a esos programas. La gente de hoy no alcanza a distinguir que si la sociedad mexicana cambió y el chiste tonto lo sustituyó con el albur, es gracias a otros personajes que no pasan por la báscula de los tontos o del retraso mental con el que califican injustamente el humor utilizado por Gómez Bolaños. ¿De verdad estamos conscientes qué vemos en la televisión abierta mexicana?

La pregunta no es ociosa. Pues esta cuestión pasa por varios filtros, que van desde el hecho de que a pesar de la supuesta apertura democrática en México sólo existen dos cadenas nacionales de televisión, hasta la circunstancia nada envidiable de que en México preferimos mil veces ver la televisión que realizar otro tipo de actividades como hacer deporte, leer un libro… o trabajar. Datos duros relevan que en nuestro país no toda la gente que está en situación de trabajar, lo hace; que los mexicanos tenemos graves problemas de obesidad y sobrepeso derivados de la poca disposición a hacer ejercicio; y que la gran mayoría no alcanzamos a leer más de dos libros al año.

¿Si los mexicanos no estamos acostumbrados a hacer esas actividades, qué nos queda? Sólo ver la televisión. Y en otros países, como en el nuestro, las producciones televisivas tienen tan mala fama que hasta crean referentes. Basta recordar lo que afirmaba la ex candidata presidencial del PT y analista política Cecilia Soto, en un artículo denominado “El primer beso en serio y la competencia”, publicado en Excélsior en febrero pasado, sobre su experiencia comprobando las referencias de las producciones televisivas mexicanas.

“’La trama de esa película es tan cursi y poco creíble que parece telenovela mexicana’. Así de sopetón me topé con la mala fama de la televisión mexicana en Brasil –afirmaba Cecilia Soto. “Novela meshicana” —los brasileños omiten el prefijo tele— es la expresión a la que se recurre cuando alguien cae en lo melodramático. Cursi, ramplón, de no creerse, de estética exagerada y anticuada: todo eso puede abarcarse con la expresión novela meshicana.”

¿Queremos otros ejemplos? Vayamos al de la comedia, y lo mucho que se engaña, y lo poco que se hace. El malo, y a la vez el ídolo de todos en México, es Roberto Gómez Bolaños. Hay quienes dicen que sus programas provocan atolondramiento, retrasos o problemas. Pero lo cierto es que, como todo placer culposo, todos hemos visto docenas de veces los mismos capítulos del Chavo del Ocho y hemos reído hasta el cansancio, aunque muchos de nosotros neguemos en público esa afición y hasta nos atrevamos a decir que nunca, que ni de niños vimos esos episodios, y que esa es la razón principal por la que no tuvimos problemas de aprendizaje y por ende fuimos exitosos en la vida.

¿Pero qué hay de los demás? Porque a pesar de que apenas el año pasado Eugenio Derbez cautivó otra vez a los mexicanos con una película (No se aceptan devoluciones) que tiene todas las características de la “Novela meshicana” (es decir, cursi, ramplón, de no creerse, de estética exagerada y anticuada), él es uno de los responsables de que aquel humor de Chespirito haya quedado relegado, y se haya transformado en el albur como forma de hacer reír a las personas. Derbez, sí, además de Jorge Ortiz de Pinedo, quien con La Escuelita de Jorge, y su personaje “Jorgito del Masojéis”, le dio a todos un nuevo conjunto de herramientas para que todos trataran de alburear a todos.

LA TRISTE REALIDAD
Ellos, sin embargo, son los reyes de la comedia en México, a pesar de que ninguno de los tres produce actualmente programas importantes de comedia y, sobre todo, contenidos de calidad que pudieran innovar ante un público exigente. Esto último no existe. Y por ende la necesidad de hacer mejores cosas, tampoco. Por eso, lo más crítico de todo se centra en el hecho de que son los reyes de la comedia pero gracias a repeticiones que abarcan horas y horas de los contenidos que se transmiten en la televisión abierta. Y los datos son casi escalofriantes. Veamos.

El periodista Juan Carlos Romero Puga sostiene, con datos, que entre los programas de Derbez y Chespirito, la televisión mexicana invierte más de transmisión a la semana. “La sobreexplotación de los proyectos más rentables –sostiene- se mantiene como la principal estrategia. Dos comediantes, Roberto Gómez Bolaños Chespirito y Eugenio Derbez aparecen en pantalla 71 horas a la semana dentro de la parrilla de programación de los canales 2 y 5 de Televisa, además de Distrito Comedia, Comedy Central, Tiin y Cartoon Network, en televisión de paga. Jorge Ortiz de Pinedo, es responsable como actor y productor de otras 22 horas semanales de repeticiones.

“La inversión en nuevos contenidos de comedia por parte de Televisa es de apenas hora y media a la semana. Treinta minutos corresponden de un programa conocido como Stand Parados, que intenta capitalizar el momento de auge del stand up comedy en México y de alguna manera ser una prueba piloto para adaptar eventualmente el formato a la televisión abierta. El espacio ofrece a la empresa la posibilidad de competir con Comedy Central por un público familiarizado con el stand up, con el atractivo adicional de no tener que pagar por un equipo creativo y un elenco fijo, sino alternar a comediantes autores de su propio material.

“La tv restringida pareciera permitir más libertad con los temas y el lenguaje empleado, pero la comedia de este tipo no está produciendo talentos con la velocidad y el volumen que la dinámica de comercialización requiere. Aun así, el riesgo es mínimo, igual que retransmitir un maratón de Eugenio Derbez o programar once veces al día los capítulos de 1976 de El Chavo del 8.”

CUESTIÓN CRÍTICA
Da risa creer que alguien pueda sufrir daños cerebrales por ver a Chespirito. Sin embargo, si ese es un extremo, el otro es que una empresa pueda transmitir tantas horas seguidas un mismo programa, debido a la demanda de sus clientes. ¿Qué sería de alguien que ve noticieros todos los días, o alguien que sólo se la pasa viendo documentales, o quien sólo ve telenovelas? En eso se basa, se supone, la oferta. Eso quizá exista, sí, pero no en México. La prueba está en Derbez y Chespirito.

Foto: Algunos derechos reservados por Eneas

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