eloriente.net
9/junio/2014
«Dedicado a todas las personas valiosas y las que estamos en el camino de serlo»
“Que alguien te quiera te fortalece, pero que tú quieras a alguien te convierte en una persona valiosa”, Lao tze.
Para amar hay que empezar por aprender a dar y nadie da lo que no tiene y no me refiero a cosas materiales, me refiero a la convivencia armónica, la que no hace ruido y que funciona como el aire, sin ser notado pero que es imprescindible; como nuestra banda de música, en donde si ponemos un poco de atención podemos visualizar los elementos que se necesitan para armonizar, para que sus acordes eleven nuestros sentimientos.
Observamos que hay un líder, esa persona con el talento y el talante para comprometerse a guiar y dirigir cuando tocan unos, cuando es el turno de otros o de todos o también simplemente cuando se silencian; tiene la capacidad de hacer que todos trabajen en equipo, que miren un bien común, que se fije en todos y en cada uno, que sean solidarios, si alguien falta los otros lo suplen, están comprometidos también y por el contrario para que el equipo funcione todos los músicos entregan su confianza al director y éste a su a su secretario…
Y justo aquí es en donde la magia empieza a hacer su trabajo…
Cuando alguien te entrega su absoluta confianza con los ojos cerrados, simplemente saca lo mejor de ti, te reafirma; te permite ver capacidades en ti que ni tú mismo conocías. Como si la persona te diera un par de alas para ser como en realidad quieres o sueñas ser.
Además, el beneficio es mutuo: si te elevo, me elevo, me elevo como persona y se crea una cadena.
Dar y recibir confianza te permite abrirte a la vulnerabilidad, lo que significa tener fe en que el otro no te hará daño y por la otra parte que existe la intención de superación, de crear y de ser tenaz. Que el tiempo invertido en ti mismo, en tu superación personal no se desperdicia, por el contrario beneficia a todos.
La confianza es sagrada, no hay relación que sobreviva sin ella. Sin embargo, el misterio tira en ambas direcciones, porque si en lugar de regalar confianza a la relación, demuestras desconfianza, avientas al otro al vacío. Sólo que ojo, porque el impulso te arrastra a ti también, como si amarraras su pie y el tuyo a una misma cuerda. Aprendes a autodevaluarte y a sentir más miedo y desconfianza no sólo en la persona, sino en la vida misma.
En cada relación, la confianza es el pilar de la autoestima y el pegamento de cualquier relación, tanto en la vida en pareja, como entre padre e hijo, entre amigos o hermanos, entre la autoridad y el ciudadano, aún en las situaciones más adversas o retadoras.
No hay terreno intermedio, en una relación contribuyes o contaminas. Si como pareja decidimos comprometernos con el otro, construimos ladrillo a ladrillo la confianza mutua. Es la congruencia que genera confianza y con ella la relación se convierte en un edén. Es por eso que mi integridad genera una hija llamada “credibilidad”, en una sociedad se llama bienestar, prosperidad.
En toda relación, no hay nada más honroso y comprometedor que saberse depositario de ella.
Por el contrario, mi falta de integridad, fractura no solo mi relación de pareja, sino a una familia, a una empresa, a una sociedad o a un país. Sin la mutua confianza, al primer vendaval la relación se tambalea o se quiebra; sin contar que cuando uno de los dos desconfía del otro, cambia el balance de cualquier ecuación completa.
Para exigir confianza hay que ser confiable.
Sólo tú eres responsable de lo que haces y eres causa de ti mismo. Por todo esto es tan importante si tienes hijos, les hagas saber que confías por completo en ellos, lo mismo aplica a la pareja, al empleado, al amigo o al funcionario.
Vale la pena intentarlo y romper la espiral que tanto daño nos ha hecho al país completo por ende a las familias.
Pero ¿cómo hacerlo? Así de simple: haciéndolo y haciéndolo saber, alguna vez debemos empezar y verán como las relaciones sanan, la vida misma engrana de diferente manera, nuestra alma empieza a tomar paz y eso queridos amigos no tiene precio.
Casi nada de lo que creemos importante vale la pena como para destruir ese halo de armonía en nuestra sociedad, ni el dinero, ni el poder, ni el éxito. Será porque hemos estado al filo de la vida o de la muerte o en viajes largos en donde miramos desde otro plano, miramos desde lo que ha valido la pena y lo que no, lo que te puedes llevar y lo que dejas.
Los invito a aportar siempre lo mejor de ustedes a contribuir con su orquesta, a hacer que todo a su alrededor armonice, empecemos ya por nuestro crecimiento personal a mejorar nuestras habilidades, a practicar la comunicación, el elogio, el ser comedidos el dar y será entonces que conocerán la magia de la buena convivencia de vivir en paz y de dormir tranquilos… ¿acaso hay algo mejor?
Reciban un abrazo, fraterno.
Foto: Ignacio Sanz
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