eloriente.net

20/junio/2014

Por: Adrián Ortiz Romero

El desaire y la prudencia de una cancelación

EPN sacrifica a Oaxaca como vía de escape

La cancelación de última hora de la visita del presidente Enrique Peña Nieto a Oaxaca tiene varias lecturas simultáneas. La primera de esas lecturas se relaciona con el poco interés que le genera el sureste del país a un presidente que construyó su régimen sin la ayuda de esta región del país; la segunda tiene que ver con la idea clara que parece tener el gobierno federal, de que Oaxaca es la válvula de escape para la inconformidad por la reforma educativa, y una tercera estaría relacionada con el rechazo presidencial a la idea de que sus giras sean —o intenten ser— aprovechadas con una clara intención electoral. A partir de eso podremos comprender las razones de fondo de esta enésima cancelación.

En efecto, la tarde-noche del martes la Presidencia de la República informó, a través de un escueto comunicado, que por razones climatológicas el presidente Peña Nieto cancelaba la gira de trabajo que tenía programada al municipio de Villa de Tututepec de Melchor Ocampo, en el marco del mes de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, y en la que, en específico, acudiría a inaugurar un centro de acopio de productos lácteos de la empresa social Leche Industrializada Conasupo, S.A.

La primera interpretación que se le dio a esta enésima cancelación (por lo menos en tres o cuatro ocasiones más se han anunciado visitas presidenciales que luego cancelan), es que el Presidente habría querido evitar un choque con la Sección 22 del SNTE, o que las amenazas de boicot y movilización lanzadas por el magisterio democrático oaxaqueño habrían preocupado a los encargados de la gira. Es posible que los encargados federales de la visita presidencial sí hayan tomado en consideración los amagues del magisterio; sin embargo, es poco probable que eso haya determinado la visita.

Más bien, son dos los motivos relacionados con eso, pero no específicamente el posible intento de boicot por parte del magisterio, lo que haya determinado la cancelación de la visita. Esto porque el anuncio de que la gira de trabajo se posponía fue hecho con ligereza y de forma intrascendente por el gobierno federal, y también porque era poco probable que de verdad el magisterio tuviera la capacidad de incidir en la visita presidencial. ¿Qué razones fueron las que determinaron la cancelación?

Primero —y esa parece ser la razón de la laxitud con la que la Presidencia de la República anunció la cancelación de la gira— porque al Presidente y al gobierno federal no les provoca mucho interés —dicho esto en el mejor de los sentidos— una entidad como la nuestra. Oaxaca sí tiene mucha pobreza y marginación, pero no es una entidad de la que se pueda presumir mucho: no hay aquí temas electorales importantes, tampoco es punta de lanza en algún tema político y ni siquiera tiene una proyección económica o de algún aspecto relacionado con eso, como para que la federación tuviera razones específicas para intervenir, o al menos para echar de menos una visita a nuestra entidad.

Lamentablemente, en ese primer conjunto de razones, al gobierno federal no le preocupa cancelar una y otra vez una visita a Oaxaca, porque parece asumir que a Oaxaca tampoco le importa mucho que el Presidente venga a refrendar el pacto federal. Pareciera que esto es, pues, una relación estéril que, como no beneficia ni perjudica, entonces no es indispensable atenderla y sin mayor remordimiento puede posponerse un compromiso que para nadie parece de verdad tan importante.

Pero, además, la excusa tan simple que puso el gobierno federal para la cancelación, demuestra una vez más que el presidente de la república sí podría estar tomando en cuenta la situación magisterial, pero que en un primer marco de prudencia estaría asumiendo que es mejor dejar correr la situación, y aun sacrificando la posibilidad de provocar con su presencia que en Oaxaca se generen situaciones de atención social más favorables, fomentar que no haya factores externos que influyan o enrarezcan el proceso de negociación (si es que se lleva a cabo) de reformas como la educativa, que en Oaxaca tienen su centro nacional de algidez e inconformidad.

El tinte electoral

Es muy posible que al Presidente le quede claro que su presencia en Oaxaca no tiene ninguna trascendencia política directa para su régimen. Es decir, sabe que venga o no a la entidad, de todos modos su gobierno no será ni mejor ni peor aceptado por la ciudadanía o los electores oaxaqueños, y que viniendo o no de todos modos tendrá él —y sus intereses— el mismo número de votos que ya tenía desde el momento en que fue electo Presidente. Sabe, pues, que Oaxaca es territorio electoral adverso y por eso no le genera ninguna inquietud venir a ver si logra algo mejor, porque de todos modos su victoria electoral no se la debe a Oaxaca.

Sin embargo, la ausencia de una motivación política o electoral en el Presidente, no significa que esto sea similar para sus funcionarios. Y como en Oaxaca todas las acciones de un gobernante están cargadas de referencias políticas, entonces lo que sí queda claro es que aun cuando a Peña Nieto no le importe lo electoral en la entidad, a uno de sus funcionarios sí. Y quizá esa visita habría sido tomada por él, y por muchos oaxaqueños, como el espaldarazo tácito a una decisión de su partido (el PRI), y por ende la legitimación para el inicio de una campaña electoral temprana que tendría como fin sería la búsqueda de la gubernatura del estado.

¿No es eso lo que reiteradamente ha buscado el oaxaqueño Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, director de Liconsa, con los intentos reiterados de que el Presidente venga por primera vez a Oaxaca a supervisar un tema relacionado con la empresa que él dirige? Sus intenciones de convertirse en su momento en candidato a gobernador por el PRI, son legítimas. Sin embargo, esto no significa que los actuales sean los tiempos correctos y quizá tampoco —y así pudo haber sido leída la situación por la presidencia, y por eso también por prudencia política con los procesos y tiempos del PRI respecto a Oaxaca— que esa visita presidencial fuera tomada o interpretada como una convalidación de una intención no relacionada con el gobierno o la Cruzada Nacional Contra el Hambre, sino con temas electorales.

¿Gratitud o repudio?

Ofende, sí, que Oaxaca sea la única entidad federativa que nunca ha sido visitada por Peña Nieto, como presidente de México. Pero, si sopesamos con serenidad esas razones posibles, quizá hasta terminemos dándole las gracias por no venir. Al menos por ahora.

 

Foto: Presidencia de la República Mexicana

 

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