eloriente.net

20/junio/2014

Por: Rubén González*

 

Redes sociales, modas y desórdenes alimenticios

Las adolescentes que estudian en preparatorias privadas podrían ser más proclives a sufrir desórdenes alimenticios que las que asisten a escuelas públicas, puesto que tienen un mayor conocimiento de y una opinión más favorable hacia las modas del Bikini Bridge (BB) y Thigh Gap (TG), revela una investigación realizada por alumnos del Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla.

Ambos términos se refieren a “selfies” (fotos que las personas se toman a sí mismas con sus dispositivos móviles) y que son compartidas en sus cuentas de Facebook, Instagram y Twitter, entre otras redes sociales. El Bikini Bridge significa literalmente el “puente del bikini” y representa el “puente” que se forma entre los huesos de la cadera, en medio del cual hay un espacio entre la parte inferior del abdomen y el traje de baño o ropa interior. Por su parte, la traducción literal de Thigh Gap es “hueco entre los muslos”; mismo que se forma cuando existe una separación de al menos dos centímetros entre los muslos cuando las piernas están juntas. Asimismo, tanto uno como el otro están directamente vinculados con los desórdenes alimenticios, puesto que para que se generen tales espacios es necesario que la persona sea muy delgada.

Debido a que tanto el BB como el TG son uno de los muchos fenómenos viralizados por las redes sociales, estudiantes de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación indagaron el nivel de conocimiento, opinión y práctica de dichas modas entre las jóvenes. Para lo cual, aplicaron una encuesta a 115 alumnas en dos preparatorias públicas y dos privadas; cuyo cuestionario incluyó 31 preguntas enfocadas en cuatro aspectos: Consumo de internet, concepto de belleza femenina y conocimiento del BB y TG.

En el estudio realizado para la materia Seminario de Investigación en Comunicación, se destaca que entre las preparatorias públicas y privadas existe una coincidencia en cuanto al consumo de internet y el estándar de belleza femenina. Por lo que respecta a lo primero, los resultados indican que el 92% de las adolescentes poblanas usan diariamente internet. En cuanto al uso que le dan, los resultados indican que el 92.17% lo utiliza para socializar, hacer tareas (71.3%), buscar información o bajar música/videos (ambos con 46.09%). Relacionado con lo anterior, las páginas que más frecuentan son redes sociales (95.65%), sitios de música y videos (65.22%) y páginas de medios de comunicación (53.48%).

El otro punto de coincidencia tiene que ver con el concepto de belleza femenina, el cual – según las encuestadas – está representado por una mujer cuya altura oscile ente el 1.51 y 1.70 metros (72%); con cabello rubio o castaño (28% y 41%, respectivamente); de piel blanca o bronceada (36% y 34%, respectivamente); y cuya talla de jeans sea chica o mediana (44% y 40%, respectivamente). Es decir, para las jóvenes poblanas la imagen ideal de una mujer se acerca al tipo anglosajón: Alta, blanca, rubia y delgada.

Por el contrario, al abordar el tema del BB y TG, los resultados dan un giro y la homogeneidad anterior se pierde. Y es que el nivel de conocimiento de ambas modas es significativamente diferente entre las estudiantes de escuelas públicas y privadas. Para el BB, el índice es 41.07% en las primeras y 81.35% en las segundas; mientras que para el TG es 35.71% y 71.18% respectivamente. En otras palabras, para ambos casos la relación es casi de dos a uno; o sea es prácticamente el doble de chicas de preparatorias de paga que conocen dichas tendencias, en comparación con las de instituciones de gobierno.

Sin embargo, la divergencia no se da solamente en qué tanto conocen tales fenómenos, sino también en la opinión que tienen de éstos. En las escuelas privadas, las encuestadas calificaron al BB como la moda (27.08%) o algo divertido (12.05%); pero en las públicas dijeron que es la moda (43.48%) o que es preocupante (17.39%). En cuanto al TG, las opiniones en las privadas se enfocaron en que es la moda (21.43%) o divertida (14.29%); mientras que en las públicas oscilaron entre que es preocupante (45%) o algo estúpido (40%).

En ese sentido, también se les preguntó si conocían a alguien que practicara estas modas y la tendencia volvió a ser similar: En las privadas, el 35% dijo conocer a alguien que practica el TG y 52% el BB, pero en las públicas los resultados fueron 10% y 39% respectivamente.

Finalmente, al indagar si las mismas informantes practicaban alguna de estas modas, las respuestas afirmativas fueron pocas, pero – a diferencia de los tres puntos anteriores – la tendencia volvió a igualarse: En ninguna escuela las adolescentes reconocieron practicar el TG de forma personal, pero en ambas instituciones algunas estudiantes aceptaron que tenían BB (15% en privadas y 10% en públicas).

La conclusión principal que se desprende de este estudio es que las adolescentes poblanas que estudian en bachilleratos privados tienen un mayor conocimiento del Bikini Bridge y Thigh Gap que las de los públicos. Si bien conocimiento y opinión no son sinónimos, es más fácil que las primeras tengan una opinión más favorable a estas modas que las segundas, precisamente porque están más familiarizadas con ellas.

De tal suerte que un mayor conocimiento y una mejor opinión pueden permitir la práctica de ambas tendencias, lo cual resultó evidente al menos en el número de personas que las encuestadas conocen y que practican tanto el BB como el TG. Aunque de forma personal muy pocas chicas reconocieron que los practicaban, es más probable seguir una moda cuando en su círculo de amigas hay quienes ya lo hacen. Por tanto, en comparación con las jóvenes de las escuelas públicas, las que estudian en preparatorias privadas podrían llegar a ser un blanco más fácil de los desórdenes alimenticios.

 

Foto: keirstenmarie

 


*Periodista, docente e investigador. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y maestro en Comunicación por la Universidad Vasco de Quiroga (Morelia, Mich.). Asimismo, es doctor (PhD) en Estudios de la Comunicación por la Universidad de Leeds (Reino Unido). Ha sido reportero, editor y jefe de investigación en el periódico La Voz de Michoacán. Su trabajo académico ha sido presentado y publicado tanto en México como en Europa y Sudamérica. Actualmente es profesor de tiempo completo en el Departamento de Mercadotecnia y Comunicación del Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla. Asimismo, es articulista invitado en diferentes publicaciones digitales e impresas, tales como e-consulta.com y Revista Líder Puebla.

 

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