eloriente.net

8/agosto/2014

Por: Adrián Ortíz Romero

Alimentar división, clave ante reforma educativa

En medio de la revuelta política en Oaxaca, que ocurre en el marco de la discusión de la reforma educativa, la Sección 22 del SNTE puso en práctica una estrategia paralela, tendiente en tratar de dividir a las incipientes fibras políticas del PRI oaxaqueño. Está todavía por verse si en realidad su objetivo se cumplió, porque la intención magisterial no parece estar encaminada a minar a la fracción priista en el Congreso local por la armonización de la ley educativa, sino a dividir y confrontar a los dos principales grupos priistas en Oaxaca, de cara a la sucesión gubernamental que ya comienza a asomarse en la entidad.

En efecto, hace exactamente una semana la Sección 22 del SNTE echó a andar una estrategia inusitada —y aparentemente inexplicable— de ofensiva ante la inminencia de la armonización en materia educativa. Sin anunciarlo previamente y sin contar con el aval de la Asamblea Estatal, un grupo de maestros fue directamente a destruir las oficinas del PRI, y horas después hizo lo mismo en las respectivas casas de gestión del diputado federal Samuel Gurrión y del senador Eviel Pérez Magaña. Esto fue suficiente para reavivar, desde fuera, las eternas pugnas internas del priismo, que siempre han necesitado un motivo simple para encenderse.

¿Qué pasó? Que los mismos medios de comunicación que han sido los voceros históricos del movimiento magisterial acusaron, en los días siguientes, que todas esas acciones tenían el sello de uno de los ex gobernadores. A ese mismo ex Mandatario (José Murat) lo acusaron también —sin contar con mayores elementos, más que un puñado de señalamientos— de ser el artífice del bloqueo ocurrido durante algunas horas al acceso de las oficinas de un diario local.

El propósito no era difícil de adivinar: con las acciones de violencia por parte de la Sección 22, y los señalamientos hechos desde esa tribuna periodística, el propio magisterio y los aliados del régimen gobernante, intentaron construirle un terraplén estratégico al otro grupo político priista, antagónico al acusado, que hoy en día atraviesa por una situación casi de inanición en el escenario local. Todo, claro, con el ánimo de reanimar la pugna eterna entre los dos ex gobernadores, para hostilizar todavía más la relación entre sus respectivos grupos, y después aprovechar a su favor esa enésima fragmentación del priismo.

Revivir la pugna no era complicado. Tanto al magisterio como a algunos sectores afines al grupo gobernante, no les fue difícil calcular que con las acciones violentas de los profesores radicales, y los señalamientos posteriores de sus aliados, sería suficiente para que alguno de los dos grupos priistas se subiera a ese pleito prefabricado y lo hiciera suyo. Esto ocurrió casi de inmediato, cuando el grupo del senador Pérez Magaña (que es lo que queda del bastión que tuvo el ex gobernador Ulises Ruiz en la entidad) aprovechó el momento para tratar de rematar a sus supuestos agresores, alimentando la versión de que desde un ala del PRI habían salido las agresiones a las oficinas de los priistas.

En ello no hubo prudencia y tampoco cálculo político por parte de la facción priista que se subió al pleito. El grupo del senador Pérez parece asumir con suficiencia el contenido de una encuesta filtrada a la prensa hace algunas semanas, en la que él aparece como el puntero en las encuestas de conocimiento y preferencia de su imagen por parte del electorado. Y es que, es cierto: esa es una cuestión relevante; y justamente lo que trató de apuntalar fue su posición de puntero en las encuestas, atacando a sus adversarios dentro del PRI para tratar de exhibirlos ante la opinión pública como ambiciosos y violentos.

Sin embargo, el senador Pérez pasó por alto que cuando él fue electo como candidato a Gobernador, era el menos aventajado en las encuestas. Y sobre todo olvidó que para la candidatura que pretende (la de Gobernador en 2016) son tan importantes las encuestas como los consensos; y éstos últimos los rompió definitivamente, cuando su grupo abrió fuego en conjunto contra todos los aspirantes de la otra facción priista, comprando un pleito que no había sido originado directamente por alguno de ellos.

DIVIDE Y VENCERÁS

En política nada ocurre por casualidad, y ésta es la mejor prueba. Al actual grupo gobernante se le pueden reprochar todas las omisiones y yerros en la administración pública; pero no así que no conozcan, o no entiendan, o no sepan leer con claridad el escenario político estatal. Eso es lo que hicieron, y por eso intentaron echar a pelear —otra vez— al priismo local, para ver si de la división ellos salen gananciosos.

Por eso, la armonización de la legislación educativa en Oaxaca es sólo el marco y el pretexto para ese intento, que en realidad lo que está haciendo es dejar ver públicamente que las viejas alianzas siguen intactas. Desde 2006 el magisterio ha sido un aliado permanente del grupo que hoy gobierna en la entidad, y por eso —y por la aversión natural que todos comparten hacia el PRI— desde entonces no han dudado en hacer lo que sea necesario, con tal de generar escenarios que impidan la reconstrucción de una oposición sólida priista.

En ese sentido, hoy es claro que al interior del PRI sólo existen facciones. Unas quizá por razones circunstanciales tienen más poder y ascendencia que otras. Sin embargo, queda claro —y eso se ve a kilómetros— que en el fondo ambas facciones se necesitan mutuamente para poder volver a ser un partido ganador. De nada le sirve a uno de los grupos hacerse de la candidatura a Gobernador, si de antemano sabe que es mucho más fácil que sus adversarios dentro del PRI construyan una alianza con sus adversarios de otros partidos, a que lo hagan con ellos.

SUS ADVERSARIOS, FELICES
Por eso, si mantener la calma al interior del PRI es de por sí un reto mayor, debiera serlo mucho más evitar caer en las confrontaciones e intrigas que premeditadamente les fabrican desde fuera para echarlos a pelear. Lamentablemente, hoy parece que las diferencias políticas naturales se están entreverando con la desesperación, y eso es lo que provoca enfrentamientos estériles que a los únicos que benefician —y seguramente deben estarse riendo, felices de que esto pase— es a quienes figuran como los adversarios verdaderos de todo el priismo (ulisismo o muratismo, da igual) en Oaxaca, que en 2016 tratarán de ir, ellos sí juntos, a tratar de retener la gubernatura del Estado.

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