eloriente.net

18/agosto/2014

Por: Adrián Ortíz Romero

Aquí, la causa es económica, allá, la raza

Cuando casi cualquier extranjero visita regularmente o viene a vivir a nuestro país, entiende que en México el racismo no es un problema grave, tanto como el clasismo. Eso, que para ellos no es menor, para nosotros es algo casi natural. El problema son ambas expresiones, la del clasismo y la del racismo, que siguen siendo cosa de todos los días en nuestras sociedades supuestamente “civilizadas”.

En nuestro país estamos tan malamente acostumbrados a hacer distinciones según la pertenencia a un estrato social o económico, que en ciertas circunstancias eso termina provocándonos hasta risa. En otros países, sin embargo, esas expresiones de rechazo tienen implicaciones más profundas. A pesar de la evolución en el respeto a los derechos fundamentales de las personas, todavía en 2014 nos encontramos con casos tan agobiantes como el ocurrido estos días en la comunidad de Ferguson, en el estado de Missouri, en los Estados Unidos.

En primer término, vale la pena revisar qué entendemos por racismo y qué por clasismo. En el primero de los conceptos, podemos entender que racismo es la defensa del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros, así como también se designa la doctrina antropológica o la ideología política basada en este sentimiento. Clasismo, por su parte, podemos entenderla como la actitud de quienes defienden la discriminación por motivos de pertenencia a otra clase social.

Ahora bien, en México el clasismo es para nosotros cosa de todos los días, tanto que en muchos casos damos por sentado que la gran mayoría de las inconformidades y desencuentros que se dan en nuestra sociedad tienen como punto de partida las desigualdades sociales. Vamos, en el caso de la protesta de una comunidad en Puebla hace unas semanas, en la que murió un menor supuestamente por una bala de goma lanzada por elementos policiacos, uno de los temas que se encuentran en el fondo es la noción de que ésas, y muchas otras personas, luchan y se inconforman por pobres, y esa es la misma razón por la que las autoridades las desprecian y en lugar de atender sus problemas deciden mandarles a la policía para que disuelva las manifestaciones.

Así, ese que es un ejemplo grave se manifiesta en otros, que son menos elevados. Nosotros los mexicanos a diario hacemos chistes, mofas, burlas y escarnio de todas aquellas personas que no pertenecen a nuestro círculo social, ya sea porque son de estratos superiores o inferiores.

¿A poco no para nosotros es cosa de todos los días burlarnos de quien tiene más, o de quien tiene menos, y por ese solo hecho nos sentimos con derecho de afirmarlo incluso públicamente? Ese clasismo es tan nocivo, al final, como el racismo que sigue prevaleciendo en otros países.

EL RACISMO

¿Qué pasa en Ferguson?, muchos nos hemos preguntado en los últimos días. Aquí una historia breve, reseñada por la publicación venezolana Prodavinci (http://bit.ly/1sZpElt): El 9 de agosto de 2014, Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años, fue abaleado por un oficial de policía de Ferguson, Missouri. Brown, quien iba a empezar a estudiar en la universidad en los próximos días, no tenía antecedentes criminales y estaba desarmado. Según la extensa cobertura que ha hecho la publicación Vox, múltiples testigos vieron al joven Michael Brown en pacífica actitud de rendirse cuando el policía disparó varias veces sobre él. El cuerpo fue dejado en la escena del crimen por varias horas. Este suceso ocasionó una serie de protestas que han tenido lugar en las calles de Ferguson.

Las primeras protestas tuvieron lugar el sábado 9 de agosto, con motivo del asesinato. Los reportes de prensa registran cifras dispares de participación, que van desde 200 personas hasta 1.000. Este primer día requirió que fueran congregados 100 oficiales de policía en el lugar. El segundo día de protestas, el domingo 10 de agosto, los eventos continuaron desarrollándose bajo fuerte presencia policial. Los manifestantes utilizaban consignas como “Los policías asesinos deben irse” y “Sin justicia, no hay paz”. Durante la segunda noche se registraron los primeros disturbios contra establecimientos comerciales. Incluso, durante un saqueo a una estación de servicio QuikTrip, un equipo de SWAT tuvo que movilizarse hasta el área y dispersar a los manifestantes con gas lacrimógeno.

A partir del tercer día, el lunes 11, varias protestas programadas tuvieron que ser suspendidas. Una de ellas, que iba a realizarse a las diez de la mañana, se suspendió por la orden del alcalde de Ferguson, James Knowles, quien dijo que aquellos que aparecieran para manifestar serían arrestados. Sin embargo, la gente se congregó frente a la sede de la Policía y, en efecto, muchas personas fueron arrestadas.

El martes 12 fue el cuarto día de protestas. La situación se tornó tan delicada que la Administración Federal de Aviación declaró una zona de exclusión aérea sobre Ferguson. Al mismo tiempo, la policía sostuvo un enfrentamiento con los manifestantes en la misma estación de QuikTrip que había sido saqueada el domingo. La policía llegó al lugar en vehículos blindados, algo que enfureció a los protestantes. Al siguiente día, miércoles 13 de agosto, las protestas sucedieron de manera pacífica frente a los contingentes blindados de policías. Sin embargo, a las 8:30 de la noche, según la Policía de Ferguson, una bomba molotov fue arrojada por los manifestantes, ocasionando que las autoridades utilizaran cañones de sonido y gas lacrimógeno para dispersar a la multitud.

Por otro lado, el presidente Barack Obama hizo un llamado “a la paz y a la calma” en las calles de Ferguson, mediante un anuncio televisado. El presidente de los Estados Unidos dijo que “es tiempo de sanar” y que no había excusa para la violencia. Su mensaje iba dirigido tanto a la policía como a los manifestantes, dejando claro que no hay excusa para el uso excesivo de fuerza contra manifestantes pacíficos. También le recordó a las autoridades locales que tienen la obligación de “ser abiertos y transparentes” en la investigación de la muerte del joven Michael Brown.

PRÁCTICAS INADMISIBLES

Seguramente a muchos nos parece escalofriante que la policía atente contra una persona y ejerza brutalidad, sólo por su color de piel. ¿Pero, no es algo que también ocurre, no sólo en Estados Unidos, en contra de otras personas por el solo hecho de ser pobres o marginadas? En México, la respuesta a esa pregunta tendría muchos ecos.

Foto: Algunos derechos reservados por hiperkarma

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