eloriente.net

11/agosto/2014

Por: Adrián Ortíz Romero

+ España y Japón, vía crucis… ¿necesarios?

En México estamos acostumbrados a que obtener una licencia de manejo es cosa de nada. Basta con ir a la oficina de tránsito correspondiente, solicitar una forma impresa para rellenar con datos generales, hacer un pago e ir a tomarse la foto y obtener la mica que avala que –según- conocemos las normas y reglamentos de tránsito y que somos lo suficientemente diestros como para conducir un vehículo y evitar accidentes con otros conductores y con los peatones. ¿Eso es lo común? No. Más bien, esa es una muestra de que en México se toman muy a la ligera cuestiones que en otros países son fundamentales para la seguridad de todas las personas.
En efecto, aquí uno de los temas que menos importan para la seguridad de las calles es la licencia de conducir. Salvo casos excepcionales, en la gran mayoría de los casos es la propia autoridad quien promueve la falta de cumplimiento de los requisitos que, por pura lógica, debieran exigirse y cumplirse para que alguien fuera autorizado a conducir un vehículo de motor.
¿Por qué es la propia autoridad? Porque en muchos casos es el propio gobierno quien establece formatos impresos en los que se establece, bajo protesta de decir verdad, que el solicitante de una licencia de conducir conoce a la perfección los reglamentos relacionados con la conducción de vehículos, que sabe conducirlos, y que además tiene las nociones precisas de las precauciones y medidas que debe cumplir para conducir.
Eso basta, en la gran mayoría de los casos, para que la propia Dirección de Tránsito correspondiente dé por hecho que el requisito de probar los conocimientos y las habilidades en la conducción de vehículos están cumplidas, y que por ende se encuentra en posibilidad de expedir la licencia correspondiente, que es a la vez un requisito formal, una validación del Estado sobre la conducción de vehículos y un instrumento que sirve para hacer válidos otros mecanismos legales de protección que debieran ser igualmente más rígidos, como el seguro de daños a terceros, que en México tampoco es requisito para que un vehículo pueda circular por las calles de cualquier ciudad.
Todo esto es tan común que ya lo vemos como cosa de nada. Sin embargo, vale la pena preguntarnos cómo funciona ese proceso en otros países. La sola comparación testimonial puede darnos muchas luces sobre el grado de responsabilidad que tienen los propios gobiernos con sus ciudadanos. Vemos primero el caso de España, que se entiende que es uno de los países de habla hispana donde el proceso es rígido. Un testimonio da cuenta de ello.
“Sacar el mentado carnet es una pesadilla –dice un bloguero mexicano que reside en España-. Aunque conozco algún mexicano que lo ha sacado sin problemas, hay gente que nunca lo logra. Hay que invertir mucha lana, tiempo y paciencia. Es bastante normal ventilarse entre 1.000€ y 2.000€ en autoescuelas… y en ocasiones más. Todo este tema del carnet da para uno o varios post en sí mismo, que dejaré para más adelante.
“Pero si estás de turista o quieres aprovechar tus seis meses de vigencia, enhorabuena! En contraparte con lo anterior, te encontraras con que España cuenta con una red de carreteras bastante buena y bien señalizada. Puedes usar los sistemas de GPS sin problemas, y si no cometes infracciones no tienes por qué temer de los policías, que no están aquí para extorsionarte”.
“No olvides que hay muchas señales diferentes a las mexicanas y alguna incluso puede tener significado contrario. Por ejemplo, en México el amarillo intermitente de los semáforos indica preferencia con precaución. Aquí indica que NO TIENES PREFERENCIA y puedes pasar cuando no venga nadie (y eso incluye a peatones y bicicletas). Ojo, que muchas veces te lo ponen por ejemplo ante un paso de peatones. Otra norma genérica es que a falta de señal, siempre pasa primero el que llega por la derecha. Y la recomendación eterna: conduce con precaución cuñao!”

LA LICENCIA EN JAPÓN


En Japón –dice la mexicana Liliana Pérez, en un entretenido texto publicado en la edición electrónica de la revista Nexos- hay dos formas de obtener la licencia, una como japonés y otra como extranjero. Como japonés tienes que cumplir 18 años, completar un curso de más de 50 horas entre clases teóricas y prácticas, hacer un examen práctico que consiste en completar un circuito dentro de la escuela de manejo y también fuera de ésta, para finalmente responder una prueba de 105 preguntas. El curso cuesta alrededor de 300,000 yenes (38 mil pesos aproximadamente) y el examen práctico cuesta 9,000 yenes (1,300 pesos aproximadamente), las veces que sean necesarias hacerlo.
Los requisitos como extranjero son únicamente tener tu licencia expedida por tu país, la cual será intercambiada por la japonesa y realizar la prueba práctica final y un examen teórico de 10 sencillas preguntas (disponible en todos los idiomas).
Cuando me decidí, reuní la papelería para mi examen con los datos que pude obtener de la página electrónica de la embajada de México en Japón (en ese entonces). Información que señalaba que mi licencia era válida y podría ser intercambiada sólo haciendo los requisitos como extranjero. Hasta pagué un par de clases para extranjeros para conocer cómo sería el circuito. Ya en las oficinas de Tránsito me dieron a llenar una forma previa al examen que tenía, con letras chiquitas -mentir en esta prueba te traerá problemas con las autoridades de este país- así como la pregunta del millón: ¿Usted hizo examen práctico en su país?
Respondí que no, con la verdad. Después de revisar mi forma se presentó un oficial y me pregunto que si mentí en el cuestionario, le dije que no. Esto me hizo quedar como mentirosa, pues al revisar la información que el gobierno mexicano le envió a Japón menciona que uno de los requisitos para obtener la licencia es el examen práctico. Dado que me daba miedo que en el examen como extranjera me pusiera alguna prueba que me delatara que no hice examen en México, y me metiera en algún aprieto con las autoridades, decidí hacer el trámite como cualquier japonés, sin saltarme un sólo paso”.

TRES MESES VS TRES MINUTOS
“No fue tanta la decepción de hacer el trámite que por lo menos lleva tres meses y que requiere mucho dinero, sino el hecho de que mi país le mintió a Japón diciéndole que sí hay examen práctico en la capital (y que tampoco hay en muchos otros estados)”, termina diciendo la autora de las líneas anteriores. Claro, aquí una licencia se obtiene en tres minutos. El único requisito importante es tener paciencia para hacer la fila.

Algunos derechos reservados por OiMax

Entradas relacionadas:

S22, tras “golpe maestro” para confrontar a PRI

S22, tras “golpe maestro” para confrontar a PRI

eloriente.net 8/agosto/2014 Por: Adrián Ortíz Romero Alimentar división, clave ante reforma educativa En medio de la revuelta política en Oaxaca, que ocurre en el marco de la discusión de la reforma educativa, la Sección 22 del SNTE puso en práctica una estrategia paralela, tendiente en tratar de dividir a las incipientes fibras políticas del PRI oaxaqueño. […]

August 8, 2014

Sección 22, ¿ya sabe cómo procesar su segunda derrota?

Sección 22, ¿ya sabe cómo procesar su segunda derrota?

eloriente.net 6/agosto/2014 Por: Adrián Ortíz Romero Ruta, armonización; ¿Y el premio de consolación?  Faltan menos de dos semanas para el inicio del ciclo escolar, y sigue llamando la atención que la Sección 22 del SNTE siga sin presentar, y sin conocer, el anteproyecto de Ley Estatal de Educación por el que tanto están luchando en las […]

August 6, 2014

Mamá Rosa: los matices continúan ausentes

Mamá Rosa: los matices continúan ausentes

eloriente.net 4/agosto/2014 Por: Adrián Ortíz Romero + Defensa y ataque a ultranza. ¿Y los medios? Es cierto: Rosa Verduzco, también conocida como Mamá Rosa, dejó sin elementos a todos aquellos que la habían defendido a ultranza frente al ruidoso operativo federal en el que “rescataron” a casi 600 personas, cuando dijo en una entrevista que ella […]

August 4, 2014