(www.eloriente.net / Mesura, México, 8 de diciembre 2014; por Carlos Páez Agraz).- La red de redes ha cambiado el comportamiento y hábitos de millones de personas; muchos conviven, trabajan, se divierten, se informan…o delinquen: trata de personas, tráfico de órganos, redes de pedofilia y otros delitos brutales que castigan a miles de personas en México y otros países.

Los políticos no destacan por ser pensadores creativos o laterales y se van por la tarjeta roja directa: Alta tecnología de redes de la NSA más la obligación a los grandes servidores de internet para proveer las contraseñas de todos y a partir de ello encontrar patrones de delito. Para atrapar a a los delincuentes, nos metemos en la vida de todos. Si alguien mató a mano armada, al otro día pasaremos báscula a todos por si acaso.

La ciencia de redes permite a los Estados democráticos ser tremendamente quirúrgicos en términos de ataque a delincuentes sin meterse en lo que no les importa. Los criminales se sirven de códigos para operar sus fechorías. Se pueden hacer decodificaciones específicas o rastreos específicos de cierto tipo de movimientos y entonces aparecerán solo los potenciales culpables.

Pero defender la libertad de quienes no delinquimos en la red es fundamental para garantizar la libertad de expresión. Una democracia tan frágil como la nuestra se tensionará en caso de prosperar  políticas de censura y/o vigilancia de todos para arrestar a los pocos. La vigilancia sinsentido genera un entorno de desconfianza generalizada que puede degradar mucho más nuestra paupérrima convivencia y confianza ciudadana e institucional.

Por supuesto requerimos de servicios de inteligencia del Estado buscando a redes concretas de delincuencia individual u organizada, pero no puede ser a costa de crear una especie de Gestapo virtual que merme la cada vez más abundante capacidad ciudadana de expresarse como ciudadano o consumidor.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha integrado a sus indicadores la capacidad de respuesta y comunicación con los ciudadanos de los gobiernos en redes sociales. La democracia y el mercado necesitan este diálogo para permanecer sanos, prósperos. Estados a comprender, ciudadanos a no ceder. Debemos mantener nuestra nueva ágora en paz, abierta, libre, tolerante.

La libertad no consiste en tener un buen amo, sino en no tenerlo. Cicerón

Twitter: @CarlosPaezAgraz

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Imagen: mesura.org/blog

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