(www.eloriente.net, México, 1 de diciembre/2014; por Carlos Páez).- Siete mil millones de habitantes que nos conocemos o no, conformamos esa inmensa red llamada humanidad. Cada nodo es un ser humano, todos de la misma especie (aunque muchos no lo sepan) y todos iguales de acuerdo a la carta universal de los derechos humanos. Aunque a muchos no les importe.
Nodos únicos e irrepetibles que interactúan con otros nodos por razones biológicas, geográficas, económicas, demográficas, culturales y de circunstancia específica. Dichas interacciones definen agrupamientos.
Agruparse de alguna manera es la vida misma: naces y eres educado en la cultura y circunstancia familiar y socioeconómica que te tocó por una red que te precedió; vas a una escuela por proximidad o capacidad económica; ahí encuentras personas con cultura parecida y, con mucha probabilidad, te harás amigo de aquellos con cuyas circunstancias te identificas.
Familia primero, amigos después. Pasa el tiempo y llegan los compañeros de escuela y los colaboradores de trabajo. Nodos todos. Te haces de seres más cercanos, a cuyas familias te pareces y conoces. En muchos casos los aprecias…y tu red social se teje cotidianamente.
Cada que pagas una mordida se genera un enlace rojo; cada que ayudas a tu vecino se crea uno verde.
Ahora que lo sabemos hemos de partir de una ley física de conformación de redes: “para reparar o robustecer una red, se interviene en los nodos y no en los enlaces”. En ellos no se puede hacer nada más que esperar que se modifiquen a partir del cambio de alguna capacidad, característica o habilidad del nodo. El nodo es el objeto y sujeto cuando de redes hablamos.
¿Cuáles son esas capacidades del ser humano “nodo”? Son muchas en apariencia pero pocas si te centras en lo simple. Un ejemplo: las habilidades sociales o asertividad, son esa capacidad de interactuar con otras personas; a todos nos gusta que nos hablen de manera clara, directa, amable y respetuosa…pero pocos lo logran de verdad. Dichas habilidades se pueden evaluar y mejorar; pero en general nos servimos de las que tenemos. Nadie enseña a interactuar más que la vida misma. Saber ser es saber crear relaciones de calidad y duraderas.
Nacer, por otro lado, inicia esa escultura individual de prestigio. Ese que nos construimos día a día. Prestigio bueno, regular o malo es inevitable preludio del “Ser es ser percibido y percibir” de Berkeley. Siempre hubo el vivo, el vago, el estudioso y muchos otros valores entendidos que fortalecieron o debilitaron tus enlaces. En ese proceso conservaste o perdiste amigos.
Pero más allá de tu red, es vital comprender que esta red de seres humanos somos 7,000 millones de cerebros, corazones, gargantas, sumadas a 14,000 millones de brazos, piernas, ojos y oídos. Somos una inmensa y bella red que solo puede cambiar si cambian los atributos de sus nodos. Si cambiamos nosotros. Seres con inmensa capacidad de reflexión y entendimiento.
Felicidad, convivencia, tolerancia, libertad, educación, certeza jurídica, confianza institucional, respeto a la legalidad, cuidado del planeta o bien, guerra, violencia, desigualdad, ecocidio, autoritarismo y miedo. Hay de redes a enredos.
Parafraseo a Kennedy al decir “no te preguntes lo que puede hacer tu red por ti, sino qué puedes hacer tu para robustecer la red a la que perteneces.” Cierto; muchos gobernantes son un fiasco. Muchos periodistas deforman la realidad; a muchas personas no les importa ni tierra ni agua ni aire.
¿Y nosotros, el resto de los nodos? En México se rompieron muchos vínculos a partir de la guerra que inició en 2006. Más de 100,000 nodos asesinados al azar. Otros 25,000 nodos desaparecidos. Supón que 10 personas quedan gravemente afectadas frente a cada una de estas pérdidas y sumas 1’250,000 familias rotas.
La corrupción e impunidad han tejido una red que parece invencible…pero no lo es. Nuestra red no se va a reparar mientras los nodos no pensemos que la seguridad la debemos construir adentro de millones de hogares que son víctimas de la violencia doméstica. Millones de gañanes que maltratan todos los días a la mitad de las mujeres de manera física o psicológica (40% de los embarazos en México son de chicas menores de 18 años). ¿Qué tipo de enlaces pueden crear estas condiciones?
País de nodos no deseados no hacen buen país. País de nodos que aceptan y se someten a la violencia crean una red llena de huecos en donde todo ocurre. La barbarie de estos días es producto de años de ruptura entre ley, cultura y moral pública. Como nodos nos urge rehabilitar la capacidad de cuidarnos.
Nuestra red social real está rota ¿Empezamos a repararla? Toma tiempo y se puede…si quieres…si queremos.
Imagen: mesura.org/blog
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