(www.eloriente.net, México, 3 de junio de 2015. Por: Alejandro Cruz Pimentel*).- Nadie puede negar que esta elección a Diputados está sumamente cargada de desesperanza y decepción democrática por parte de la ciudadanía. La crisis que estamos viviendo en el tema educativo principalmente, no se relaciona con las plataformas de los aún candidatos. No escuchamos cómo van a zurcir la ley del servicio profesional docente, nadie quiso pronunciarse al respecto, cuando este tema estará en su palestra. En el tema de la corrupción, tampoco nadie se pronunció por las leyes generales que harán funcionar el sistema Nacional Anticorrupción. Sobre el Sistema Nacional de Protección Social en Salud, nadie se pronunció por mejorarlo o transformarlo para que la gente más necesitada cuente en la realidad con el acceso a la salud de manera gratuita; a pesar que el sector salud estuvo en paro de manera paralela a las campañas, a nadie le interesó. Sobre la transparencia legislativa, que con la nueva ley ya los alcanzó, todos hicieron mutis; nadie se manifestó por transparentar sus prerrogativas o dadivas; nadie critico cómo disminuir el derroche que hacen los actuales diputados y diputadas; nadie dijo que sería diferente. Las frases y los eufemismos que escuchamos nada se relacionan con el aumento de bienestar social o la concreción de políticas públicas relacionadas con tantos derechos consagrados en la Carta Magna.

Lo enjuto de sus promesas hará que disminuya la participación ciudadana en estas elecciones, la falta de arrojo a los problemas que hoy vivimos los oaxaqueños hará que el interés termine decayendo. Hoy la percepción sigue siendo negativa contra los diputados, los adjetivos son variados que no tiene caso señalarlos.

Lo que estamos viviendo esta semana en el estado, fortalece que al final del cuento los ciudadanos padecemos en la soledad, los estragos de un mal trabajo legislativo. ¡Dónde están los actuales diputados y diputadas! ¡Dónde! En estos momentos debieran estar pronunciándose por el problema educativo; deberían informar el sentido de su voto y los porqués. Pero nada, están en su trinchera y como los avestruces.

La iniciativa de la UNAM, – voto informado – permitió conocer la posición de los candidatos en varios temas, lamentablemente no escuchamos que los replicaran en sus actos de campaña, es decir, hubo poca congruencia entre sus respuestas y la narrativa en sus actos de campaña. Otra vez, “atole con el dedo”.

Las elecciones tienen grandes efectos en el sistema político: producen legitimación, gobierno y representación. Mediante el proceso electoral elegiremos a quienes han de ocupar puestos públicos en la Cámara de Diputados, luego entonces el voto popular tiene múltiples consecuencias directas, una de ellas empeñar nuestro destino de nuestros hijos por tres años más en manos de personajes que en muchos casos, no regresan ni a agradecer el voto. El voto ha sido subestimado por la clase política como un “espaldarazo” para llevar a cabo su proyecto político, para seguir creyendo que el sistema de partido funciona y que hay pluralidad. El voto ha sido un pivote para promover aspiraciones personales, un peldaño para acceder a otra mejor posición. Por estas razones, los que ostentan un cargo popular no rinden cuentas de sus actos y omisiones y se mueven sin pudor a otro puesto. Y todo, porque cuentan con la legitimidad de nuestro voto, de ese tamaño es la dimensión de lo que significa ir a votar. Es por esto, que hoy varios candidatos y candidatas que aspiran a una diputación federal, tienen licencia en el congreso local. Ninguno enalteció su trabajo legislativo ¿o me equivoco?

Los actuales candidatos deben saber que su quehacer será siempre a favor de los ciudadanos, son el contrapeso del Poder Ejecutivo; en este espacio se requieren personas con capacidad de análisis y respuesta para legislar las leyes secundarias emanadas de las reformas constitucionales y que su aplicación atañe a todos los mexicanos. Deben saber que no están ahí solo para bajar recursos a los presidentes municipales, que solo ha enriquecido a unos cuantos y ha perjudicado a varios millones. Esta elección nos queda a deber con la selección de candidatos con base en el profesionalismo, con base en el conocimiento y la experiencia en algún tema; otra vez prevaleció, con sus excepciones, la lealtad, el favoritismo, los compromisos no pagados, los cuates, los “mejor posicionados”, etc. La Cámara de Diputados será integrada por 500 legisladores, 200 de ellos ni los conocemos, ni los conoceremos; ellos no se deben a los ciudadanos sino a la lealtad con su partido. De ese tamaño es el problema que generamos al no razonar nuestro voto, somos cómplices de esta democracia que no funciona. Somos cómplices que hoy al Ejército y a la Policía Federal, los anden correteando en las calles. Somos cómplices del problema educativo. Y todo por votar al “ahí se va”, por votar “por cualquiera”, por votar “por mi partido”, por votar “porqué me va a dar trabajo”.

En sus manos estará elegir o no, a algún candidato, un candidato que tenga la capacidad para legislar a favor de usted; un candidato que sabrá oponerse a las iniciativas o programas que proponga el Ejecutivo en contra de los ciudadanos; un candidato que apruebe un Presupuesto de Egresos con base en resultados de programas y no a cambio obras para sus “moches”. Sin embargo, si ninguno le cubre sus expectativas, puede anular su voto con una estrepitosa “X”. Ya no podemos seguir convalidando a candidatos menos peores, menos corruptos, menos sinvergüenzas, menos flojos, etc. El país y Oaxaca nos lo reclama. Salgan a las calles a percibirlo.

Por favor, no vote por amor a un partido, aquí el corazón no participa. Vote por el candidato.

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