Educar en la pobreza, por Diego González Algara

En este artículo se muestran algunos elementos a considerar al momento de enseñar en contextos, como el Mexicano, donde la pobreza afecta a uno se de cada dos niños mexicanos.

Donde hay buena educación no hay distinción de clases. Kung FuTse, Confucio

(www.eloriente.net, México, 4 de agosto de 2015. Por: Diego González Algara @diegogalgara).- En el mundo existe una corriente liderada el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo que pretende terminar para el año 2030 con la pobreza en el mundo.

Sin embargo en México los datos recientes expuestos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social arrojan que 1 de cada 2 mexicanos vive en la pobreza. Entre el 2012 y el 2014 la pobreza se ha incrementado al tener 2 millones más de mexicanos que entran a esta área donde hay una gran falta de carencias no solo económicas, sino de diferentes umbrales que involucran la falta de servicios de salud, drenaje, vivienda y educación.

La iniciativa privada , a través del Consejo Coordinador Empresarial, hace un cálculo tenebroso al ritmo que vamos, hasta dentro de 200 años México terminará con la pobreza. 175 años más de los que tienen programados los organismos internacionales de lucha contra la pobreza.

La educación es una de las herramientas más importantes para ir erradicando la pobreza.  Sin embargo en cuestiones educativas al parecer hay algo que no estamos haciendo bien desde hace años.

Además de las complejidades de educar sin la infraestructura necesaria, educamos sin considerar el contexto en el que viven nuestros alumnos, nuestros familiares, nuestra sociedad.

Existen entidades que concentran altos niveles de pobreza como Oaxaca con 67% o Chiapas con 76%. Entre 6 y 8 de los estudiantes —en estos dos estados— se encuentran en una situación de pobreza.

En artículos previos hemos revisado, someramente, cómo mexicanos en estas circunstancias, de carencias en diferentes dimensiones, han podido realizar grandes aportes a la humanidad. Y lo siguen haciendo en México y el resto del mundo. Pero qué podemos hacer como profesores, como padres de familia y como seres humanos para potenciar sus habilidades.

En su libro «Enseñar con la pobreza en la mente» ( Teaching with poverty in Mind), el autor Eric Jensen señala que el mal comportamiento y la impulsividad ocurren más en las familias pobres como respuesta al estrés crónico.

En hogares pobres, comenta,  los niños son menos propensos a participar en actividades de reducción de estrés, como ir a caminar, practicar deportes y hacer ejercicios, porque éstas requieren de la supervisión de adultos , tiempo y dinero.

Los niños pobres tienen menos oportunidad de aprender actitudes como la simpatía, la cooperación y la compasión si sus padres están lejos todos los días en trabajos de bajos salarios .

Los estudiantes en esta perspectiva de pobreza, sienten que sus padres no tienen interés en sus actividades escolares, que nadie se preocupa por ellos y lo que es más duro que los profesores no los quieren.

Algunos especialistas señalan que promoviendo la autoconfianza en el salón de clases, dándoles la oportunidad de tomar decisiones, promoviendo la solidaridad por medio del trabajo en equipo y la organización para el desarrollo de proyectos, los alumnos irán tomando confianza para que puedan ir cambiando su perspectiva del mundo.

Esto con la intención de que los estudiantes puedan tener en un futuro con oportunidades.

En un siguiente artículo esbozaremos, de manera más profunda otros elementos que nos puedan permitir darles a nuestros estudiantes alternativas de vida y llegar, como decía Confucio, a ofrecer una educación sin distinción de clases.

Mientras tanto reciban un abrazo digital y muchos saludos.

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