(www.eloriente.net, México, 31 de julio de 2016, por Luz María González Esperón*).- Conocí a Rubén Vasconcelos Beltrán, hace ya muchos ayeres, pero nuestra amistad se hizo más cercana a partir del año 1999, en que ingresé al Seminario de Cultura Mexicana, A.C. Corresponsalía Oaxaca. A través de las sesiones ordinarias y otras muchas reuniones de tipo cultural y social se fue templando nuestra amistad y fui conociendo al maravilloso ser humano que habitaba en Rubén.

Su infancia no fue nada fácil. Habitante del barrio de la Defensa, huérfano de padre, a los 12 años, tuvo que tomar el papel de cabeza de familia en unión de su madre doña Emilia Beltrán Catoir, brindándole el apoyo necesario en los diversos trabajos que ella tenía que desempeñar, con tal de llevar el dinero que hacía falta en su hogar.

La imagen de su padre, don Rafael Vasconcelos, la sustituyó con la figura de su abuelo, don Darío Vasconcelos. De su mano disfrutó, durante su infancia, el caminar por las calles de nuestra ciudad, admirando con asombro la arquitectura de nuestras casas coloniales, de nuestros templos y gozando de nuestros parques. Igualmente, guiado por su madre, conoció nuestras tradiciones, disfrutó nuestra gastronomía y practicó nuestro estilo de vida. Su abuelo le dio valiosos consejos que lo ayudaron en su vida a forjar su carácter.

A través del trato frecuente con Rubén, descubrí al excelente y maravilloso compañero que día a día, y durante varios años realizó un verdadero apostolado cuidando a Sylvia Méndez León,- su queridísima esposa – afectada en su salud por un mal irreversible, cuyo cuidado exige esmero, una paciencia infinita y un inconmensurable amor, que él sin desfallecer le brindó a raudales. Trampa de la vida que no impidió que desarrollara sus múltiples trabajos cotidianos con tesón, fortaleza y responsabilidad

Conocí también al padre amoroso, justo y amante del diálogo, que enseñó a sus hijos a amar a Oaxaca y llevarla en el corazón. Predicó con el ejemplo los valores fundamentales que debían formar y fortalecer a su familia para hacer de sus cinco hijos: Silvia, Mónica, Rubén, Darío (+) y Juan Pablo Vasconcelos Méndez, destacados profesionistas. Seres útiles a la sociedad, quienes han correspondido con creces a los esfuerzos de sus padres, brindándoles amor, respeto y gratitud, siendo además solidarios en el sufrimiento pan cotidiano y amargo que difícilmente falta en la mesa familiar.

Amigo de todos, llegó a convertirse en un laurel frondoso que fue cobijando bajo sus sombras a sus fieles seguidores sin distinción de clases sociales. Tuvo un sentido exacto de lo que es la gratitud y cultivó la amistad con esmero y lealtad, regalo del que nos enorgullecemos los que tuvimos el privilegio de contarnos entre sus amigos. Su tradicional llamada telefónica en el día de nuestro cumpleaños era recibida siempre con alegría y agradecimiento al oírlo entonar “las mañanitas”.

 




 

Desempeñó diversos trabajos de especial responsabilidad como funcionario estatal y de tipo académico, habiendo llegado a ocupar el muy honroso cargo de primer Rector, de la ya entonces Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Que anteriormente fuera, el glorioso Instituto de Ciencias y Artes del Estado, después convertido en Universidad Benito Juárez de Oaxaca. Alma Máter, en que realizó sus estudios profesionales de licenciado en administración de empresas, cursando después, becado, una maestría en Sao Paulo, Brasil en la fundación “Getulio Vargas”, tiempos en que los postgrados en el extranjero estaban muy lejanos. Además, lo vimos ocupar otros cargos de tipo político administrativo, los que desempeñó con honestidad, espíritu de amor y servicio a Oaxaca.

Testigo de acontecimientos de la vida cultural, política y social de esta Oaxaca nuestra, se le nombró con el justo, muy justo membrete de Cronista de la Ciudad, a partir del 2001. Cargo vitalicio, ganado a pulso, por su intensa actividad cultural desarrollada durante muchos años, la que lo hizo poseedor de un gran acervo de conocimientos que abarcó no solamente nuestra ciudad capital sino del Estado. Como resultado de su apasionado amor a la tierra que lo vio nacer, a su historia y a sus diversas culturas, alcanzó diversos reconocimientos, entre ellos, el nombramiento de Ciudadano Distinguido y posteriormente la Medalla Donají, que le confirió el Ayuntamiento de la Ciudad, presidido entonces por el licenciado José Antonio Hernández Fraguas, en ceremonia que tuvo lugar el 25 de abril del 2009.

Nos legó el testimonio de un sinnúmero de acuciosos trabajos literarios entre ellos, los siete tomos de Oaxaca, Ciudad Para Vivirla y Contarla. Valiosa fue su colaboración semanal, durante los últimos 35 años, como Cronista de la Ciudad, brindada al diario “El Imparcial”, el mejor diario de Oaxaca. Artículos que servirán para alimentar a los estudiosos, con sucedidos relevantes, nombres y fechas. Citaremos también sus múltiples conferencias, dentro de nuestro país y en el extranjero, enriquecidas con fotografías de su archivo personal, para la divulgación de la historia y cultura de esta su tierra natal, dictadas con sentimiento de oaxaqueño auténtico. Labor extenuante, que unida a sus programas radiofónicos y televisivos, él realizó con alma emocionada y que nos lleva a recordar a Carlos Pellicer que nos dice: “Viaja, viaja, viajero, con rumbos a los cielos de Oaxaca…”

Rubén Vasconcelos Beltrán, entrañable amigo, a nombre personal y de tus compañeros del Seminario de Cultura Mexicana, hemos querido expresarte, que al árbol se le conoce por sus frutos, y que mucho fue lo que aprendimos con tus lecciones de amor a Oaxaca. El mérito de tus esfuerzos, siempre estuvo premiado por tu capacidad de convocatoria. Tu liderazgo moral y de conocimientos fue seguido con gran placer, a partir del cariño que repartiste. ¡Ojalá que personas como tú condujeran los destinos de esta sufrida ciudad!

A esta gran Señora del Sur, que tanto amaste le duele tu ausencia física. Extrañaremos estrechar tu mano cordial que siempre nos tendiste. El cielo azul –de ese azul que sólo es oaxaqueño- y que tú tanto admiraste, te cubrirá y te protegerá, y allí, desde ese reino, nuestra nostálgica Canción Mixteca e inmortal Dios Nunca Muere, te acompañarán en tu sepultura a perpetuidad.

*Miembro del Seminario de Cultura Mexicana, A.C. Corresponsalía Oaxaca, “Ing. Alberto Bustamante Vasconcelos, que preside el Arq. Prometeo Sánchez Islas.

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Imagen: Rubén Vasconcelos Beltrán

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