eloriente.net

5 de enero de 2017

Por Juan Pablo Vasconcelos

@JPVmx

“El país necesita un nuevo arreglo cultural. Oaxaca lo necesita también de manera urgente.

Un arreglo de convivencia y gobierno centrado en las personas: 

en nuestras verdaderas necesidades, emociones, motivaciones y realidades.

Necesitamos desmontar lo que hay y construir un nuevo proyecto de Estado desde la cultura.”

 

La cultura eres tú. Somos nosotros. O al menos, trata de nosotros. Así te respondí cuando llegaste a preguntarme con los ojos bien abiertos sobre qué es esa cosa tan simple y tan velada.

Por otro lado te agradecí —seguro lo recuerdas— que me hayas cuestionado sobre el tema, pues me cuento entre los que intentan comprender, pero que no han llegado a conclusión alguna. De hecho, desconfío de los conclusivos, de los que andan por la vida pregonando la verdad, queriendo convencernos siempre, dividiéndonos siempre entre los que saben e ignoran, entre buenos y malos, entre ellos y nosotros.

Comprendiendo ¿Qué puede haber más humano que este gerundio? Quizá solo “viviendo” se le impone. Aunque también “expresando”. De alguna manera, los tres términos son las tres caras de una misma moneda de tres caras. Y como somos libres, ya podemos ver esa moneda que incluso nos mueve a risa o recordar al poeta que nos dejó dicho: “el uso de los gerundios es una muestra de inmadurez literaria”.

Y entonces, como puedes notar, uno va evadiendo juicios y prejuicios.

Permanentemente nuestra interioridad se opone obstáculos, trampas, pruebas, niebla.

Nos impedimos lo básico: comprendernos.

Comprender nuestra humanidad. Hay una definición en la Declaración de Friburgo que desde que la encontré hace algunos años me pareció muy exacta, particularmente en algunas palabras que ya enfatizo más adelante: “el término ‘cultura’ abarca los valores, las creencias, las convicciones, los idiomas, los saberes y las artes, las tradiciones, instituciones y modos de vida por medio de los cuales una persona o un grupo expresa su humanidad y los significados que da a su existencia y a su desarrollo”.

Las palabras que enfatizo seguro ya las encontraste también en la lectura: “expresa su humanidad”.

¿Alguna vez te has preguntado cómo se hace? ¿Cómo se tiene acceso a semejante privilegio? ¿Qué fue lo que hicimos para merecer esta oportunidad constante de expresarnos e imaginar y escribir y crear y darle sentido al mundo?

Así la expresión, la cultura, es un privilegio, pero no lo es por elitista ni por excluyente, sino porque nos pertenece a todos como seres humanos aunque solo a los seres humanos. En ese sentido, su valor es incalculable y nuestro agradecimiento debería ser mayúsculo. También, porque expresar nuestra humanidad nos proporciona un hondo placer, una sensación de libertad plena, una experiencia poética, una emoción física que sube de la boca del estómago hasta provocarnos una carcajada o humedad en la mirada.

Sentirnos bien.

Procurar sentirnos bien, como quiera que cada uno asuma ese asunto libremente. Yo veo la rutina de Nadia Comaneci en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 y veo una obra extraordinaria, una amalgama de talento, trabajo, estética. Repaso su sonrisa serena al concluir y alzar los brazos y puedo sentir con ella el emocionante momento.

Algo parecido me detuvo el otro día, justo en el pasillo de la casa de ustedes, al encontrar un cuadro de Chapa: un matiz rojo me atrapó la mirada y luego disparó la memoria, los recuerdos, los rostros.

Y luego está el asunto de la escritura. Estoy convencido que además de campañas de fomento a la lectura, debemos contar con campañas de fomento a la escritura.

Este ejercicio que no se practica para explicar sino para explicarnos. Y la euforia única que provoca resolver una frase, describir más efectivamente una idea o acercarse a la comunicación de un personaje triste, trágico, apasionado.

Claro, estos son únicamente ejemplos de cómo la expresión humana, la cultura, nos abre el abanico interior hacia zonas antes desconocidas y nos provoca placer y nos lanza a la aventura de las emociones y nos forja un destino enriquecido.

La cultura crea interiores robustos, amplios, espíritus sin limitaciones.

Por lo tanto, la vida de la comunidad se fortalece con la cultura, pues un ser robusto —desde esta perspectiva— es más capaz de comprender y comunicarse con los demás, para así resolver la natural problemática de las relaciones humanas.

Es verdad que siempre tendremos diferencias y retos y para ello nos organizamos en un espacio y construimos instituciones.

Sin embargo, nos hemos olvidado que la base de esa organización es humana.

Es subjetiva.

Los poderes e instituciones los hemos despersonalizado de tal manera que parecen ser fines en sí mismos, artefactos lejanos de las preocupaciones básicas, ocupados en recursos y burocracia, pero no en la vida sencilla, en la cotidianidad, en comprendernos.

Por eso, la discusión política necesita refrescarse e iniciar primero una discusión cultural centrada en las personas.

En esos aspectos que la definición arriba escrita ya está anotando.

¿Porqué las reformas, los proyectos, los planes, los discursos, no tienen efecto ni en el ánimo social ni en la realidad? Porque tratan de todo menos de ti y de mí, de nosotros. Tratan de cosas y hasta quizá de objetivos absolutamente cuerdos, pero no de aquello que sentimos tu y yo profundamente en estos instantes, en este contexto.

Así, se impone conversar. Iniciar una reflexión lo más abarcadora posible sobre estos temas. Intentar reconocernos. Atisbar aproximaciones.

Nadie puede decir que un Arreglo Cultural es posible construirlo artificialmente y al vapor. Necesita cocinarse.

De lo contrario, seguiremos padeciendo el desarreglo.

El mismo que ha propiciado entre personas la desintegración, la apatía, el hartazgo, el miedo, la enfermedad. El mismo que ha alimentando en el pueblo el encono, la discriminación, la sed de venganza, la desvalorización. El mismo que empuja que en el espacio común impere la violencia, la destrucción, el descuido, la incertidumbre. Que en las instituciones haya impunidad, corrupción, ingobernabilidad. Y que la viabilidad del Estado sea dudosa por la ignorancia, la desigualdad, el desarraigo.

Necesitamos un Arreglo.

Que propicie certidumbre para las personas; re-asociación en el pueblo; puesta en valor del espacio común; ética en las instituciones; e identidad, para hacer viable el Estado.

También, necesitamos líderes y ciudadanos.

Expresión cultural

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