(www.eloriente.net, México, a 18 de diciembre de 2017, por Jaime Palau Ranz).- Esta semana debería estar escribiendo sobre la final de la liga invernal mexicana que se está desarrollando en estos momentos entre dos equipos hermanos, los Guerreros de Oaxaca y los Diablos Rojos del México, sólo que ese comentario lo haré la próxima semana, ésta la quiero dedicar a mi amigo Mark Richard Torrance.

Mark nació en San Diego, California en los Estados Unidos el 11 de abril de 1957, jugó de manera profesional el béisbol como lanzador en las Ligas Menores de los Estados Unidos durante su juventud, ya entrado en sus treintas fue contratado para jugar en la Liga Mexicana de Béisbol con los Olmecas de Tabasco, participó con ellos en una única temporada, la de 1988.

Terminando la temporada regular, se quedó en Tabasco a jugar con el equipo de los Ganaderos, al poco tiempo y como todos los peloteros están en comunicación, le avisaron sus amigos Willie Darkis y J.J. Bellacetín, que habrìa pelota profesional en la capital de Oaxaca, se comunicó con el ampáyer de Liga Mexicana Vicente Aceves, que en esa época también tenía el cargo de Presidente de la Liga del Istmo, quien le confirmó que el Club Ángeles de Ciudad Ixtepec dejaba su lugar y esa franquicia la ocuparía el equipo Magueyeros de Oaxaca de Juárez.

Torrance llegó a Oaxaca firmando su contrato con Jacobo Chong, quien con Enrique Uribe Bourguet y otros oaxaqueños, habían iniciado la aventura de tener un conjunto en el béisbol de paga invernal, los Magueyeros, recién desempacado, Mark se quedaba a dormir en el Club House ubicado en Ixcotel, claro, es una manera muy elegante de decirle a la casa de Doña Juanita, madre de Wenceslao Sánchez, quien era parte del grupo.



Al poco tiempo se le cambió a un departamento en la calle de Alcalá, enfrente de Santo Domingo, era un estrella y se lo merecía, Magueyeros fue campeón en esa única y última temporada de un equipo de la capital oaxaqueña en la liga invernal del istmo, los inversionistas se fueron retirando uno a uno, dejando solo al final a Enrique Uribe, pagar sueldos de peloteros, estancias, viáticos, pelotas, ampayers y todo lo necesario, por poco le cuesta el matrimonio y su patrimonio, peligró su Imprenta Fernández con tanto gasto.

Desde que llegó Mark Torrance empezó a salir con mi amiga Guillermina Aragón, de esa unión en 1988 nació una hermosa niña en 1990, Kimberly Torrance Aragón, aún recuerdo haber acompañado a Mark al sanatorio Vasconcelos en la calle de Morelos para conocer a la pequeña rubia, si no mal recuerdo fue un 24 de septiembre, mismo día del cumpleaños de mi madre, desafortunadamente esa unión se disolvió en 1992.

Enrique Uribe, junto con Gustavo Donnadieu, eran propietarios de un equipo llamado Yankees en las ligas locales de Oaxaca, ese conjunto hizo historia por la cantidad de campeonatos que consiguieron en las más de 20 temporadas que duró esa dupla, al quedarse Torrance en Oaxaca y siendo un “caballo”, que es como se le denomina a los peloteros de gran calidad, de inmediato lo jalaron para ser el lanzador estrella, fue pieza fundamental para conseguir tres campeonatos en seis torneos en los que estuvieron juntos.

Pagar peloteros en una liga amateur no es un buen negocio y la bolsa de Uribe se estaba secando, le daban a Mark 1500 pesos a la semana por lanzar, le invitaban la comida muchos días y se le apoyaba con el pago del departamento, después de tres años ya no hubo manera de seguir con esa unión, Mark fue contratado por un equipo de Miahuatlán, posteriormente por la Bella Época y uno que otro equipo más en su paso por Oaxaca que pudiera financiar lo que cobraba por sus servicios.

Torrance tiraba a una extraordinaria velocidad, en la ligas locales era una bola de humo, no había forma de conectarla, aun cuando dejó de jugar en liga mexicana o en triple A de EEUU, mantenía la forma, recuerdo bien que poco antes de iniciar la pretemporada de las Ligas Mayores, a mediados de los noventas, Vinicio Castilla, el gran pelotero mexicano, le pedía le lanzara varios días de la semana a manera de práctica para agarrar ritmo a la pelota de velocidad antes de reportar con su equipo en las mayores, y no fue un solo año, eso habla de que era un buen sinodal para uno de los más grandes bateadores de la historia.

A finales de los noventas se creó en Oaxaca una liga de softbol, fui invitado a integrar el equipo histórico “Centro de Idiomas” cuyo capitán era Mark Leyes, Cónsul de los Estados Unidos en Oaxaca y director del referido centro en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, este club tenía muchos jugadores americanos fanáticos al béisbol de la colonia americana en Oaxaca, recuerdo a Marcus Winter, un extraordinario arqueólogo, Tomas Dunham, Mike Fite, también estaba un pintor muy famoso que exponía sus cuadros con imágenes de Oaxaca en galerías de Nueva York, en este momento no recuerdo su nombre, Leyes consiguió que vinieran a jugar al equipo Willie Darkis y Mark Torrance, por supuesto que sin cobrar un solo centavo, el poder que adquirió el equipo fue enorme y fuimos campeones del torneo de 1998 y llegamos a varias finales más.

Mark Torrance jugaba aparte de lanzador jugaba de short stop, cuando recibía una rola y tiraba a primera, tronaba el manoplin del inicialista y había que sobarse la mano, vaya fuerza para lanzar la pelota, bateando también era un dolor de cabeza, tanto en softbol como en béisbol conectaba jonrones por todos lados, medía casi dos metros, era un atleta completo, jugaba todos los deportes con gran habilidad, destacando el béisbol y el basquetbol, aunque también era un gran jugador de billar, era un extraordinario amigo que le encantaba la parranda, vaya manera de fumar y de beber cerveza.

Fuimos juntos a muchos juegos de liga mexicana cuando llegaron los Guerreros de Oaxaca, era increíble ver cuantos aficionados le pedían su autógrafo a Mark al término de los partidos, y no lo confundían con peloteros profesionales, la gente sabía quién era, muchos veteranos de los equipos visitantes lo saludaban y lo respetaban por su velocidad cuando lo enfrentaron.

Ya hace años se había regresado a vivir a San Diego, se dedicaba a impermeabilizar azoteas, en septiembre de este año le salió un absceso en la ingle y al checarse se detectó que tenía un tumor y cáncer en el hígado, tres meses duró con vida, falleció este doce de diciembre a las 9 de la noche, descanse en paz mi amigo Mark Torrance.

Seguiré comentando la próxima semana.

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