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22 de abril de 2018

Por: Omar Alejandro Ángel

LAMICTAL 

A María Limón

Alma mía, sola, siempre sola,
te pareces tanto que resultas
quizás un espejismo,
una ilusión que encuentra la carne
una vez cada lustro,
una esperanza
tan pasada de moda ya.

Música,
la que desprendes por cada poro,
sin que nadie comprenda tu sufrimiento,
tu horrible padecer.
Música,
noche en que las reglas son puestas sobre la mesa,
volcadas en el vértigo de un beso.

Para mi, tus ojos cándidos;
para ti, tristes, hacia abajo,
dices fingiendo una existencia
siempre llena de dicha y de placer.

Qué difícil es decir todo con la mirada
o comprender siquiera qué belleza tiene
tu existencia que me reflejo dichoso.
Y a veces me pregunto qué pasaría…

Alma mía, sola, siempre sola,
una vez cada lustro
embriagas con suave aliento

Y te dispersas
alma mía, sola, siempre sola,
como esta droga
que me ata al recuerdo.