Y cuando nos damos cuenta

(www.eloriente.net, México, a 27 de abril de 2018, por: Vania Rizo).- Y cuando nos damos cuenta, vamos caminando con desórdenes. Pensamientos sin control, que se fueron contaminando.

Cargamos creencias alimentadas de dolor, miedo excesivo, de rechazo, angustia, de duda y ansiedad.

Adquirimos con el tiempo, una habilidad mañosa para escapar. Corremos de la mano con nuestra neurosis hacia los distractores. Volteamos desesperados hasta encontrar un alivio, una tregua, una chispa rápida.

Por la prisa, la impaciencia de la consciencia, de tratar de comprendernos sin dedicación, vamos dañando, dañándonos. Contribuyendo a una cadena vigente de egoísmo, banalidad, perversión y superficialidad.

Cuando nos damos cuenta, estamos dentro de un juego popular. Luchamos por tener el poder, el control, la razón, y hasta la verdad. Entramos en una simulación, nos quejamos de nuestra soledad pero escondemos nuestra presencia. Queremos ser amados pero no abrimos nuestro corazón. Queremos ser recordados pero somos mediocres, perdiéndonos en tantas cosas estériles.




Lloramos el vacío que sentimos, suponemos que no tenemos nada, anhelamos que algo nos salve de la quemazón, queremos vivir en el paraíso pero no nos arrojamos a él. Por diferentes circunstancias, alargamos capítulos que han muerto desde hace mucho tiempo, necesitados como drogadictos en el fondo, aceptamos lo mínimo.

Algunos se quedaran en la miseria, sin certezas, con culpas, en lo borroso, en lo lacerante. Continuarán caminando con gran pesadez y quizás no se pregunten porqué siempre terminan tan cansados, tan muertos. Pero habrá quienes nos damos cuenta, queremos vivir mejor.

Llegamos con toda la elegancia requerida para nuestra pequeña muerte y
finalmente nacemos renovados, frescos, novedosos, lubricados, ligeros, plenos en un nuevo comienzo.

Y cuando nos damos cuenta, caminamos con equilibrio.

 

Foto: Sebastiao Salgado