Herida con herida

Por: Vania Rizo

“En lo más profundo de sí mismo,Tsukuru Tazaki lo comprendió: los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen, mas bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la verdadera armonía.”

Haruki Murakami

En la punta del dolor y de la incomprensión, mi psicóloga Estefanía me recomendó un artículo que habla acerca de distintas formas de gestionar una ruptura de pareja, de lo que significa perder por siempre a tu otrora gema favorita. Texto escrito por América Pacheco, quien con ahínco, preguntó los protocolos que se llevan acabo cuando te rompen el corazón.

Su curiosidad de saber cómo sobreviven otros a las heridas, al desamor en tiempos de hiperconexión; me conmovió y me abrazó. Ya no me sentí rara por mis porqués, por mis sin embargos, por mi corazón fulminado.

Pasaron días hasta que la brújula me volvió a llevar a América; tenía preguntas que hacerle, a la par de declararle mi gratitud y admiración por escribir valerosa entre tanta desolación. Entonces la busqué, le escribí y enseguida me respondió con empatía, con apertura. Conectamos herida con herida y nos abrazamos en Mérida, Yucatán por primera vez. Ahí entre el calor y la belleza de la Ciudad Blanca, nuestra amistad comenzó.

Fue un momento paradójico: conocerse a partir de la pérdida. Pero justo cuando afrontamos las paradojas de la vida, es que encontramos las señales de nuestra fuerza espiritual.

Conocer a América ha sido mágico y enigmático. Pero eso no le quita la claridad de su amistad, de la honestidad y la solidaridad. El misterio radica en que; cada vez que nos encontramos en persona, algo crucial está sucediéndonos. Es como ella sugirió un día: cada que nos vemos es como invocar a un talismán.

Varias veces he pensado que si no fuera por esa relación tan hermosa y profunda que se nos rompió a “F” y a mí, quizás no hubiera conocido a mi amiga con nombre de partido de fútbol. A lo mejor no la hubiera conocido desde la plenitud. Claro que a veces me da pena la penumbra con la que me ha tenido que conocer y acompañar. Pero así vino en nuestros guiones; blackout para apreciar mejor las sonrisas de sol.

América, que conocí en el continente que lleva su nombre, pronto se irá a vivir al suroeste de Europa. Ha tomado el llamado una vez más, pues es una pasajera en trance, siempre en busca de más vida; entregándose, recibiendo. Como nuestra amistad.

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