Foto: Luis Alberto Osorio Ochoa @luisosorio8a

Por mí se llega a la ciudad del llanto;

Por mí a los reinos de la eterna pena,

Y a los que sufren inmortal quebranto.

Dictó mi Autor su fallo justiciero,

Y me creó con su poder divino,

Su supremo saber y amor primero.

Y como no hay en mí ni fin ni mudanza

Nada fue antes que yo, sino lo eterno…

Renunciad para siempre a la esperanza.

DANTE ALIGUIERI

La muerte es una de esas cosas que uno experimenta cuando le sucede a otro, nadie va vivir su propia muerte, nadie nos ha venido a contar cómo es perecer, no hay certeza del cielo o del infierno aunque hay infinidad de explicaciones que pretenden sanar el espíritu durante el pesado duelo. Algunas culturas explican la muerte como un ciclo que nos devuelve a la divinidad o que nos envía al infierno-según el juicio de nuestras acciones otras culturas nos cuentan sobre la transmutación de las almas en diferentes seres vivos, desde el pequeño roedor hasta la fiera más temida. El alma transmuta de cuerpo en cuerpo hasta que se purifica y finalmente se suspende, son bellas las explicaciones sobre el fin de la vida, nos dan el consuelo, la añoranza del cielo, la paz del descanso y la esperanza del reencuentro con aquellos que echamos de menos.

La muerte en nuestros días no tiene la imagen poética que describe Juan Rulfo en Macario, no es la muerte que se aparece en la cabeza o en los pies del enfermo para dictar si éste vive o muere, las herramientas, técnicas y estrategias de la muerte son un espectáculo de escenas despreciables que se distribuyen geográficamente siendo accesibles a cualquier persona con un celular y disposición de internet.

México ha vivido los años más violentos desde que se desató la guerra contra el narcotráfico, el terror se masificó, los acontecimientos más viles se inauguraron ante nuestros sentidos, noticias de acribillados, decapitaciones, robos con violencia, secuestros y cadáveres que se exponen en lugares públicos para enviar mensajes a la ciudadanía sobre el estado de ingobernabilidad, los movimientos de autodefensa nos demostraron la deficiencia de la llamada guerra contra el narco, desentrañaron los números de muertes por asesinato, se conocieron los cementerios clandestinos, abrimos la ventana al desierto de lo real.

Rita Laura Segato autora del texto Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres (2014) describe el cambio de paradigma al centralizar la agresión sexual como arma productora de crueldad durante la guerra, hace un análisis de los crímenes sexuales pero también de  “la rapiña que se desata sobre lo femenino –rapiña que-  se manifiesta tanto en formas de destrucción corporal sin precedentes como en las formas de trata y comercialización de lo que estos cuerpos puedan ofrecer.”



Los cuerpos se vulneran transmutando a cosas; piezas de reserva en el tráfico de órganos, objetos de placer en la trata de blancas, engranajes en el campo laboral – las nuevas formas de esclavitud del siglo XXI-  por otro lado, con sutileza generamos modelos de exclusión que atentan contra la dignidad humana cuando se omiten servicios de salud, vivienda y oportunidades para el desarrollo de grupos marginados e indígenas.  Los olvidados son aquellos seres humanos donde se conjuga la amalgama del género, la etnia, la discapacidad y la pobreza.

La sociedad se sofoca, se ve aplastada por las técnicas de gobernanza, por los ambientes morales fundados desde la opinión y la creencia, sobre las convenciones sociales más absurdas que le ganan a la razón. Los síntomas que afloran son el hastió, la apatía, la depresión, el estrés, la competencia por sobrevivir en el teatro del mundo.

El fenómeno de la muerte es inevitable, todos seguiremos el mismo sendero un paso tras otro nos acercamos al fin de nuestros días, como seres finitos nos proyectamos al futuro guiados por nuestra voluntad pero ya llegará el día en que nos deslicemos al abismo, si la muerte está latente lo que nos queda es decidir sobre la vida, por otro lado, hay quienes en el mundo no tienen elección, no pueden superar sus ataduras por el contexto social-cultural-político-económico simplemente se dejan arrastrar, sometidos al torrente de contingencias,  sobreviviendo. En contextos como éstos no hay elección, quienes salen de la marginación sacrifican la fuerza física y espiritual,  por eso muy pocos asumen la tarea, quienes lo intentan renuncian desencantados de la extrema polarización entre ricos y pobres, entre los sujetos de derecho y aquellos que son usados como objetos para desarrollo, como medios para fines y no como fines en sí mismos.

Las últimas semanas hemos rememorado y/o “conmemorado” la muerte por asesinato, la desaparición forzada y el ejercicio de libertad de darse muerte pero poco pensamos en los vivos que hoy deambulan por las calles, en los cuerpos invisibles; infantes en los puentes, mujeres en la lucha por el reconocimiento de sus derechos, hombres que por desempeñar trabajos con su fuerza física se equiparan a las bestias. Detengámonos individualmente a revisar nuestras condiciones de vida en la carencia y el privilegio, revisemos el presente para vislumbrar lo que podemos construir desde hoy para el futuro.