Deténgase a pensar en lo siguiente ¿cómo se relaciona su alimentación con el medio en que vive?, imagine que nació en Australia, Japón o Namibia.

Los comensales alternativos inauguraron una mirada crítica sobre el consumo de productos derivados de la muerte y del trabajo de animales. Los vegetarianos y veganos- que no sólo viven de ensalada- nos hicieron consientes de la instrumentación y tecnificación de los procesos de producción que se utilizan para cumplir con la demanda de la abundante población mundial que requiere más y más alimentos. Las empresas producen aunque tengan que pasar por encima de la dignidad humana y el valor de la vida.

La regulación sobre la explotación de recursos y la distribución de mercancías en México es ambigua, los que ganan son pequeños grupos  privilegiados y extranjeros -como en la mayoría de los países de Latinoamérica-  quienes aprovechan los recursos hídricos, mineros  forestales y turísticos del territorio. Las pocas empresas nacionales no tienen cabida con las trasnacionales que dan empleos, bonos, salarios quincenales y vacaciones pagadas, las empresas grandes lo abarcan todo,  generan empleos remunerados que dan mayor seguridad a los trabajadores y compiten aplastando al negocio local. El intercambio económico permite a las personas acceder al bienestar y disfrutar de las mieles del poder adquisitivo, a cambio, se les dosifican los recursos y se les explota como mano de obra. Son escasas las contrataciones de profesionistas para cargos importantes, en su mayoría las empresas requieren obreros para producir bienes y servicios.

El medio natural se ha transformado por las acciones humanas; el paisaje es la manifestación de los alcances e ideales de la civilización: si es necesario comunicar pueblos separados por el relieve; se construyen puentes, se elevan centros ceremoniales para manifestar los ideales de la cultura, por otro lado, la gastronomía nos muestra la biodiversidad del territorio.

Las advertencias sobre el impacto de las acciones humanas en la naturaleza no son algo novedoso, desde los años sesenta se cuenta con registros documentales y pruebas que explican los daños del uso de pesticidas en la calidad del suelo,  aunado a lo anterior deben considerarse los índices de toxicidad de los elementos que se agregan a productos que luego serán consumidos en forma de alimento por los humanos. En la explotación y sobreexplotación de los recursos se compromete la estabilidad del ecosistema, al que se han adaptado plantas y animales que se consideran endémicos: el quetzal, el lobo mexicano son ejemplos de especies en peligro de extinción -¡piénsatelo despacio!- es imperioso comprender la relación entre el territorio y las formas de vida que se desarrollan (biodiversidad), si se rompe ése delgado equilibrio se ponen en riesgo cadenas alimenticias.

La explotación de los territorios no se puede frenar pues hay familias que dependen de los recursos primarios que les brinda la naturaleza por eso deben buscarse alternativas que piensen los problemas de manera transversal para el sostenimiento de la vida común.

La buena noticia, es que no todo lo absorbe el capitalismo, en las zonas rurales de México se han conservado prácticas de intercambio de mano de obra que se denominan  gozona, las personas acuerdan los días y las horas de trabajo para conseguir objetivos comunes. La gozona es un ejercicio colaborativo que desarrolla ambientes morales en los que prevalece la confianza, se hacen cuadrillas familiares o de amistades para trabajar en común en la recolección, siembra o limpieza de los terrenos. La gozona es un medio para servirse de la cosecha y aprovechar la materia prima para elaborar nuevos productos.

El intercambio que se acuerda en estos tratos puede incluir; un porcentaje de la cosecha, el tiempo de trabajo,  el pago equitativo por servicios extras y la lealtad al pacto de palabra. En el sistema capitalista el ser humano dedica su tiempo de vida a la obtención de recursos, -la mayoría que vive en ciudades lo hace por la oferta de trabajo en las fábricas- la observación crítica de los ambientes morales en los que vivimos nos exige decidir sobre qué hábitos, tradiciones, costumbres nos seguimos reproduciendo.

Las luchas sociales no son sólo armadas y violentas, también hay expresiones de resistencia pacíficas…graduales en el desarrollo de objetivos concretos, transformadoras de la realidad social.

En fin, los movimientos intelectuales y culturales, abren las posibilidades de relaciones más  más amigables con el ambiente que nos rodea. Las presentes generaciones están desarrollando una conciencia sobre el impacto de algunas prácticas cotidianas -bastante arraigadas- que tienen repercusiones para la vida sostenible del planeta.

¿Por qué es necesaria la mirada que contempla el paisaje? Además de una función estética,  la naturaleza que nos rodea ofrece condiciones para abastecer comida y refugio, por lo anterior, lo natural es la vía por la que el ser humano obtiene recursos para construir su mundo: con aparatos electrónicos, edificios, museos, caminos, fronteras, telecomunicaciones, aviones, maquinas que cavan a cientos de metros para extraer combustibles, etc. La explotación de recursos naturales provoca anomalías en el equilibrio de los ecosistemas. El consumo acarrea gastos excesivos de energía y recursos vitales que son acaparados por las empresas para seguir produciendo.

El desarrollo económico se guía bajo un único valor; el dinero, no se entera de los daños al ambiente ni de los pueblos despojados,  la demanda de nuevas prendas  para la temporada otoño- invierno no se frena por la contaminación de ríos o la intoxicación de un miserable niño de la India.