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En diferentes ocasiones frente a grupo ha surgido un tema interesante que remite a una pregunta profunda, la pregunta es ¿Qué cosas son inevitables para los seres humanos? Los grupos no tardan mucho en responder que un hecho inevitable de nuestra existencia es la muerte, y en efecto, morir es el evento inevitable que nos concierne a todos, incluso podemos decir, que es el número uno de los tres que hasta el momento se han dicho. Respecto a los otros dos sucede algo curioso, pues los grupos de padres o maestros, piensan y piensan y expresan opiniones diferentes, muchas veces sin llegar a las palabras buscadas, por ejemplo, hablan sobre envejecer, pero hay personas que no envejecen, hablan sobre ser productivo, pero no todos lo son, hasta se habla de motricidad pero hay cuadripléjicos.

¿Cuáles son entonces las otras dos condiciones que son inevitables a los seres humanos? Estas condiciones son la frustración y la soledad, pues no existe ser humano que no se haya frustrado, ni tampoco ser humano que en algún momento de su existencia no haya sido consciente de su propia soledad.

Hoy vamos a ocuparnos del tema de la frustración que como tal, es muy amplio, extenso y fascinante, por lo que lo vamos a delimitar, pensando en cómo aprendemos a frustrarnos, que emociones intervienen y qué podemos hacer con la frustración.



Partiendo de ese contexto, iniciaremos primero definiendo que es la frustración, si bien en los diccionarios puede haber diferentes definiciones, el concepto que hoy vamos a ocupar, involucra a la persona con sus deseos, es decir la insatisfacción que surge de las expectativas y deseos no cumplidos.

Para entenderlo de mejor manera, debemos regresar a las etapas iniciales de la vida de todos, pues después de nacer, automáticamente nos volvemos el centro de atención de nuestra familia –por lo menos en la mayoría de los casos-, y la misma familia está pendiente de nuestras necesidades, deseos y cuidados.

En consecuencia en un inicio la vida de los seres humanos está muy ligada a la satisfacción inmediata, -que puede hasta parecer mágica – de nuestros deseos y necesidades, pues al bebé le basta con llorar para ser atendido, alimentado o acariciado. Sin embargo el mismo desarrollo va generando cambios en nosotros mismos y el ambiente que nos rodea, pues los padres y cuidadores no pueden estar siempre pendientes y dispuestos a resolver las necesidades y deseos, por lo que el bebé tiene que aprender una habilidad básica para adaptarse: esperar.

Entender esto es muy importante pues las experiencias de frustración en nuestra infancia temprana definen en gran medida nuestro desarrollo posterior, por ello, es esencial que los padres puedan enseñar a los hijos a frustrarse, por medio de palabras como “puedes esperar” “a veces las cosas no salen como quiero pero está bien” entre otras frases sencillas pero impactantes. En consecuencia los padres mismos nos enseñan como frustrarnos pues si nos llenan de cuidados desarrollamos poca tolerancia a la frustración pero si nos permiten frustrarnos aunque sea por pequeños lapsos podemos generar la tolerancia a la frustración que es necesaria para una vida feliz.

Ahora, el segundo punto es ¿Qué emociones intervienen en la frustración? Y esta es una gran pregunta pues la frustración es un proceso plenamente emocional, que normalmente se asocia con enojo y tristeza, que a la vez puede tener como corazón la impotencia, para ser más claros veamos un ejemplo.

Imaginemos que estamos en el tráfico a las 2:30 pm y tenemos una cita importante a las 3:00 pm, pero por las condiciones del tráfico no podremos llegar a tiempo a nuestro compromiso, en ese momento empezamos a sentir como el enojo se apodera de nosotros poniéndonos irritables, ansiosos y estresados, estas emociones se intensifican cuando el tráfico no fluye y seguimos estancados en el mismo lugar, en este punto es donde la tolerancia a la frustración hace su aparición pues si no tenemos tolerancia la experiencia se vuelve displacentera, pues no importa cuánto queramos que el trafico avance, sigue igual, y eso frustra más , en cambio si la tolerancia existe podemos esperar, mantener la calma y encontrar alternativas.

La mejor forma de trabajar con la frustración es introducir un proceso de pensamiento que nos permita identificar lo que sentimos para darle sentido y buscar soluciones, es decir en lugar de dejarnos llevar por la emoción, pensar en lo que sentimos para resolver, esto es un aprendizaje por lo cual la práctica para lograr observar cambios y soluciones requiere tiempo.

 

Te Proyectas: ¿Cómo lidiar con la frustración?

En esta emisión de te proyectas hablamos sobre la frustración.