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La escuela es como una simulación de la sociedad, un espacio cerrado en el cual se reproducen valores, ideologías, conductas, creencias, saberes. En los centros escolares se construye cultura, se mantiene un vínculo oportuno entre la  enseñanza-aprendizaje que se lleva al escenario social, desde el aprendizaje de la lectura y la escritura, se hereda al niño/a una forma de acceso al mundo, a las diferentes cosas del mundo que irá descubriendo.

La transmisión cultural e innovación cultural no sólo se da en los espacios escolares, la educación está unida a los ideales de cada sociedad en concreto a lo que se considera valioso como la conmemoración de alguna fecha histórica o las fiestas decembrinas que se relacionan con la fe, también se considera valiosa la figura del Estado (gobierno) como proveedor de servicios, el nacionalismo, el acto heroico, el triunfo. Ahora bien, no se explicará por qué hay ideales que se consideran más valiosos que otros, lo que interesa resolver es ¿por qué se vuelven perjudiciales?, resulta que algunas prácticas forman parte de sistemas de pensamientos tan arraigados que dan fundamento a muchos otros rasgos de la cultura como la danza, la festividad, la convivencia, lo que beneficia a la sociedad, sin embargo, esa misma unión se manifiesta para rechazar aquello que no encaja con su sistema de pensamiento.

Es difícil notar lo que uno hace constantemente o describirlo, hay misterios en la sociedad que se mantienen justamente porque no hay palabras para describir claramente lo que se presenta ante los ojos, en una sociedad como la mexicana en la que han permeado sistemas de pensamiento convenientes y a la carta de la ideología vigente, son pocos los que actúan con libertad. No hay libertad en pasar diez horas en el trabajo. No hay libertad cuando las personas son dóciles al pensamiento de la generalidad. No hay libertad cuando las personas son ignoradas o se les niegan los derechos.

En las culturas del mundo se han reproducido prácticas que pueden ser juzgadas como reprobables; el sometimiento de los cuerpos de mujeres y hombres en la esclavitud pasada y moderna se justifica en la tradición, en las creencias en todo aquello que se considera valioso por conveniencia. Notemos que algunas veces no analizamos los datos que se nos proporcionan, nos apropiamos de la explicación que consideramos más coherente o simplemente le damos el rango de saber verdadero a lo que la mayoría de las personas acepta. La historia de la humanidad puede contarse desde las creencias y saberes, su distribución geográfica e interrelación con el contexto social, ¿Qué saberes y prácticas han perdurado? ¿Qué saberes estamos heredando a las siguientes generaciones?, correr el riesgo del cuestionamiento, compartir la osadía de pensar.

Los seres humanos somos así, todo es posible; se puede conquistar el cielo, transformar la materialidad, curar enfermedades, escribir obras literarias delirantes, conmovedoras y desafiantes del espíritu humano pero también pueden ser crueles, mentirosos, vanidosos e infames.  La historia de la humanidad nos ha demostrado que las mentiras vitales que reproducimos por cultura pueden ser causantes de actos atroces en nombre de un dios, la supremacía racial o la riqueza.

¿Qué comportamientos deben visibilizarse? ¿Cómo combatir los comportamientos nocivos para la sociabilidad?

El cambio desde la educación es la base que da fundamento al proyecto de trabajar por el bienestar colectivo, el conocimiento es un camino seguro para intervenir la realidad pues las decisiones no responden a opiniones, gustos personales o intereses económicos, se busca la solución más factible, considerando todas las miradas y modelos teóricos para comprender nuestro entorno. El conocimiento es gradual, necesita ejercitarse por medio del pensamiento y uso de la materialidad.

¿Cuáles son los valores que mueven a las personas?

Un rasgo a destacar es la exagerada voracidad por producir deseos, vivimos tal vez  la época más consumista. Equivocadamente el poder adquisitivo se volvió un medio para alcanzar el bienestar, el buen vivir. Ingenuamente hemos confundido la acumulación de objetos con el cultivo de nuestra individualidad, nuestra distracción ha provocado en cierta medida  la sobreexplotación de minerales, plantas y animales en un planeta con recursos finitos, es decir que se agotan.

Algunas personas han despertado, combaten y visibilizan problemáticas comunes como los desplazamientos por el cambio climático, la escasez de recursos vitales como el agua, el gasto de combustibles fósiles que producen gases contaminantes nocivos para la vida humana, los comportamientos de odio como la xenofobia, las homofobias, la aporofobia, todas son muestras de intolerancia, síntomas de la desigualdad.

Al mismo tiempo que nos invade el desasosiego se ven nuevas prácticas en beneficio de la colectividad,  como; el reciclaje, cuidado del agua, la vivienda reducida,  la disminución del uso de energéticos, baños secos, economía solidaria, entre otros,  estos nuevos elementos culturales deben retomarse en la educación escolarizada, para responder a las emergencias de la vida común, fortalecer los conocimientos, las competencias y los valores de manera transversal para que los jóvenes se desarrollen hábilmente en un mundo cada vez más complejo.

La escuela como medio de socialización debe formar en valores en cualquier etapa. Los ejercicios vivenciales son importantes en la formación de los individuos pues resulta más didáctico acercar los objetos, desenmarañar los hechos y fenómenos que verlos pasivamente desde una computadora o a través de indagaciones documentales. En ese sentido los programas de voluntariado que se promueven desde los centros escolares son una forma de metodología participativa que permite entrenar en valores, hacer conscientes a los estudiantes del impacto de sus acciones en la sociedad, ver las problemáticas a las que se enfrentan las personas menos privilegiadas, reconocer que en una ciudad o espacio común se viven múltiples realidades en las que se desarrollan personas; con sueños, anhelos, emociones, preocupaciones, seres iguales a nosotros pero que se han quedado rezagados en la distribución de los medios y servicios para su desarrollo individual.

Fomentar las metodologías participativas genera un poder transformador a través del conocimiento, de ejercicios pensados y meditados desde los saberes, que responden a necesidades reales sin disfraces que sólo den la apariencia de estar haciendo algo por resarcir la marginación, motivando el cambio social para que todos seamos participes de la vida en comunidad.

Existen en México organizaciones de la sociedad civil que trabajan con empresas e instituciones para el mejoramiento de la calidad de vida de personas con discapacidad, grupos vulnerables que por mucho que trabajen, se esfuercen e intenten salir de su estado de marginación no lo logran por los tantos desafíos sociales-culturales-económicos que aún no han sido transformados. Ahora bien, no todos somos  conscientes del impacto de nuestras acciones en los espacios comunes pero si nos viéramos y analizamos los eslabones enlazados en las relaciones más simples como tener comida, cobijo, una vivienda. Si nos pudiéramos quitar el velo que nubla  la vida como la conocemos nos podríamos percatar  de la participación de los muchos individuos que quedan excluidos del acceso a comida, salud, vivienda, educación.

La importancia de fomentar los modelos de participación colectiva permite desarrollar valores como la empatía que en su significado etimológico nos invita a reconocer el phatos padecimiento, la dolencia y vivirla como propia.

Gracias grupos de 300 y 501, por la fortuna de conocernos, me regalaron una bella experiencia de voluntariado en TECHO.