Columna Indicio Esmeralda, por Jarumy Méndez

Los tiempos de coronavirus que vivimos han resultado los más catastróficos hasta ahora para la humanidad.

La saturación de hospitales, la insuficiencia de equipo y cuerpo médico para evitar miles de decesos en el mundo, en fin, sistemas de salud colapsados son noticias del día a día de una historia que no ve un final próximo.

Las oscuras predicciones del Fondo Monetario Internacional sobre el impacto negativo de la crisis generada por el covid-19 sobre la economía mundial anuncian la peor que ha vivido el mundo en casi un siglo: «Anticipamos las peores consecuencias económicas desde la Gran Depresión», proyectó la directora de la institución financiera, Kristalina Georgieva desde abril de 2020. No obstante, la actual crisis es aún más grave que la de 1930, a causa no solo de la pandemia, sino también de las amenazas del calentamiento global y la prevista crisis del agua a escala mundial que, según la ONU, serán aún más graves que la pandemia.

Los gobiernos comienzan a tomar decisiones proyectando el alcance de sus resultados en el esquema 2030-2050. Es quizá, una de las cosas positivas que derivaron de esta pandemia, el evidenciar drásticamente la interdependencia medio ambiente-salud-economía, o bien, las dimensiones del Desarrollo Sostenible (económica-social-ambiental) que los gobiernos de los países se rehusaban a tomar con seriedad, buscando implementar políticas en cada uno de estos rubros disociadas entre sí. La pandemia ha puesto en evidencia la real y urgente necesidad de atender la visión de la Agenda 2030.

La reconstrucción que el mundo enfrente post-pandemia debe responder a nuevas formas de entender el globo y uno de los principales paradigmas a cambiar es en cuanto a la economía global. Entre las alternativas que se han instalado a nivel internacional en la agenda de los Estados Unidos y Europa se destaca la idea de un Green New Deal (GND) o Nuevo Pacto Social Verde.



Recordemos que el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt proclamó un amplio programa para combatir la Gran Depresión en la década de 1930 al cual nombró “New Deal”. Ahora, Estados Unidos y Europa adoptaron ese histórico nombre estadounidense, presentando su propio «Green New Deal» para combatir la crisis económica causada por el coronavirus. Una idea en primer momento basada en que sus gobiernos adopten una economía “verde” o sostenible.

En sus aspectos fundamentales esta propuesta plantea una profunda transformación en el modo de producción y consumo de nuestras sociedades, promoviendo cambios estructurales a nivel económico y social, con el objetivo de redistribuir la riqueza y dar respuestas a las apremiantes amenazas del cambio climático.

En coincidencia con el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, la propuesta del GND considera imprescindible revertir las causas principales de estas amenazas: la industria de los combustibles fósiles y la deforestación. De ahí el apremiante retorno de los Estados Unidos de América a los Acuerdos de París, que se dio con la llegada de Joe Biden al gobierno estadounidense.

El Green New Deal es enormemente ambicioso pues busca descarbonizar la economía a 2030, consiguiendo que se tenga un nivel cero de emisiones. Esta revolución centra sus políticas y acciones económicas de gobierno en la transición energética a energías limpias, así como en invertir en tecnologías respetuosas con el medio ambiente, apoyar a la industria para que innove, desplegar sistemas de transporte público y privado más limpios, más baratos y sanos, garantizar que los edificios sean más eficientes desde el punto de vista energético, entre otros aspectos.

En este sentido, dos consecuencias serán palpables en el mundo en los próximos años: el cambio de paradigma en empresas que busquen estar a la vanguardia modificando y reinventándose con modelos de negocios sustentables y consumidores responsables que privilegien productos cuyo diseño, producción y canales de distribución sean basados en un modelo de economía circular.

Este plan ha lanzado un reto para los demás países: los gobiernos que lideren la ampliación de una nueva infraestructura verde con cero emisiones de carbono y creen nuevas oportunidades de negocio, así como el empleo que las acompañan, se mantendrán a la vanguardia. Los demás estarán condenados.

Tendencias mundiales que los ciudadanos debemos tener en cuenta, sobre todo en un año electoral como este, en dónde hay que estar atentos especialmente en las candidatas y candidatos a diputados federales y en las visiones que oferten, pues el mundo y México ya ha vivido las consecuencias de tener en el poder a quienes creen que la crisis climática es un cuento chino y que es mejor defender la soberanía petrolera a costa de cualquier precio.

Si bien en Argentina se han comenzado a dar señales para adoptar esta tendencia y el Senado Mexicano ha comenzado a analizar una Ley de Economía Circular. La interrogante para nuestra región sigue siendo: ¿Cuándo el Green New Deal en América Latina? ¿Cuándo el Green New Deal para México y para Oaxaca?.

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