Por: Eva Bodenstedt
Akira tocó la puerta de su amiga Lola en el poblado de San Agustín Etla después de un largo viaje desde la costa hacia los Valles Centrales, en donde la amenaza del Virus maldito mantiene en semáforo naranja, ya muy cerca del rojo, a toda la población.
Al descender del transporte colectivo en donde se imaginó la amenaza existir como posible, se quitó el sombrero y se retiró el tapabocas sin tener la menor idea de que segundos más tarde, antes de que respondieran al timbre y le abrieran la puerta, pasaría la patrulla de la Policía Municipal para multarla con 200 pesos por haber tenido su boca y su nariz al descubierto, sí, como si la humanidad entera no tuviera ya la suficiente consciencia de que esa herramienta, unas más gruesas que las otras, pueden disminuir la salida o la entrada del invisible asesino que transmuta al mismo humano ya de forma demasiado delirante. ¿Será porque ante la incertidumbre del futuro, se las ingenia como sea y al costo que sea, para mantener su “estado”, en calma?
La pregunta flota en el aire con una respuesta. Sí, sucede, y de formas espeluznantes, con la sed de la sobrevivencia basada en una costumbre de consumo innecesario y absurdo en muchos sentidos. Quiere preguntarle a los guías del País, porqué ante el incremento de la miseria ya paupérrima de una nación saqueada sin misericordia, el Presidente del “gran cambio” y la mentada 4T, no sugiere que los salarios de los Diputados y Senadores baje en un por lo menos 50% para con ello generar empleos que le den de comer a la gente que está dispuesta a convertirse en Covid-19 y asesinar, antes de quedarse con las manos vacías. ¿Dónde están las propuestas creativas que den solución real a esta embestida? ¿Dónde? ¿Dónde la unión de una nación? ¿Dónde la interlocución? ¿Y a dónde por ejemplo, el destino de los 200 pesos de la multa del cubre bocas?
Desde que existe la sociedad del Homo Erectus, los Imperios se transforman y caen para darle paso a otra propuesta humana que a su vez mutará con el tiempo. Cada etapa está acompañada de manifestaciones artísticas, sociales, económicas, culturales, antropológicas, éticas, etc.., y sin duda alguna, de tragedias.
La puerta se abre, la bienvenida es dentro de las sanas distancias, calurosa, y en lugar de brindar con un espadín, se brinda con un shot de CDS, el controversial dióxido de cloro.
—Has llegado en el momento oportuno, sostén la cámara frente a mi hija y grábala explicando las consecuencias de no prevenirse en las relaciones sexuales de la adolescencia. Ha pintado en una cartulina, como lo verás, que el embarazo en esas edades de los púber, resultará en la aniquilación de sus sueños y en la necesidad de trabajar para alimentar una boquita más, que ni la debe ni la teme, y más, escucharás lo que ya sabe mi Bu sobre las infecciones de transmisión sexual, mientras, terminaré de cocinar la cena.
Akira toma el celular y sin más, saca de su bolsa el spray con el CDS diluido para no ser un posible puente de mortandades y desinfectar todo a su paso, a ella misma, a su aliento, a su alma que busca y encuentra la quietud para escuchar al otro.
Al terminar, Lola le dice que ha conseguido para la mamá de Zu, cuyas rodillas se niegan a soportar más el peso de la presión en tiempos “de cólera”, un médico que cura con una sustancia natural, misma que parece ser un milagro, o una especie de magia. Aúna que el Doctor le dijo que con una pizca de bicarbonato de sodio puesto en la lengua dos veces al día, dejarlo diluir ahí mismo, la boca y la garganta se alcalina, y que en un lugar alcalino, no existe la posibilidad de que un virus o bacteria, sobreviva.
—Me dijo que siguiera tomando mi CDS y que usara el bicarbonato también, ya como un debe de debes en esta nueva realidad que se viene encima sin que ningún líder aparezca para re-direccionar la transformación deleznable que está viviendo la sociedad del mundo entero, pero peor, la de los países en “proceso de desarrollo”.
—Claro, los llamados “tercer mundos”. Al carajo con el desarrollo, ese mismo desarrollo es el que ha intoxicado no sólo a la naturaleza, sino a las almas del ser humano, que va a terminar aniquilándose a sí mismo, si no es que ya lo ha hecho perdiendo su identidad y el verdadero motivo por el cual está vivo, convirtiéndose en un zángano que le chupa la vida al planeta.
Bu enrolla su cartulina, toma el celular, se ve a sí misma a lo largo de un minuto con cuarenta segundos, explicando la importancia de tener conocimiento de las consecuencias de un embarazo juvenil. Al final, como conclusión, ha mencionado que lo mejor, es “no tener relaciones sexuales cuando tienes tu regla”.
En el aire proyecta la imagen de un bebé no deseado, en el aire las fichas de un ser parido como resultado de un acto violento, se unen al llanto que nadie escucha. Sabe que su madre tuvo dos abortos antes que ella, uno voluntario por haber sucedido fuera de un posible núcleo familiar y cuando el sueño de su profesión apenas había nacido, y el segundo, como consecuencia de una violación. Cuando se lo explicó, le dijo:
—A lo largo de muchos años acudí a ayudas psicológicas con un Doctor llamado Luis Feder, quien comprendió y propagó que el Primer Derecho de un Ser Humano para ser traído al mundo, es ser amado y deseado por sus dos progenitores, de lo contrario, en él nacerá la violencia.
Para Bu, la violencia, aunque fuese ésta mínima, era el primer átomo del demonio. Y sin pensar más en ello, enrolló su cartulina, completó su tarea y pulsó en envío para que el Profesor recibiera su tarea. Enseguida corrió a avisarle a su mamá que el 15 se terminaban las preinscripciones a las Secundarias Públicas, y seguido, encendió para abstraerse en su nuevo mundo, las canciones de “BTS” y “Blackpink”.