VICENTE LOMBARDO TOLEDANO: EL IDILIO DE UN UNIVERSITARIO




Por: Félix Manuel Cruz*

No puedo recordar cuando fue la última vez que me desperté con tanta desesperación y fatiga, observándome a mí mismo al borde de una muerte prematura como lo hice el día de ayer, aquel recuerdo sigue plasmado en los confines de mi mente como una crónica que me será narrada por la eternidad al mismo tiempo que se convierte en un recuerdo fugaz de mi juventud.

Todavía siento cómo el denso frío de la mañana hace eco calándome los huesos mientras avanzó desplazando la espesa bruma en mi trayecto hasta un espejo para ver reflejado a quien ahora se contempla como un joven estudiante de derecho en cuya mirada no se puede apreciar más que el hambre de un cuerpo a punto de la inanición.

La clase de hambre necesaria para condenar a la persona a convertirse en lobo, siendo suficiente para empujar a los hombres justos a cometer los más bestiales actos de canibalismo. Para fortuna del individuo y la desgracia del hombre esta es la clase de hambre que no puede ser saciada por cuanta mas agua se beba o mas cabezas de ganado se devoren, porque no solo de pan vive el hombre sino también de libros, libros, muchos libros y yo me encontraba de camino a un bufé.

Mientras era transportado en mi carroza no podía hacer más que divagar respecto a los platillos que podría encontrarme en el gran palacio al que me dirigía, deleitarme con la presencia de grandes especialistas, maestros y doctores con un amplio abanico de conocimientos por ofrecer, libros y bibliotecas, pero sobre todo un enorme grupo de pensadores, una minoría selecta a la cual canibalizar.

No muy lejos de la ficción que me había formulado pude encontrar todo eso y más, no podría haber pedido mejores maestros que rebozaran del interés y la pasión por el arte que profesaban, gigantes dispuestos a quebrarnos para remodelarnos como si de arcilla se tratara, puesta a disposición de las brasas de los grandes hornos del conocimiento que se fundían en las paredes de aquella institución.



Sin embargo, fui atacado por una gran pena al darme cuenta de que el ideal que profesaba la promesa que tenía grabada en la mente de una vida como parte de una magna universidad en cuyas aulas se respirara el vigor de las leyes y el apabullante ruido de grandes lideres y oradores gritando a diestra y siniestra la palabra revolución, constitución y estudio, se había vuelto en una ficción que yo mismo me había formulado y que me dejaría hundido en una profunda soledad, la soledad de un optimista.

¿Será acaso que mis expectaciones de mí y el mundo estaban fuera de lugar? ¿Esperaba encontrarme con jóvenes doctores en el aula de los iniciados? ¿O somos los jóvenes los que hoy le fallamos a la educación?

En ese momento recordé el nombre de un ilustre personaje del que estaba leyendo a escasos metros de llegar a la facultad, un hombre que desde sus inicios en la vida política de la nación lucho constantemente por la tan ansiada labor de reconstrucción de un país que en sus propias palabras se encontraba en una situación crítica, una nación con poco mas de quince millones de habitantes y dos millones de kilómetros cuadrados, habitad de todos los climas del mundo donde yacía la bronceada raza campesina al margen del trece porciento de la tierra cultivable, Vicente Lombardo Toledano.

Sin duda alguna un apasionado del materialismo histórico que se planteó firmemente la tarea de ejercer una lucha constante por la consolidación de los derechos humanos y la justicia que era merecida por la clase obrera de la nación, iluminando a un México que estaba pasando por las horas mas oscuras de su historia frente a una población que contaba con un porcentaje de alfabetismo de no más de veinte por ciento, y aun así, logró cimentar la lucha desenfundada de los jóvenes en la construcción de la confederación obrera. Llevó las luces de del aprendizaje agrícola a través de la enmarcada lucha por la educación que erigió el fundamento de la Universidad Obrera de México y la unidad social necesaria para dar pie a la Confederación del Trabajo de México.

El día de hoy su imagen se proyecta sobre la juventud a través de los confines de la historia por medio de una enseñanza que nos muestra que aquellos que pretenden negar la genealogía del pensamiento progresista de México, son los mismos que dan siempre interpretaciones anticientíficas, y que por lo tanto se tornan falsas a la legibilidad del proceso histórico de la nación. Y son por tanto los hombres que niegan el pensamiento científico e intelectual en el desarrollo de las virtudes nacionales los únicos que pueden ser acusados de haber desviado el camino áureo de la patria bajo la imputabilidad de aquellos que por ignorancia fingen dirigirla atentando en la pena de volverse traidores.

Pero es esta nueva juventud la que actualmente presume de ser la mas progresista en todo el país, la que vislumbra el nacimiento de la modernidad que acontece a lo largo de toda la nación y que por lo tanto se vuelve provechosa de las oportunidades que a un pequeño grupo se le tienden, sin embargo, es esta misma juventud la que hoy peligra de volverse anticientífica, de abandonar los cauces del estudio que la historia bárbara y revolucionaria que México nos ha demostrado que antes que su derecho se ha vuelto su obligación y que hoy nos mira con los ojos expectantes de la aun sangrante clase obrera que nos seduce en la labor de demostrar que finalmente ha resurgido una generación que es capaz de demostrar que esta lista para la libertad, aquella para la que en tiempos antiguos aun no estuvimos preparados y de la que solo podremos hacer baluarte en la eterna tarea de apoderarnos por todos los medios de las aulas que fueron levantadas en tiempos de guerra, aferrándonos a ellas con el apetito necesario para canibalizar a toda la institución con el rigor y las bases de aquel consejo de debate que fue erigido por Vicente Lombardo Toledano, que cimentó la bases del pensamiento crítico en momentos de barbarie, haciendo emerger desde las profundidades de la funesta y agrietada tierra ejidal el grito revolucionario de la clase campesina que hoy rige a la nación y por la que es coronado como uno de los siete sabios de México.

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*Presidente juvenil del Sistema Local de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, orador, escritor, estudiante de derecho y presidente del comité juvenil de la caja popular mexicana del estado de Oaxaca.