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16 de julio de 2013

eloriente.net (Oaxaca, Oax.) 16 de julio de 2013.-«Un alimento no es sólo un alimento: tiene significado social, emocional y simbólico», señala Ernesto Barrera  en su libro Rutas Alimentarias. Una estrategia Cultural para el Desarrollo Rural Mexicano. En los últimos años, la política turística de diversos países ha mirado hacia la valoración del alimento como parte del patrimonio cultural de los pueblos, como un elemento más de su oferta turística y un valor agregado a cada destino.

En algunas provincias de Argentina, desde hace varios años se han planteado y desarrollado «rutas temáticas rurales», que permiten conocer a profundidad la riqueza de cada región, haciendo una apuesta al patrimonio y valor de cada una, así como a su identidad productiva.

En 1999, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dio financiamiento al proyecto «Rutas y Circuitos Alimentarios Argentinos», en el cual se definía que: “Una Ruta Alimentaria Argentina es un itinerario que permite reconocer y disfrutar de forma organizada el proceso productivo agropecuario, industrial y la degustación de la cocina regional, expresiones de la identidad cultural argentina”.

En el artículo Rutas Alimentarias: una estrategia de negocios inclusivos que vincula las políticas agrarias y turísticas, los autores Ernesto Barrera y Olivia Bringas Alvarado, señalan que «en el plano turístico tradicional los alimentos son concebidos como facilitadores de la experiencia turística. Sin embargo en nuestra perspectiva estos pueden concebirse como recursos turísticos ya que conforman el patrimonio de los pueblos, especialmente aquellos alimentos con identidad local, pudiendo por lo tanto, integrar con un protagonismo central los productos turísticos».

Así como en Río Negro y Neuquén en la Patagonia Argentina y en algunas provincias de España se tiene  la «Ruta del Vino», donde se considera el paisaje de los viñedos como un patrimonio que debe aprovecharse, en México se realiza desde el 2006 la Ruta del Tequila en el Paisaje Agavero. En dicho año, el BID firmó un convenio con el Consejo Regulador del Tequila (CRT), que lo convirtió en el órgano ejecutor de la Ruta.

Barrera y Brinags Alvarado exponen el propósito más profundo de las rutas alimentarias, asegurando que éste se refiere a exponer en primer plano el significado simbólico de los alimentos y mudarlos de facilitadores de la experiencia turística a recursos culturales de carácter focal.

En este sentido, la creación de La Ruta del Tequila significó una oportunidad de colaboración entre el  Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) y las pequeñas y medianas empresas de Jalisco, que tenga como objetivo el desarrollo de una región específica, lo cual genere un modelo replicable en otras partes de México y Latinoamérica.

Desarrollar más programas de turismo rural, vincular a los alimentos con el turismo de una manera integral que permita el desarrollo de este tipo de ejercicios beneficia no solo a los productores locales, sino al turismo y al crecimiento de todo un estado o país.

 

Consulta información sobre la ruta del Tequila AQUÍ.

Foto: mickou, Algunos derechos reservados