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Por RFI/Marilyne Buda

En este periodo de cuarentena, la solidaridad no siempre prevalece en Francia. Desde cartas anónimas al simple rechazo, las enfermeras y otros trabajadores sanitarios denuncian que se están convirtiendo en blanco de sospechas y hasta de acoso por vecinos y pacientes que temen contraer la COVID-19.

Cada noche a las 20 horas, en toda Francia, la gente sale a sus ventanas y balcones para aplaudir al personal médico por su papel y valentía en plena epidemia de coronavirus. Sin embargo, varias enfermeras y auxiliares médicos han tenido malas sorpresas estos últimos días al sufrir actitudes discriminatorias en su contra.

En Tolosa, Sophie, auxiliar de enfermería, descubrió un papel pegado en su puerta en el que un vecino anónimo le pedía no tocar las puertas del edificio, pasear su perro más lejos, y hasta vivir en otro lugar por un tiempo. Según dijo al canal France 3, “el miedo se está apoderando de nosotros, la gente carece de información”.

Por su parte, una enfermera de Lannion, en Bretaña, encontró en su parabrisas una nota anónima que le exigía estacionarse en un garaje y no “al lado de los demás”, por tener “más riesgos de estar contaminada por el virus”. “Tengo la sensación de ser una apestada cuando hay gente que no respeta las reglas de la cuarentena, es inaceptable”, lamentó la mujer. Ella, como otros, ha decidido esconder su identificador de enfermera.

“Ahora nos tratan como a leprosos”

Lucille, una enfermera de Vulaines-sur-Seine (sureste de París), recibió un mensaje anónimo en el buzón de su casa la semana pasada, instándola a hacer las compras fuera de la ciudad y a dejar de pasear a su perro. “Estoy furiosa. Estamos poniendo nuestras vidas en peligro para ayudar a los demás y ahora nos tratan como a leprosos”, denunció. Le envió la carta al alcalde, y este alertó a la Fiscalía que ha abierto una investigación.

Los ejemplos no faltan. Thomas Demonchaux, un enfermero del norte de Francia, destacó “la desconfianza de algunos de sus vecinos” que se devanan pensando si deberían mantener las distancias. “Incluso preguntan si he estado en contacto con pacientes de COVID-19, si me han hecho pruebas, o si estoy cansado”, indicó.

El primer ministro Edouard Philippe denunció este domingo las «palabras escandalosas» que se vierten contra los trabajadores sanitarios, a menudo también en las redes sociales.

Robos de mascarillas

Más allá del recelo, varias enfermeras que hacen visitas curas en los domicilios de los pacientes también han sido robadas.

En la ciudad costera de La Rochelle (oeste), le robaron a Claire la semana pasada una treintena de mascarillas quirúrgicas que acababa de recibir. Algo que le pareció “surrealista”. Desde entonces, “me guardo el identificador de enfermera y no dejo nada en el coche. Se ha convertido en una rutina, igual que cuando me pongo una mascarilla y me lavo las manos para proteger a mis pacientes”.

Sophie, una enfermera en Marsella a quien forzaron el auto para llevarse su identificador así como mascarillas y otros materiales protectores, siente «que hay una falta de respeto. Ya he dejado de salir por la noche para escuchar los aplausos», dice con amargura.