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14 de octubre de 2013

Por: Jaime Palau Ranz

Hablar de peloteros mexicanos en Grandes Ligas no es nada sencillo por la enorme cantidad que han llegado a participar en la conocida como gran carpa, aunque sin lugar a dudas dos de ellos han hecho una enorme diferencia, fueron la inspiración de miles de peloteros infantiles y juveniles que deseaban llegar a ser como ellos y la motivación de infinidad de fanáticos que deseaban verlos y llenaban los estadios.

Providencialmente con ambos tuve relación de niño, uno es el lanzador Fernando Valenzuela Anguamea, nacido el 1 de noviembre de 1960 en la población de Etchohuaquila, Municipio de Navojoa, en Sonora, es un año dos meses mayor que yo, así que coincidimos en un campeonato nacional infantil en la Liga Maya para doce años y menores, tiraba fuego para el pentágono desde niño, con la selección de Sonora nos ganó un juego perfecto a la de Oaxaca, el otro pelotero es Vinicio Castilla Soria, nacido en la Ciudad de Oaxaca el 4 de julio de 1967, asistimos a la misma escuela y fue compañero de clases de mi hermana Almudena, su padre, el profesor Carlos Castilla, fue mi maestro de sexto de primaria en el Instituto Carlos Gracida, una escuela de curas, donde había internado y se oficiaba misa todos los días, a los salones acudíamos una media de 20 alumnos así que nos conocíamos todos, los seis maestros de primaria habían llegado de Zacatlán de las Manzanas en el Estado de Puebla, uno de ellos fue Castilla y otro su cuñado Ricardo Soria.

El Director de la primaria era el Padre Manuel Arcusa Castellá, español de nacimiento que había adquirido el gusto por el beisbol en Cuba, ahí aprendió que la mejor manera de comunicarse con los jóvenes es promoviendo un deporte, en Cuba traen el béisbol en la sangre así que era el medio perfecto para conectar, al llegar a Oaxaca, lo primero que hizo fue buscar un terreno donde instalar un campo de pelota, el espacio se consiguió a un lado del rastro de la capital, justo donde ahora se encuentra el Parque del Amor, a un costado del Rio Atoyac, hacia Santa Anita y Xoxocotlán.

El padre Arcusa se entendió a las mil maravillas con el Profesor Castilla ya que era un gran jugador y fanático del béisbol, organizaron dos equipos, al que capitaneaba el cura se le puso el nombre de Pericos, cuyo uniforme era verde con amarillo, el que dirigía el profesor se llamaba Bravos, su franela era en color rojo.

Carlos Castilla tuvo tres hijos, los dos mayores son varones y desde pequeños les inculcó el amor por la pelota caliente, el mayor es Carlos, fuerte y alto como su padre, muy coordinado por lo tanto sabía lanzar, correr y batear con eficiencia, Vinicio es un par de años menor, siempre fue sumamente delgado, debido a que había pocos alumnos y solo dos equipos, teníamos que jugar juntos muchachos de varias generaciones distintas, de tal forma que siempre participaron en el mismo equipo los dos hermanos, el estrella por supuesto era Carlos por su poder y corpulencia, mucha gente opina que era mejor jugador que Vinicio, la realidad es que nunca fue así, es fácil comparar lo que hacía uno y otro sin analizar la diferencia de edades, cuando eres niño o joven, dos años es demasiado en cuanto a poder y habilidad.

Yo también tengo un hermano casi dos años mayor y jugué con él a todos los deportes, mi apreciación personal es que casi era una obligación para el grande ganarle al chico a como diera lugar y muchas veces a los pequeños no nos gusta perder, por lo tanto nos hacemos más competitivos sin estar conscientes de la diferencia de edad y fortaleza, por eso comprendo perfectamente a Vinicio y su desarrollo de habilidades.

Dicen que la suerte es exactamente el cruce entre la oportunidad y la preparación, cuantas personas comentan que tenían una gran habilidad para hacer algo y nunca tuvieron una oportunidad y no falta a quien le sobran oportunidades y no se sube a ninguna, cada vez que se realizaba algún torneo importante donde habría supervisores de talento, Vinicio atrapaba, tiraba con precisión, conectaba tremendos estacazos, etc. y Carlos no brillaba a pesar de tener mejor cartel, así pasó en el Istmo de Tehuantepec en un torneo o en Cuba con la Selección Amateur de México.

Fue firmado por los Saraperos de Saltillo en la Liga Mexicana para las temporadas de 1987, 1988 y 1989, sus números no son nada espectaculares, ni en producidas, ni en cuadrangulares, lo que llamaba mucho la atención era que siendo tan delgado pudiera conectar la pelota tan lejos, sobresalía contra mayor corpulencia de compañeros, basado en el seguimiento que se le venía dando y a la intuición, Jack Pierce, un ex pelotero profesional y scout, convence a los Bravos de Atlanta y lo firman para las Grandes Ligas.

En 1990 no se sabe mucho de él, juega en Ligas Menores, para 1991 y 1992 participa únicamente en algunos partidos con el equipo grande, en ambas ocasiones llegaron los Bravos a la Serie Mundial perdiéndolas, para 1993 es traspasado a los Rockies de Colorado donde comienza una gran carrera hasta llegar a convertirse en el mejor bateador mexicano en la historia con 320 cuadrangulares y 1105 producidas.

En ese año de 1993 regresó a Oaxaca y fue el invitado de honor en la inauguración de temporada de las ligas locales, tuve la oportunidad de saludarlo después de varios años ya que yo jugaba en un equipo de mucha tradición llamado los Uyuyuy, cuando lo vi, no lo reconocía, de aquel joven delgado no quedaba nada, estaba lleno de músculos, lo vi altísimo, no había manera de ahorcarlo, su cuello era como de toro, en pocos años lo habían transformado para competir al más alto nivel y poder conectarle a lanzadores como Randy Johnson cuya recta llegaba a cien millas constantemente.

En los siguientes años seguimos viéndonos, pudimos jugar squash en algunas ocasiones, rompíamos más de una pelota por sesión, yo jugaba fuerte y tenía una gran elasticidad,  pero con Vinicio no podía, tenía un alcance increíble, rapidez de piernas y una fuerza desmedida, se casó en Colorado y sigue trabajando para los Rockies, fue el capitán de la Selección Mexicana que participó en los mundiales de 2006 y 2009, ganó tres campeonatos en la Liga Mexicana del Pacífico y su número 9 ya fue retirado por los Naranjeros de Hermosillo, nadie más podrá volver a usarlo.

Eventualmente sus números serán superados y nuevos ídolos mexicanos seguirán surgiendo, solo que Vinny Castilla, como siempre fue conocido en Grandes Ligas, permanecerá como una leyenda y referencia.

Si desea contactarme favor escribir a jpr.cronicas@gmail.com

Facebook: Jaime Rafael Palau Ranz

Tweeter: @jpranz

Seguiré comentando la próxima semana.

Foto: https://www.facebook.com/pages/Vinicio-Castilla-Soria/105473436156926

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