eloriente.net

19 de noviembre de 2013

Por: Adrián Ortiz Romero

+ CNTE: el monstruo que la capital no conocía

+ Oaxaca, aislada de Federación, ¿por siempre?

En los medios informativos editados en la capital de la República no se deja de reportar que profesores oaxaqueños plantados en el Monumento a la Revolución, casi a diario llevan a cabo protestas, movilizaciones y toma de algunos edificios públicos del gobierno federal. Para la ciudadanía, los medios y el gobierno federal y de la Ciudad de México, todo esto constituye una sorpresa frente a la cual no saben cómo actuar ni cómo explicar a la ciudadanía. Parece que apenas en agosto —cuando comenzó la discusión legislativa de las leyes reglamentarias de la reforma educativa— descubrieron la Caja de Pandora que era el magisterio de Oaxaca.

En efecto, han pasado casi cuatro meses desde que comenzaron las movilizaciones del magisterio oaxaqueño en la capital de la república, y los capitalinos no pueden comprender que esas movilizaciones no se van a terminar en el corto plazo, que a los maestros no se les va a terminar el “gas” pronto, y que tampoco abandonarán su estrategia de acudir a la movilización, a la violencia, y a la barbarie si es necesario, con tal de hacerse notar. Todo eso ya existía. Pero ellos no lo sabían.

Por ejemplo, los medios y la ciudadanía en general se sigue sorprendiendo de que los maestros vayan casi a diario a protestar a las oficinas centrales de la Secretaría de Gobernación. No entienden que la Sección 22 lo hace gracias a que tiene un plantón representativo permanente; que los profesores oaxaqueños que están en la capital del país hacen esas movilizaciones porque no tienen otra cosa a qué ir a la Ciudad de México; y que además lo hacen con todo denuedo porque en la lógica magisterial participar en esas acciones constituye la acumulación de participaciones, “puntos” y méritos para luego ser recompensados por su gremio, que es quien controla las relaciones laborales de los trabajadores de la educación en Oaxaca. Para los maestros oaxaqueños el mérito laboral se gana en las calles, marchando y en las movilizaciones, y no en las aulas instruyendo con calidad a sus alumnos y preparándose académicamente para eso. Mientras esa lógica no cambie siempre habrá quien vaya y siga yendo dispuesto a todo a las movilizaciones.

En la ciudad de México tampoco alcanzan a comprender que el “gas” no se les terminará pronto a los profesores. Esto no ocurrió ni siquiera cuando les dejaron de pagar de agosto a octubre, mientras mantuvieron el paro total de labores. ¿Por qué? Porque, en primera instancia, los maestros oaxaqueños tienen un esquema perfectamente establecido de cooperación piramidal de financiamiento para sus movilizaciones. Como se supone que todos deben ir a las marchas, pero no todos lo hacen, intercalan la ayuda económica con la movilización, y así unos cooperan para que otros vayan y nutran el plantón representativo. Por eso nunca están movilizados los setenta y cuatro mil trabajadores de la educación. Pero también por eso siempre hay quien vaya, y quien lo hace tiene garantizado su transporte, comida y estancia, porque todo eso es cubierto por quienes cooperan desde Oaxaca para eso, con tal de mantener su participación sindical y de no ser ellos quienes se movilicen hasta la capital del país.

LA VIOLENCIA, ¿PARA QUÉ?

Ayer, en las páginas del periódico Excélsior, de la Ciudad de México, podía leerse un texto de Alberto Begné Guerra en el que, con bastante asombro, hablaba de la violencia demostrada por los maestros de Oaxaca en el intento por recuperar las instalaciones de una primaria en poder de sus adversarios de la Sección 59.

“Las escenas en la escuela Monte Albán, en Oaxaca —decía el articulista—, donde padres de familia, profesores comunitarios y maestros del SNTE habían asumido la responsabilidad de impartir educación a los alumnos, abandonados al inicio del ciclo escolar por los maestros de la Sección 22 de la CNTE, son un nítido reflejo de los extremos de la ilegalidad y la impunidad. Como una horda de salvajes, armados con tubos, piedras, armas blancas y, al parecer, también armas de fuego, alrededor de 300 integrantes de esta organización sindical decidieron tomar por la fuerza una escuela que, como en muchos otros casos, se había convertido en un ejemplo de la determinación de la comunidad para garantizar el derecho fundamental a la educación de sus hijos, ante la incompetencia de las autoridades para hacerlo. Muchas personas fueron heridas, entre ellas una madre que, en el afán de proteger a sus hijos y su espacio educativo, resistió el embate de los atacantes hasta ser lesionada con un machete por los responsables, ni más ni menos, de la educación de sus hijos. Resulta difícil creerlo. Pero así es.”

Sí, así es, podríamos responder quizá con resignación y preocupación, pero también con la conciencia de que eso que ocurre no es nuevo, y que sólo se conoce a escala nacional ahora que los maestros están movilizándose y siendo el centro de atención en la capital del país. Siempre lo han hecho. Siempre ha habido ese nivel de violencia si es necesario. Y también todo esto seguirá ocurriendo mientras no haya algo que cambie radicalmente la forma de concebir el control de la Sección 22 sobre la educación en Oaxaca.

Y es que los maestros están dispuestos a la violencia porque para ellos no hay de otra. Es así porque ellos asumen que sólo ellos pueden tener el control de la actividad docente en la educación básica de Oaxaca. Es una especie de “cláusula de exclusión” que se ocupa por parte de los sindicatos para tener el control de sus trabajadores y la actividad que realizan, pero llevada a una escala distinta, en la que no temen por sus consecuencias ni por la acción de la ley.

¿De qué sirve sorprenderse si, como dice Begné, de todos modos ni el gobierno federal ni el de Oaxaca harán algo para remediarlo? Eso es lo que verdaderamente debería sorprendernos. Lo tétrico es que aún con eso no existe una sola forma posible de que estas cosas cambien, ni de que la Federación haga algo más que manifestar preocupación por la situación de la entidad, pero seguir cruzada de brazos como ha estado ahora a pesar de la reforma educativa y de todos los movimientos que se han hecho para según mejorar la educación en el país.

¿Y EL CONGRESO?

Habrá que ver qué postura asume la nueva Legislatura respecto al tema magisterial. Hasta ahora no hay una sola luz, ni un solo posicionamiento al respecto. Seguir la política de la avestruz, de la LXI Legislatura, no parece buena opción.

Foto: Zócalo Sección 22 Algunos derechos reservados por Marysol

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