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31 de marzo de 2014

Mar de fondo

“El conocimiento es solo una de las representaciones  de la existencia”: José Vasconcelos

Por: Oswaldo García Criollo

Como muchos políticos oaxaqueños conocí personalmente al Lic. Luis Donaldo Colosio Murrieta, funcionario y político sonorense, economista del Tec de Monterrey con estudios  de posgrado en Europa y EU. No fui amigo de él, solo conocido, aunque siempre me dio un trato amable, trabajé con él y platicamos en varias ocasiones. Fue candidato presidencial del PRI.

Su trágica muerte está cargada de teorías. El posterior fallecimiento de su esposa Diana Laura cargó más la tragedia. No es para menos, se trató de un candidato a la presidencia de la República, gracias a la decisión personal de Carlos Salinas de Gortari, entonces Ejecutivo Federal. En este mes de marzo se cumplen 20 años de ese crimen de estado y todos los medios hacen un recuento del suceso. Surgen artículos (como éste), comentarios, análisis, teorías, conjeturas y relatos.

El escritor e historiador Enrique Krause publicó un extenso artículo en la revista Letras Libres al que llama los Idus de Marzo en clara alusión a la obra teatral relacionada con Schakespeare así como Julio Cesar el emperador romano asesinado en una conjura. Dice Krause, en el enfoque general de su juicio sobre la personalidad de Colosio, que en pocas palabras mandar no era su fuerte, no dirigía, lo gobernaban las circunstancias, detrás de su carisma y simpatía se escondía una falta de carácter, dudaba demasiado, aparentaba lo que no era, otros decidían por él y solo ratificaba lo aconsejado; tenía dudas en el ejercicio del poder, sus mensajes y discursos eran escritos por subordinados y asesores, se fijaba demasiado en los detalles, en las formas; el fondo lo rehuía, no era profundo en sus apreciaciones, le disgustaba la crítica, se cobijaba en el poder superior de otros. Pero era trabajador, cumplido, tesonero y  simpático. Algún amigo cercano lo calificaba incluso de enamoradizo. Le caía bien a hombres y mujeres, jóvenes y ancianos. Conectaba bien con los medios y estos le dieron una imagen de héroe, igual que el PRI, pero no lo es. Otro amigo mío decía que era el Pedro Infante de la política y por eso le veía buen futuro con el Presidente Salinas. Encajaba muy bien en sus planes para hacerlo Presidente e iniciar un maximato por varios sexenios. Su adversario fue  Manuel Camacho y es lo contrario. Chocante, tajante, altivo y antipático, aunque más preparado y profundo en sus juicios y opiniones. Igualmente trabajador y entregado a la función pública como Colosio, su problema de fondo era que no se dejaría mangonear por Salinas. Colosio veía a Salinas como jefe y amigo, Camacho lo veía como hermano y socio.

Me sorprende lo que dice Krause, quien a veces se pasa de protagónico, que el Presidente Salinas le haya pedido su opinión y mencionado solo tres precandidatos:  Colosio, Camacho y Pedro Aspe. Nunca se supo que este último tuviera alguna posibilidad. Tampoco se mencionó  a Zedillo, el candidato sustituto. De lo dicho por Krause destaco como lo más importante, que la decisión de Carlos Salinas de Gortari de hacer candidato presidencial a Colosio se entendió como un acto extremo de personalismo. Fue así como la cumbre de su poder la corona con la decisión más importante y trascendente, imponer al próximo presidente de los mexicanos para prolongar su mandato. Para seguir mandando como poder tras el trono. Y Colosio era la encarnación de esa meta. Colosio era una hechura de él, incluso decían que era su hijo político en contraposición al otro precandidato, Manuel Camacho, que vendría siendo su hermano político. Con este parece que traía un pacto fraterno de sucesión. Solo ellos lo saben.

Dicen los textos académicos sobre el sistema político mexicano de esa época, que éste tenía dos pilares, el Presidente y el Partido (léase el PRI) sobre los cuales descansaba su hegemonía y que el acto supremo de todo presidente era la selección de su sucesor. Decían que este acto no era unipersonal. Que era fruto de circunstancias, consultas, análisis y correlación de fuerzas para determinar quién era el “delfín” presidencial. Así venía siendo desde Obregón. Que todo sucesor no era un capricho del presidente en turno, sino una decisión consultada y pactada con las fuerzas políticas al interior del priismo y a veces tomando en cuenta los factores externos del empresariado y la buena relación con los EU. Que desde el inicio de su mandato el presidente empezaba a sopesar quien lo sucedería y de ahí la famosa teoría del “tapado”.

Si lo anterior es cierto, resulta claro que Salinas de Gortari no hizo bien la tarea final de su mandato. Decidió solo. No tomó en cuenta las circunstancias del momento, ni tomó en cuenta a los grupos que el mismo había prohijado en su sexenio. Cuando menos había cuatro: los de Camacho, Córdoba Montoya, su hermano Raúl y el propio Colosio. Atrás y abajo había otros: empresarios, banqueros, etc. Hubo dos crímenes más fatales para Salinas, el de su cuñado Francisco Ruiz Massieu y el del cardenal Posadas Ocampo. El asesinato  de Colosio jamás será aclarado en el imaginario nacional.  Según la ley el asesino solitario es Aburto y está tras las rejas.  No murió solo, con él murió el posible Salinato. Dicen que el plan era simple, dejarle la presidencia un sexenio a Colosio, dirigir un organismo internacional, reformar la Constitución y volver a ser presidente en el 2000.

 

Luis Donaldo Colosio Murrieta.

 


*El autor fue Diputado federal por Oaxaca en la LIII Legislatura del Congreso de la Unión y estuvo en la Comisión de Programación y Presupuesto presidida por el Dip. Luis Donaldo Colosio.

 

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