eloriente.net

25 de abril de 2014

Por: Said R. Casolco*

 

La cumbre de líderes de América del Norte es sinónimo de desarrollo regional y competitividad. Sin embargo, esta situación representa un gran compromiso, debido a que conforma un mercado de 450 millones de personas con necesidades claras; y con economías e inversiones productivas en donde el punto central es potencializar y generar la apertura de nuevas empresas, dar empleo local y redistribuir productos y servicios a todo el mundo.

Lo interesante no es ver al Tratado de libre Comercio como un todo; sino analizar, entender y puntualizar dónde empezar.

Es importante identificar que en términos de agricultura y de exportaciones de productos básicos no se ha avanzado. Razón por la cual es necesario identificar oportunidades y realizar propuestas para que la tecnificación y la innovación sean de realidad. Esto porque es indispensable retomar opciones para que los productores nacionales obtengan el mayor beneficio a esta posibilidad de abrir el comercio internacional.

Pero la clave no es el producto o los países, es la cadena de valor, y es por ello que las estrategias y la integración en cada región deben ser el punto sustancial.

Pero en el entorno mexicano, cuál es la oportunidad. Por qué no creer en centros de acopio o mejor llamados “agroparques”.

Los “agroparques” son la cadena de valor, en la que el círculo virtuoso va de la mano con el productor, la tecnificación, el conocimiento, y la comercialización. Obviamente, basado en características puntuales en las que el productor siempre debe de ser el que mejor capacitación técnica y experimental tenga para poder ser la clave del éxito.

En términos analíticos, si bien el producto más certero está en el alimentario ¿por qué no apostarle, si la mejor distribución y práctica de comercio está en función de la alimentaria?

Sólo bastaría revisar casos como Wal-Mart (EU), Carrefour (Francia), Schwarz UT KG (Alemania), las grandes trasnacionales líderes en innovaciones logísticas, mercadológicas, tecnológicas  y organizacionales en este sector, para entender que, el producto está en la mano del consumidor del lugar que sea y al costo que sea.

Pero comparativamente con el modelo de agroparques, que son una alternativa competitiva, los actores dentro de estas trasnacionales, que en esta caso vienen siendo los productores; su posición en la cadena de valor está inmersa en una compleja red de un modelo de negocio que se impacta por los cambios tecnológicos y logísticos,  con el objetivo de movilizar grandes volúmenes  de producto y así lograr la vinculación con los miles de proveedores y millones de clientes en el interior y en el exterior.

Aquí la pregunta que surge es ¿por qué no cambiar a diferentes canales de distribución  y escalar un mejor posicionamiento para que el mercado de alimentos en todas las regiones se optimicen para la diversificación y mejor penetración a los mercados?

La diferencia se tiene que enfocar en operaciones de procesamiento, como en el caso de deshidratación, congelación enlatado y aún más en empaques y etiquetas. Por esta razón, este modelo de comercializadora colectiva tiene que brindar el comercio justo a nivel local y nacional, porque para sus participantes es necesaria la suma de  los esfuerzos de cuatro voluntades:

  • 4% empresa productora comercializadora
  • 56% sector financiero
  • 22% proveedores de insumos, maquinaria, equipos de laboratorios y consultorías
  • 18% entidades gubernamentales y educación

En conclusión,  considero que el cambio debe de ser inmediato, el país lo necesita y será esta nueva alternativa de planeación la que determine una nueva transformación del agro, sector que en este momento ya debe de posicionarse. Igualmente es determinantes que México, sea nuevamente visionario en sus tratados de libre comercio porque aún queda la estrategia y el aprovechamiento del Mercosur y la alianza Chile, Colombia, Perú con México.

 

Foto: Wikimedia

 


*El doctor Said Robles Casolco se especializa en el área de materiales superplásticos, realizando investigaciones en materiales porosos, procesos de materiales biocompatibles y materiales cerámicos nanométricos. Cuenta con 16 patentes y dos marcas registradas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad industrial (IMPI). Es autor de publicaciones en revistas científicas indizadas y ha presentado sus desarrollos en foros internacionales. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores Nivel 1. Además, imparte cursos en las áreas de Ciencia de Materiales y Manufactura; ofrece asesorías en el área de propiedades mecánicas, diseño y evaluación de fallas, así como análisis y caracterización de materiales. Es director de tesis de licenciatura y maestría en el Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla, institución donde dirige la Maestría en Ingeniería Automotriz (MIR).

 

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