eloriente.net

19 de mayo de 2014

Por: Adrián Ortiz Romero

S. 22 intenta “lavarse la cara” con errores de IMCO

Inmorales los salarios, aún sin los yerros de estudio

Sólo tendría que faltar que el gobierno federal, o el Instituto Mexicano para la Competitividad, tuvieran que ofrecerle disculpas a la Sección 22 por la divulgación de datos sobre los elevados salarios magisteriales. Esto, que parece increíble, es lo que ahora pretende el magisterio democrático, juntos con sus patiños del IEEPO, al desmentir la información sobre los salarios millonarios de algunos maestros. A pesar de esos errores, lo que no debemos dejar de ver es que aún cuando no son salarios de 600 mil pesos mensuales, de todos modos los sueldos de muchos maestros no corresponden a su labor educativa ni a la realidad de miles en Oaxaca.

En efecto, en su edición del pasado sábado TIEMPO daba cuenta de cuatro ejemplos de salarios de profesores de la Sección 22, que sin ser el millonario salario por el que se escandalizaron los medios de la capital de la República la semana pasada, sí sobrepasan por mucho el ingreso de cualquier empleado público en Oaxaca y en todo el país. En portada, TIEMPO informaba que el secretario General de la Sección 22, Rubén Núñez Ginez, cobra 248 mil 739 pesos con 21 centavos, gracias a que cuenta con tres plazas: en dos de ellas cobra el salario correspondiente a un maestro de tiempo completo (cuarenta horas de clase a la semana), y la tercera plaza no tiene horas-clase. Su ingreso diario equivale a 130 salarios mínimos.

Pero, hay más. Su hermano, Ranulfo Manuel Núñez Ginez tiene un salario de 54 mil 216 pesos mensuales, correspondientes a una plaza que curiosamente registra cero horas de trabajo frente a grupo, pero que equivale a 28 salarios mínimos diarios. Un tercer ejemplo, el de Selvis Núñez Ríos, profesor, acumula un salario mensual de 221 mil 950 pesos, gracias a que tiene dos plazas asignadas, ambas de tiempo completo.

La primera pregunta que emerge ante los ejemplos es: ¿Cómo una sola persona puede devengar el salario correspondiente a dos plazas de tiempo completo, las cuales debieran corresponder a 80 horas de trabajo frente a grupo a la semana? Y luego vienen otras: ¿Cómo el magisterio puede asegurar que la “justicia social” no ha llegado hasta sus bolsillos cuando esos ejemplos, que los hay por miles en Oaxaca, hablan de salarios que corresponden no a un gremio oprimido, sino a una casta privilegiada que puede acceder a ingresos fabulosos en condiciones de trabajo que son también incomparables (por superiores) frente a las de otros trabajadores al servicio del Estado, que ganan menos y trabajan más para percibir su salario?

Lo peor del asunto es que si bien parece que el IMCO se equivocó al revelar cifras de maestros que al parecer no perciben las sumas mensuales que por algún error aparecen en las nóminas revisadas, esto parece ser la punta de lanza para que la Sección 22 ahora se asuma como un gremio al que sus adversarios intentan desprestigiar, pero que mantiene incólume su autoridad moral y su legitimidad. ¿Por qué es esta una falacia coyuntural que les cae del cielo pero que ahora quieren aprovechar excediendo la parte en la que verdaderamente pueden salir exculpados?

Porque el IMCO está revelando datos que, a decir de los propios maestros y gobernadores, no concuerdan con la realidad. Sin embargo, el hecho de que los datos utilizados por el IMCO no sean exactos no significa que esto sea resultado de un error metodológico de esa institución o de que lo esté haciendo con franca intención de desprestigio. Más bien, lo que deja ver es el tamaño de la incertidumbre que priva sobre la nómina educativa del país, y sobre el tamaño de los errores que asimismo podrían estarse cometiendo a la hora de pagar –e incluso de no pagar– sus salarios a los maestros.

¿A poco esto no es culpa de los gobiernos de los estados? ¿Y a poco, en el caso de Oaxaca, esto no es también corresponsabilidad de la Sección 22, que desde inicios de la década de los noventa ha cogobernado abiertamente el sector educativo con el gobierno estatal, imponiendo a toda la estructura educativa del IEEPO, excepto al director General, que es el único nombrado en facultad exclusiva por el gobernador del estado?

Prestigios y desprestigios

El IMCO es mucho más que una asociación civil de fachada para esconder intereses políticos. Como lo apuntaba el sábado en su columna Ayuda de Memoria el periodista Raymundo Riva Palacio, al IMCO lo respaldan instituciones y universidades de primer orden en Estados Unidos, y tiene apoyo y financiamiento de instituciones internacionales de gran prestigio en temas conexos a los educativos y de desarrollo. Por eso, a pesar de los cuestionamientos que se llevó por los desmentidos de la SEP y de los gobiernos estatales, al IMCO no pudieron cuestionarle que por un posible error suyo la información difundida fuera inexacta.

Sin embargo, hoy es clara la intención del magisterio, que se resiste a la reforma educativa y a medidas como el censo y el traspaso de las responsabilidades salariales de los institutos educativos estatales a la SEP, de limpiar su imagen a costa de los errores publicados. Esto en un primer momento es posible, sólo si damos como ciertos todos sus argumentos de defensa y, sobre todo, si damos también por válidas todas las afirmaciones con las que ellos pretenden justificar su postura de resistencia a los cambios constitucionales.

En ese escenario, es necesario distinguir: ¿Disculpamos a la Sección 22 por los errores del IMCO, y entonces también dejamos que pasen y continúen cuestiones como el salario millonario que recibe el dirigente de la Sección 22, su hermano, la otra profesora del ejemplo antes citado, y muchos otros maestros que no por sus esfuerzos y capacidades profesionales, sino por un favor político, perciben salarios que rebasan el decoro y la medianía que debe privar en quienes ejercen una función pública?

El censo y el recuento

El censo educativo es un primer paso porque permitió conocer, aún con sus errores, la realidad que prevalece entre los trabajadores de la educación. Pero, ahora lo que debería haber es un recuento de todos esos salarios millonarios y una revisión, no para quitarlos arbitrariamente, sino más bien para corroborar que quienes tienen ingresos importantes los devengan en trabajo administrativo o frente a grupo, y no es sólo consecuencia de favores o débitos políticos. ¿Es legítimo, por ejemplo, que Rubén Núñez gane lo que gana? Si fuera un gran maestro frente a grupo, quizá sí. Pero, todos sabemos que no lo es. ¿Entonces?

 

Foto: Sección 22

 

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