(www.eloriente.net, México, 7 de mayo de 2015. Por: Víctor López Velarde).- Después de que Disney invadiera el mercado adolescente con la mediocre “High School Musical” y la aún más insoportable “Camp Rock, FOX fue la cadena en dar el siguiente paso y estrenó una serie que si bien al momento de ser anunciada generó muchas dudas, al momento de estrenarse significó la nueva mina de oro de la prestigiosa cadena. Si aún no han adivinado de qué programa hablamos, nos referimos a GLEE, show que bueno o malo, hay que reconocer que tiene estilo propio y es totalmente innovador (atributo que sus mismos detractores le conceden).

Ese show creado por Ryan Murphy no sólo logró encandilar al público, sino que también obtuvo el visto bueno por parte de la crítica especializada, llevándola a ganar el Golden Globe por Mejor Serie-Comedia o Musical 2 años consecutivos (honor que únicamente pocas series como Sex and the City y Esposas Desesperadas han conseguido)

Claro que después de dos temporadas bastante buenas, la ilusión de haber encontrado la nueva sensación televisiva en GLEE se desvaneció en una tercera temporada que dejó bastante que desear y que provocó que los fanáticos de la serie les dieran la razón a aquellos críticos que la destrozaban constantemente.

Es ahí cuando la NBC, constante rival de la FOX, aprovechando el mayor momento de debilidad por el que atravesaba la serie de Murphy decide lanzar SMASH, propuesta que no solo logró hacerle sombra a GLEE por tener a Steven Spielberg como productor ejecutivo (aunque su mano no se nota para nada en ningún capítulo), sino porque se anunció que este show contaría con canciones originales, cosa que no sucedía en la serie de los chicos del coro muy a menudo.

Vaya que SMASH aterrizó en la parrilla televisiva haciendo ruido, aunque hay que aclarar que si bien obtuvo muy buenos niveles de audiencia, tampoco consiguió un altísimo número de espectadores como sí lo hizo GLEE en sus “días de gloria”.

A pesar de que es inevitable la comparación entre ambas series, es oportuno mencionar que lo único que comparten es el género musical, pues cada una va en busca de públicos diferentes.

El musical de por sí ya es un género que reúne a espectadores muy selectos. Así mientras GLEE va en busca de un público más juvenil, SMASH procura enganchar a una audiencia más generalizada, pero quizás un poco más adulta y seria que su aparente competidora.

Ahí es donde radica la principal diferencia entre ambos productos. Mientras que GLEE es más alocada y atrevida, siendo más arriesgada pero inaccesible para cierto tipo de público, SMASH es un tanto más “elegante” y llevadora, ya que el humor es de lo más ligth y no tan negro o “mala leche” como en la serie de Murphy.

“SMASH” bebe del musical de Broadway, por lo cual se respira un aire “100%” teatral que hace la experiencia más agradable. La trama gira precisamente en torno a la creación de una obra musical de Marilyn Monroe, es como de temática de “cine dentro del cine”, solo que esta vez es un musical dentro de un musical.

Ese show creado por la irregular Theresa Rhebeck, ya no se puede denominar como innovador y no es ni de lejos la mejor comedia televisiva del año, pero es un show que funciona bastante bien porque le da el público lo que quiere. El formato de culebrón es trasladado al género musical, pues todas las historias de los personajes se cruzan de forma hasta cierto punto telenovelezca, pero dándole dinamismo a la trama principal.

Sin embargo, después de todo uno se da cuenta que a pesar de la pobreza de la historia, lo mejor de SMASH tiene lugar cuando es la misma obra teatral la que se vuelve la absoluta protagonista del show, pues a fin de cuentas los personajes son pura utilería para enriquecer la a veces poco creativa trama. Lo mejor tiene lugar en los últimos episodios, cuando podemos apreciar lo complicado que puede ser llevar un musical a los escenarios. En estos últimos capítulos el público disfrutará morbosamente del reto que significa para los personajes sacar adelante el show a pesar de lo destrozados emocionalmente que puedan estar por la situación personal que están viviendo. En fin, en la recta final somos testigos de los pleitos entre los guionistas y el director de la obra, entre el director y la productora, entre la productora y los actores y entre los actores y los guionistas, total, un círculo vicioso que se disfruta aunque después de todo sea un culebrón aderezado con números musicales de gran calibre.

El mayor problema de este show producido por Spielberg es que a pesar de que en sí es género musical, es difícil acomodarla dentro de otro género. Comedia como tal no es, pues es simpática más no graciosa. Drama tampoco, pues no es desgarradora, tan solo es conmovedor y triste en algunos momentos. En fin, la serie es superficial en varios sentidos, pero eso no quita que sepan compensar este detalle con una maravillosa puesta en escena y un ritmo muy bien manejado.

Los números musicales y la dirección artística es de lujo y es lo que hace que en este show percibamos el espíritu de Broadway en todo momento. En verdad que los momentos musicales no tienen nada que pedirle a los que interpretan los chicos de GLEE. Las coreografías son de quitarse el sombrero y las canciones están sensacionalmente escritas, con ritmos que tararearás aún después de haber visualizado el capítulo.

Otro plus de SMASH es que a pesar de ser musical no abusa de los momentos musicales como se supone que un show con este formato debería hacer. Los personajes cantan cuando tiene que cantar, dando lugar a pocos momentos surrealistas, incluso hay capítulos en los que solo entonan una canción por episodio, por lo tanto cuando es momento de un número musical, no puedes evitar entregarte a la energía del show.

No puede terminar esta crítica sin halagar al magnífico reparto de lujo que han reunido para este programa. Desde la elegancia británica de Jack Davenport como el director del musical, la frescura de la ex American Idol, Katherine McPhee, como la debutante actriz Karen, la encantadora ganadora del Emmy, Debra Messing, como Julia (la guionista, ella es la que está a cargo de la mayor parte dramática), la musa de Quentin Tarantino, Uma Thurman “The Bride”, sorprendiéndonos con su carisma en el papel de Rebeca Duvall (un papel que le viene a dar sabor al show en el momento justo) y la ganadora del Oscar, Angelica Houston , como la productora de la obra en un rol un tanto desperdiciado (aun así se agradece la presencia escénica de la actriz).

Disfruten de SMASH sin esperar una obra maestra, sino sabiendo que van a presenciar una historia que homenajea a lo mejor del teatro musical.
Mis canciones favoritas sin duda son “The 2Oth Century Fox Mambo” y “A thousand and one nigths”

Smash

Imagen: Smash Facebook

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