#Dante2018
«Cuánto afán por renacer hay en los humanos.
Pablo Maurette, desde su cuenta de twitter @maurette79, ha convocado al mundo a leer un canto de la Divina Comedia por cada día del año. Miles han aceptado la invitación y el fenómeno avanza.
El clásico cruza por los siglos.”
(www.eloriente.net, México, a 8 de enero de 2018, por: Juan Pablo Vasconcelos @JPVmx).- Será posible reanimar a los muertos. Sacudirles de su desidia, reactivarles el corazón. Provocar que se enamoren otra vez, o quizá se alegren para ver pasar la historia de su vida a través de las aventuras de otro —de alguna manera, eso justamente es la amistad—.
Reanimarlos, hasta que su imaginación comience de nuevo el largo pero estelar camino de la creación.
Tal vez solo esto sea la muerte: una imaginación inactiva.
O tal vez no. Uno puede seguir imaginando pero solo para seguir muriendo: formas para escandalizar al vecindario; traspiés contra el poderoso; envidiables insultos contra el más aventajado de los compañeros universitarios. Lo que es peor: maneras de subyugar a tu mujer; remedios para desactivar las alarmas de los bancos; inventar ácidos para disolver cadáveres.
La imaginación de moda, por ejemplo, es aquella que busca sorprender con enfoques novedosos pero siempre cargados de un dejo amargo, como si valiera más el atravesar el dolor del mundo y solo fueran los sobrevivientes, los desafiantes, los remitidos, quienes tuvieran la autoridad única para hablar sobre la vida y sus avatares, para juzgar a todo ser en movimiento.
Pero son siempre —y aquí lo urgente— sobrevivientes inacabados, que se han quedado marcados por la herida. Mutilados.
La muerte, por todo, es una enfermedad de los vivos.
No es el cese definitivo de la respiración, el pulso suspendido, la parálisis generalizada y el tono blanquecino que se recorre de los huesos hasta la superficie de la piel. Eso puede continuar. Porque eso no es la muerte.
Pero la del hombre que asesina y por las noches de insomnio logra reconocer, tras las cortinas, la última mirada de su víctima; la mujer en cuyos labios bailan las historias de las otras mujeres de la colonia; el mandamás cuyo día transcurre entre la explotación de su gente y el conteo de las ganancias, son historias anegadas de pulsiones mortecinas.
Tal vez solo esto sea la muerte: una vida en las sombras.
#Dante2018
Por eso, cuando encontré a principios de año la iniciativa de Pablo Maurette en twitter, me resultó un bálsamo. Y no solo a mí. Millares de personas comenzaron a brotar por la red social con efusión. El fenómeno entusiasma por el hecho cultural de la relectura de Dante, pero también por ese gusto profundo y humano de pertenecer a un grupo con una meta curativa y reconfortante.
La convocatoria es leer, a partir del primero de enero, un canto de la Divina Comedia por día hasta completar los 100 que la componen. Y luego, con el ‘hashtag’ #Dante2018, ir compartiendo apuntes, notas, frases, dibujos, o todo lo relacionado con tu lectura personal, al resto de quienes siguen la dinámica en el mundo.
Un gran club de lectura, simultáneo, con innumerables expertos, iniciados, aventureros, esperanzadas, fanáticos, ingenuos, especializadas compañeras.
He visto (desde entonces) a jovencitas recitar el quinto canto en italiano, con los ojos extraviados en la poesía; impresiones de la obra en pósteres espectaculares colgados en recámaras rústicas; personas que cuentan las letras de los versos para demostrar la relevancia y simbolismo de los números en la obra; recomendaciones de apuntes de Boccaccio sobre la relación de uno de los cantos con hechos reales sucedidos en el año 1300.
Luego las paráfrasis, también las bromas, los memes, los comentarios ingeniosos, la formación de grupos en Facebook, las alusiones a la vida política, las reflexiones sobre los pecados y su práctica, o bien, sobre la gula y la sociedad de consumo.
Es fascinante una lectura sincronizada de este tamaño.
Quizá sus premonitorios fueron las lecturas en voz alta del Quijote y aún de otras obras en ferias y aniversarios, donde numerosos grupos se reunían para después comentar hallazgos en tertulias reducidas. Otros antecedentes más serían los clubes de lectura tradicionales o las redes sociales especializadas para escritores y aficionados, como Goodreads. Sin embargo, ésta que inicia en 2018 promete ser un suceso que ya luego, seguramente, producirá secuelas, otras iniciativas similares, procurará lazos perdurables.
Humanizar es reanimar
Es relevante también, entre otras cosas, porque la herramienta que utiliza (twitter) revela su otro rostro.
“La máquina la hace el hombre”, dice el clásico. De alguna manera, el ejercicio de tomar el control de la red, de su contenido, utilidad y sus capacidades de comunicación, es un gesto de inteligencia y humanidad necesario en nuestro tiempo. Más aún cuando la normalidad era otra: la red como arena movediza, autónoma, generalmente destructiva, masa amorfa violenta, productor insaciable de desechos tóxicos, herramienta de seres bajos para hacerse de fama.
La inteligencia humana toma el control de la red. La imaginación de los muertos se reanima.
(Mis notas sobre #Dante2018 las puedes consultar en @JPVmx en twitter, así como en Facebook: Juan Pablo Vasconcelos)