El Camino de Oriente




 

La Llorona

Por: Hari Rai Kaur 

Llorar como método de sanación es de gran valor.

El reprimir las lágrimas puede ocasionar gran pesar para el cuerpo y su sistema nervioso. Llorar es una limpieza que ocurre desde el fondo del cuerpo emocional. Pareciera increíble que hay quienes se vieron en algún momento de sus vidas bajo la prohibición de tan sagrado ritual. El bautizo de las mejillas que permite abrirse a un cielo más vasto.

En mi experiencia yóguica me he visto sorprendida al observarme descargar grandes lágrimas como consecuencia de alguna práctica en particular, alguna meditación o kriya como lo conocemos en Kundalini Yoga.

Un peso que no sabía de dónde provenía, un pesar, un malestar que no podía hacer consiente de pronto brotaba como el agua en una manantial, liberándome de esa presión nauseabunda. ¡Qué liberador poder llorar tan libremente! Dentro de esa práctica tan personal, tan íntima.

El llorar y el reír tienen la similitud de hacer al cuerpo vibrar, de hacerlo sacudir, temblar, el ombligo se mueve adentro y afuera, liberando presión, estrés, ansiedad.



El elemento agua, purificador, en la sangre, en los fluidos, son vehículos de energía que fluyen de manera armoniosa siempre que exista esa habilidad de girar como esa espiral áurea que observamos en los girasoles, se dice que aquello que puedes compartir es señal de puedes comprimir de manera fractal y por tanto mantener en Vida.

¿Porqué tener miedo a mostrarse vulnerables?

¿En qué momento perdimos la cercanía con el otro, con uno mismo? ¿Cómo surgió el miedo de mostrarnos tal como somos?

El reencuentro con nosotros, con el otro comienzan con una lágrima sincera de reconocimiento que somos ese fractal infinito de una gota en el océano.