(www.eloriente.net, México, 21 de diciembre 2014; por Juan José Consejo).- Sin duda el estado de Oaxaca es enormemente complejo, tanto en los aspectos naturales como sociales. Propongo para empezar diez palabras como claves o pistas para contribuir a entenderlo, y que en el texto que sigue encontrarán en negritas. Se trata de una visión personal pero intenta reflejar los conocimientos que se han ido acumulando sobre la entidad.
Riqueza. En un país de por sí megadiverso, como es México, Oaxaca es muy probablemente el estado con mayor diversidad biológica, tanto en ecosistemas como en especies de plantas y animales. Asimismo, la entidad posee una gran diversidad étnica, de nuevo la más alta del país y múltiples y variadas expresiones de la cultura. riqueza es, en efecto, un término fundamental para aproximarnos a Oaxaca.
Desafortunadamente esta riqueza natural y social se ha visto amenazada, especialmente en los últimos treinta o cuarenta años, por tendencias destructivas; Oaxaca tiene una de las tasas más elevadas de la República cambio de uso del suelo con la consecuente destrucción de ecosistemas, plantas y animales, deforestación, erosión de los suelos. Se trata de una erosión natural, pero también cultural. Los sistemas de conocimiento tradicionales van siendo sustituidos por la aplicación indiscriminada de modos de pensar y producir modernos, como ejemplos tenemos el “paquete” de la revolución verde, la producción intensiva de animales, incluyendo granjas camaronícolas, y más recientemente, transgénicos y biocombustibles. Oaxaca ha sido tradicionalmente considerada una entidad pobre, pero ahora padece una pobreza modernizada, que puede ser peor. A mi juicio, son los mismos fenómenos los que atentan contra la diversidad natural y la cultura.
Crisis. En vista de lo anterior es inevitable vincular Oaxaca con esta palabra, cuya expresión más reciente la tuvimos en 2006. Más allá del conflicto magisterial y de un gobierno estatal especialmente torpe y autoritario, es importante ver las causas profundas, que permanecen: explotación rapaz del patrimonio natural, desigualdad social y marginación, especialmente en el ámbito rural e indígena, discriminación, caciquismo. Afortunadamente las reacciones para enfrentar estos fenómenos son tradicionales y abundantes: está el movimiento ecologista ciudadano que llega a Oaxaca algo tarde, a fines de los 80, acaso marcado por la reacción ciudadana en contra de la malograda obra vial del Libramiento Norte. Está el movimiento surgido para rescatar el manejo de los bosques de la Sierra Juárez, organizado por Odrenasij, con Jaime Martínez Luna, en contra de compañías particulares como Fapatux. Está la defensa del territorio y el patrimonio natural de los chimas. Está la recientemente constituida Asamblea de los Pueblos en Defensa de la Tierra y el Territorio. Podría continuar, muy largamente, esta lista que incluye ámbitos tan variados como la permacultura y la promoción del maíz criollo, las técnicas alternativas para usar energías renovables, los movimientos bicicleteros, donde incluso caben los nuevaereros o los post-hippies. Está en fin, el movimiento zapatista de Chiapas y sus múltiples resonancias indígenas oaxaqueñas.
Ubicación. Quisiera regresar al asunto de la riqueza y sus razones, muchas de las cuales tienen que ver con el lugar donde está Oaxaca: cerca del trópico, entre los reinos Neártico y Neotrópico. Esto significa que tiene plantas y animales de origen boreal y austral. En realidad el territorio oaxaqueño ha sido puente, refugio, receptor y dispersor de muchas formas de vida durante largos periodos geológicos. Un ejemplo es la región de Uxpanapa-Chimalapas, lo que los científicos llaman refugio pleistocénico, un hábitat relativamente aislado y protegido durante las glaciaciones y que luego fue muy importante en la repoblación de Centroamérica y Norteamérica. Otra razón de la riqueza natural es la heterogeneidad espacial que le dan sus montañas: un estado muy montañoso que da lugar a una gran diversidad de climas, suelos y por lo tanto hábitats para muchos animales y plantas distintos. Por todo lo anterior es posible que a la palabra riqueza que mencioné al principio haya que añadir otra, que es la de contrastes porque todas las condiciones que he tratado de ilustrar provocan enormes contrastes naturales; en el estado tenemos lugares, como la Sierra Juárez, donde llueve más de seis metros al año y no muy lejos, a unos 200 kilómetros, la cañada de Cuicatlán donde suelen caer 30 cm. de lluvia o menos. Son grandes también las diferencias estacionales, y el período de secas es muy marcado en vastas regiones de la en
tidad. Pero los contrastes abarcan también el ámbito social. La gente en Oaxaca vive de maneras muy distintas, podemos comparar por ejemplo las comunidades indígenas remotas con las ciudades.
El mapa que reproduzco a continuación muestra, las consecuencias en términos de ecosistemas, de varias de las cosas hasta ahora abordadas: la riqueza, la ubicación, las montañas. tenemos casi todos los tipos de ecosistemas presentes en México, organizados territorialmente de una manera muy compleja y llena de contrastes.
Historia. No hay modo de acercarnos a Oaxaca si no tenemos al menos vislumbres de su pasado. A medida que avanzan las investigaciones históricas ya arqueológicas, tenemos que hacer más atrás la fecha de la aparición del hombre en su territorio, y ahora creemos que se remonta a 12 mil años, la mayor parte de ellos transcurridos de manera autónoma a otros grandes centros civilizatorios de Europa o Asia. Cuando hablamos de historia nos referimos no solamente a los abundantes vestigios arquitectónicos sino a la estrecha vinculación de los grupos humanos con un entorno natural variado y complejo. Es decir que la riqueza natural y cultural no son un mero accidente sino que se retroalimentan. El caso más conocido de interacción es el maíz —de algo más de 60 razas que hay en el país, Oaxaca tiene cerca de 30, y es probable que sea una de las cunas del maíz moderno—. Más que un descubrimiento, se trata literalmente de una creación; un sinfín de variedades criollas de maíz fueron creadas por una paciente labor de los campesinos que las fueron adaptando a prácticamente, a todas las condiciones climáticas y de suelo.
La relación entre naturaleza y sociedad, que también se llama hoy ecología cultural, no sólo es una floreciente disciplina científica sino una perspectiva muy interesante para entender Oaxaca. Nos explicamos por ejemplo que en la entidad se consuman más de 60 variedades de insectos, o los efectos de la diversificación alentada por las comunidades humanas, e incluso una forma de conservación que podría llamarse resistencia cultural: mecanismos sociales de control social vinculados al uso del territorio o a considerar, por ejemplo lugares, plantas o animales como sagrados. Aunque en términos modernos parece cosa anticuada, es muy efectiva. Finalmente otro modo de proteger riqueza es mediante el uso sustentable. desde la atalaya de la ecología cultural la pérdida de un grupo étnico, de una cultura, no sólo es grave por sí misma al cerrar una ¨ventana¨ para ver el mundo, sino que se pierde todo un bagaje de conocimientos asociado a ella.
Población. Si hubiera que resumir las características de la población en Oaxaca tendríamos que decir al menos tres cosas: su origen mesoamericano, mayoritario y diverso, que reflejan por ejemplo los cientos de idiomas que se hablan todavía en la entidad (si bien las clasificaciones convencionales distinguen solamente 16 grupos étnicos), su carácter –todavía– predominantemente rural, y el hecho de que se distribuye de una manera muy dispersa en el territorio, con la consecuencia de que tenemos más de 10 mil pueblos y cerca de 600 municipios.
A modo de epílogo de estas diez palabras clave quisiera resaltar el crucial predicamento en que nos encontramos en términos de naturaleza y sociedad. Las tres características de la población que he señalado, su carácter indígena predominante, sur ruralidad y su dispersión han sido considerados tradicionalmente problemas y signos de atraso: todavía, ser indio en Oaxaca significa discriminación y marginación: la vida en el campo no se asocia con la cultura y la dispersión se ha considerado un obstáculo para, por ejemplo la dotación de agua o electricidad o la escuela.
Quisiera proponer en cambio que esas características son patrimonio y oportunidad: el diverso origen indígena implica un colosal patrimonio de conocimientos ambientales que va a ser imprescindible en los retos ecológicos que enfrentamos; vivir en el campo significa fuertes lazos con la tierra y el agua, capacidad de producir alimentos y un tejido social más fuerte; vivir en pequeñas comunidades representa la opción de arreglos políticos de mayor autonomía y de técnicas alternativas de vivir y producir más sensatas ecológicamente.
*Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca, A.C. (INSO)
jjconsejo@hotmail.com
Foto: Archivo El Oriente
Foto Destacada en principal: Ron Mader, con licencia CC vía Flickr.
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