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3 de marzo de 2018

Por Omar Alejandro Ángel

 

A la memoria de Felicísimo Ángel Crespo
y Petra Hernández de Ángel

La puerta nunca estaba cerrada:
“Bienvenidos, bienvenidas, parientes”
era el móvil del día a día.

El discurso era siempre el mismo
aunque las palabras, esas que elegías
con plena certeza y sabiduría
de un costal lleno y curtido de agricultura,
pastizales, registros postales,
fandangos que jamás cesaban de dar vueltas,
eran un verdadero coctel que embriagaba
desde el primer sorbo a la escucha.

Tus palabras de roble, abuelo,
no tuvieron un sentido aparente en mi infancia:
nada más allá que el disfrute de una historia de
viejecitos, de esas que ya no se encuentran
tan a la vuelta de la esquina.
Disfrutar, vivir, ¡picar de flor en flor, caray!
ése era el único argumento y propósito de la vida.

Te vi una sola vez sin bigote y ahí me supe viejo:
a aquél chupamirto las alas le crecían.



Tan sólo con seis años de aprendizaje,
de ese que “en verdad vale la pena”
lograste cambiar y crear el mundo
de generaciones, de amigos, de extraños…
Y yo, con la vejez de las letras sobre mis hombros
no he logrado dirigir el mío.
Seis años, querido,
Seis años, mi viejo.
Anhelo educarme de esa manera.

Tus palabras de roble, abuelo,
resultaron todos los sentidos en los que se
desarrolla mi juventud:
el primer beso,
mi última gota de lo que jamás bebiste,
las grandes bocanadas, las brasas,
los versos que vuelan con los suspiros y
llegan al pensamiento.

La puerta nunca estaba cerrada, insisto:
quizás fuimos nosotros, esos parientes
a quienes con tanta euforia invitabas
quienes decidimos cerrarnos.

Te fuiste, como es debido,
entre aplausos y fandangos internos incesantes,
desprendiendo y adquiriendo ese disfrute que
fue tu fiel compañero.
Te fuiste, para encontrarla, para reunirte con Ella.
“Mientras yo viva la seguiré amando”, dijiste, poeta.

Hace días volví a la puerta:
el costal, aunque sin ti, seguía, expectante.
Y de ahí tomé estas palabras, abuelo,
que, aunque revueltas, a gatas,
emulan lo que el anecdótico roble caído contaba con
la simple brisa del viento.
Así, compañero,
desde esta puerta espero, siempre:
Bienvenido, bienvenida, pariente.

El autor:

Omar Alejandro Ángel Cortés

(Oaxaca de Juárez, Oaxaca, 1992) es licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa (UAM)

En el marco de sus estudios de grado, tuvo la oportunidad de ser intercambista en la Universidad Nacional de Villa María, Córdoba, Argentina, en la licenciatura en Lengua y Literatura.

Posee especial atención en la obra de Oliverio Girondo, las vanguardias hispanoamericanas y la poesía y narrativa contemporáneas. En cuanto a la creación literaria, ha participado en talleres de escritores tales como Julio Trujillo, Leonardo Da JandraRicardo Piglia y David Voloj (Argentina), principalmente.

Su trabajo poético ha sido incluido en revistas como Molino de Letras y Espora de (UDLAP). Parte de su trabajo de investigación literaria se encuentra publicado en Graffylia, Revista Destiempos, Fuentes Humanísticas y Ágora. Preparó, para Círculo de poesía, el “dossier de poesía oaxaqueña actual”, así como su traducción al inglés.

En el menú Columnistas (Arriba) puedes ver más trabajos del autor, especialmente Poemas en verso y prosa.



Omar Alejandro Ángel

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