eloriente.net

31/octubre/2014

Si hay algo que extrañamos los mexicanos fuera de nuestro país, es el sabor de nuestra comida. Y es que no basta solo con buscar ingredientes similares para nuestros guisos tan tradicionales, a menudos son necesarios los elementos propios de nuestra tierra, máxime si somos oaxaqueños y sabedores de lo que una buena tlayuda o un plato de mole es capaz de hacernos sentir.

Esta particular forma de extrañar nuestra casa, es un nicho de mercado que fue muy bien aprovechado por Francisco Aquino, originario de la Sierra Juárez, Oaxaca, quien llegó a Los Ángeles en 2001 con el objetivo de perfeccionar su conocimiento del idioma inglés, pero su visión empresarial, lo llevó a vender productos oaxaqueños del otro lado de la frontera.

A sus 23 años y cursando la carrera de administración de empresas en la UABJO, Aquino llegó a la ciudad californiana con 300 dólares y el apoyo de la institución bancaria donde realizaba sus prácticas. Para hacer dinero extra, ingresó como lavaplatos en un restaurante; del primer día recuerda: “Lavé tantos platos como nunca en mi vida”.

Poco a poco fue comprendiendo el negocio y se dio cuenta que tenía mucho por aprender. Cumpliendo sus metas a corto plazo, pasó por la cocina, el área de preparación de ingredientes y también desempeñó funciones como garrotero: “Trabajaba mucho, pero me quedaba poca propina. Si el mesero sacaba 100 dólares, a mí me daba diez”.

Franciso realizaba un esfuerzo por ahorrar, al tiempo que se planteaba dar el siguiente paso: ofrecerse para ayudar al gerente de forma voluntaria. Su formación profesional en administración le sirvió, y al poco tiempo ya era asistente de manera oficial. Cuando su jefe dejó el cargo, Aquino tomo las labores de gerente por un año.

El único puesto que le faltaba, era el de dueño y se lanzó por él: “Cuando renuncié, todos se quedaron sorprendidos”. El Nuevo Rinconcito Oaxaqueño fue el nombre que decidió darle a su primer restaurant, inaugurado en marzo de 2007. Tres años después, adquirió otro local: “Nunca me gusta quedarme donde estoy. Me gusta trabajar arduamente. Si tengo que laborar 18 horas al día lo hago; los viernes empiezo a las seis de la mañana”, afirma.

La Yalalteca, fue el supermercado que compró en 2011 y aunque oficialmente pertenece y se llama también El Nuevo Rinconcito Oaxaqueño, sus clientes ya lo tienen ubicado con el primer nombre: “Aquí tenemos chapulines, quesillos, chiles de agua y cacahuates botaneros”.

A base de sacrificio y entrega al trabajo, July Mini Market fue el último negocio agregado a la corporación, todos ubicados en Pico Boulevard. Franciso Aquino, se despide con palabras de exitoso emprendedor: “Hay quienes siempre buscan una excusa… Pero al decir, ‘no puedo’, te limita”, asegura. “Para alcanzar nuestros sueños no hay que poner barreras”.

Francisco Aquino atiende a una consumidora en el supermercado La Yalalteca

Foto: Soudi Jiménez – swjimenez@hoyllc.co

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