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Todos en algún momento cuando fuimos niños dijimos alguna mentira a nuestros mayores, ya sea a nuestros padres, abuelos, maestros o hermanos mayores. Este recuerdo si lo repensamos ahora puede generar nostalgia o risas, pero en aquel tiempo la experiencia fue muy diferente, entonces la pregunta es ¿Qué lleva a los niños a mentir?

Podemos intentar dar una respuesta utilizando la información que la psicología nos ofrece. Desde un primer punto de vista, podemos hacer referencia a lo que el modelo conductual ha explicado por mucho tiempo: el ser humano aprende a partir de la repetición de estímulos y moldea su conducta con base a condicionamientos, es decir, lo que hacemos es una respuesta de los estímulos del medio, por lo tanto, si cambiamos los estímulos cambiamos las respuestas. En este sentido Albert Bandura, explicaba su teoría como el aprendizaje por medio de la observación, o aprendizaje vicario, donde las personas aprenden diversas conductas de lo que pueden apreciar en el medio, esto es tan claro como el agua, pues los niños tienden a repetir más fácilmente aquellas cosas que hacen los adultos en lugar de lo que les dicen, pues es bien sabido que el ejemplo vale más que las palabras.

Ese es un primer enfoque para explicar porque los niños mienten, profundizando aparecen otras formas más profundas de explicación, por ejemplo la explicación de Lawrence Kohlberg que postula que el desarrollo moral implica la maduración del cerebro, el proceso cognitivo y la influencia del ambiente para que el sujeto sea partícipe y consciente de lo moral, pues mientras mayor maduración tenga una persona mayor grado de consciencia y definición de lo moral podrá manejar y vivir, dado que en edades tempranas la motivación de la conducta moral y el apego a las reglas está definida por el castigo, lo que implica mantener conductas adecuadas para evitar consecuencias negativas, conforme sucede el desarrollo, esta noción se va transformando –aunque no ocurre en todos los casos- hasta generar una perspectiva adulta que permita que la moral suceda en congruencia con valores o el bienestar de la comunidad.



 Adaptando esta perspectiva a las mentiras que los niños dicen obtenemos una visión muy interesante pues podemos apreciar que dependiendo de la etapa de desarrollo en la que se encuentren los niños así será su postura frente a las mentiras, y esto nos lleva a profundizar en cuál debe ser la postura de los padres frente a esta situación.

En términos muy claros los padres deben generar un ambiente de confianza con sus hijos para que los mismos sientan la apertura para admitir y explicar las causas de conductas que pueden ser no adecuadas, tales como no hacer la tarea, pelearse en la escuela, no obedecer a los maestros, mentir, crear chismes etc.

El gran desafío de esta premisa son las emociones pues cuando los padres identifican alguna conducta no deseada en sus hijos normalmente las emociones actúan primero, sin entender a veces que dichas emociones se pueden convertir en obstáculos para una buena comunicación, por ejemplo, si un niño jugando dentro de casa rompe algún vaso, plato o florero, y conoce de antemano como es la reacción de los padres, es muy probable que esconda la evidencia del accidente en lugar de hacerse responsable e incluso que encubra con mentiras cuando se le pregunta sobre el objeto “perdido”.

Aquí se destaca la parte de la reacción de los padres, pues el ritmo de vida genera niveles elevados de estrés y por la cantidad de factores estresantes y pendientes es común que surja cierta irritabilidad y predisposición negativa.

Entonces ¿Cómo podemos crear un ambiente de confianza con los niños? Aquí la respuesta se divide en dos partes la primera es comprender el papel de nuestras propias emociones al momento de estar con nuestros hijos, pues las emociones son reacciones automáticas que nos acompañan desde los inicios de la existencia humana cuya finalidad es asegurar la supervivencia, afortunadamente cuando comprendemos que el lenguaje es un medio para poder manejar y conducir de una forma adecuada nuestro sentir es más sencillo ser consciente de lo que estamos sintiendo al momento de estar con nuestros hijos, el punto número dos son las explicaciones pues una vez que las emociones se entienden, las explicaciones sirven para ayudar a entender al otro –los hijos- la importancia de la verdad y la aceptación de consecuencias por acciones inadecuadas.

Concretamente la idea es ser consciente de que lo que sentimos y cuáles son las explicaciones que damos a nuestros hijos son herramientas útiles para disminuir conductas no deseadas como la mentira.

Te Proyectas: Porque los niños mienten

Si esta situación te preocupa, este programa es para ti. Te Proyectas : analizando la realidad desde la psicología. Hoy con la participación de Ángel López, Creador del Sistema Guardia Escolar.