Una nueva encuesta muestra que la atención en salud mental no está adecuadamente financiada en 27 países de las Américas, mientras que nuevos datos de seis países indican que uno de cada cinco trabajadores de la salud experimenta síntomas de depresión

Washington, D.C. 5 de noviembre de 2020 (OPS) – Una nueva encuesta realizada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra que la implementación de servicios de salud mental en las Américas se está quedando rezagada en un momento en que resultan primordiales por la pandemia por COVID-19.

En una sesión informativa para la prensa sobre la pandemia por COVID-19, el subdirector de la OPS, el doctor Jarbas Barbosa, dijo: “los datos de 29 países muestran que, si bien 27 de ellos han integrado la salud mental en sus planes contra la COVID-19, solo dos cuentan con suficiente financiamiento”.

Tras señalar que los trabajadores de la salud se han visto particularmente afectados por la COVID-19, «haciendo grandes sacrificios personales y tomando decisiones sumamente difíciles en la primera línea de la respuesta a la pandemia», Barbosa aseguró que los nuevos datos preliminares de seis países muestran algunos indicios preocupantes.

«Uno de cada cinco trabajadores de salud está sufriendo síntomas de depresión. En Chile, casi uno de cada diez tiene pensamientos suicidas. Más del 75% de los trabajadores de salud están preocupados por contraer la COVID-19 y prácticamente todos están preocupados por transmitírsela a sus seres queridos», indicó, citando el estudio HÉROES, dirigido a examinar los problemas de salud mental, conductual y social que experimentan los trabajadores de la salud en Argentina, Chile, Guatemala, Perú, México y Venezuela. El estudio es un esfuerzo conjunto entre la Universidad de Chile y la Universidad de Columbia en asociación con otras instituciones.



Salud mental durante una pandemia prolongada

Barbosa subrayó que la salud mental, que está intrínsecamente vinculada a la salud física, debe seguir siendo una consideración clave a medida que se acerca el final del primer año de la pandemia.

“La COVID-19 ha interrumpido nuestras rutinas diarias, ha forzado a millones de personas a un aislamiento que lleva meses, ha devastado nuestras economías y ha causado una pérdida inimaginable de vidas. Esto nos ha sacudido a todos”, afirmó y agregó que las encuestas realizadas en varios países muestran que la pandemia ha aumentado el nivel de estrés de muchas personas, y algunos están luchando contra la ansiedad y la depresión.

Según Barbosa, «los países tampoco han podido dotar con personal suficiente a sus servicios de salud mental, por lo que la atención puede estar más fuera del alcance que nunca: la psicoterapia, el apoyo a los trastornos por abuso de sustancias psicoactivas y el acceso a los medicamentos se han visto sumamente interrumpidos y no están disponibles para muchos que los necesitan urgentemente». Asimismo, manifestó que incluso los esfuerzos para ampliar el acceso por medio de la telemedicina todavía no han logrado llegar a la mayoría de quienes lo necesitan.

«Las personas con trastornos de salud mental y por abuso de sustancias psicoactivas necesitan atención y apoyo confiables, especialmente ahora», aseveró. «Los servicios de salud mental comunitarios, que están integrados en la atención primaria de salud, son un pilar de los servicios de salud mental y resultan esenciales para garantizar que nadie se quede atrás. Se debe proporcionar apoyo donde más se lo necesita: cerca de la comunidad», indicó.

Medidas de salud pública aplanan las curvas en las Américas

El subdirector de la OPS señaló que desde el comienzo de esta pandemia, más de 20 millones de personas han contraído la COVID-19 en la región y casi 650.000 han muerto. Las Américas alberga más de uno de cada cuatro casos y un tercio de las muertes por coronavirus a nivel mundial. Además, en los últimos siete días, se notificaron casi un millón de nuevas infecciones en las Américas, lo que la convierte en una de las peores semanas que se han registrado en la región.

Si bien el número acumulado de nuevas infecciones es elevado y sigue en aumento, dijo Barbosa, «es importante recordar que la perseverancia que han mostrado muchos países en la aplicación de medidas de salud pública ha sido eficaz para aplanar la curva y proteger los servicios de salud». Chile, por ejemplo, indicó, ha logrado reducir sus tasas de infección cuatro veces desde julio. Paraguay también ha logrado reducir las tendencias desde septiembre, después de experimentar un pico de infecciones. Y aunque Uruguay ha registrado algunos conglomerados de casos, ha podido evitar la transmisión comunitaria.

“Esto pone de relieve por qué es tan importante que las autoridades locales y nacionales apliquen todas las medidas de salud pública necesarias, y por qué todos debemos seguir tomando precauciones a nivel individual: porque funcionan”, destacó el subdirector de OPS. Sin embargo, aseveró, “es imprescindible que mantengamos este esfuerzo colectivo para protegernos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y a nuestros sistemas de salud hasta que termine la pandemia”.

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