La Pirata del oriente

Por Eva Bodenstedt

En el aire, sin tanto oxígeno, la gloria

Mi intención no es promover con este escrito el beber alcohol, pero voy a ser sincera: hace una década me bebí un tequila a bordo de una nave aérea en un vuelo de Huatulco a la Cdmx y el efecto fue impresionante, la sensación que tuve era inigualable y al informarme la razón, me dijeron que debido al poco oxígeno que hay dentro del avión, el efecto del alcohol es diferente.

Recordé la película de Luc Besson “Deep Blue”, en donde sucede algo semejante, quizá, a lo de las alturas. En esta cinta, el personaje bucea sin tanque de oxígeno, y con tan sólo el aire que inhaló, se clava al fondo del mar a una profundidad tan profunda, -valga la redundancia-, que le provoca un estado tan magnífico, que en efecto, muchos buzos del deep blue, se quedan ahí, asidos a esta sensación hasta que mueren.

En el avión, en esta ocasión en la que visito el lugar en donde vacacionaba a lo largo de mi infancia, adolescencia y un poco más, necesito primero volar a la Cdmx, el puente aéreo de la República Mexicana, y me vuelvo a beber un tequila. Sin más abro mi pluma y escribo la bitácora de sensaciones acompañadas con fotografías:

Voy en el aire a Cdmx…

Me compro un tequila, me lo bebo a tu salud…

Muchas nubes en el cielo juegan en el aire desafiando la gravedad.

Son eternas en cada segundo, inasibles como usted…

Blancas, intensamente blancas.



Llanas.

Planas para despegar y aterrizar, y caprichosas para jugar con ellas a perderse en ese allá adentro…

Contigo…

Abajo la tierra… La verdad..

¿No sabías que venías tan pronto?

De haberlo sabido yo, volaba antes para verte porque tengo muchas ganas de besarte, de abrazarte, de saber a qué sabes aunque no tenga ese don de oler y sentir los sabores, los que se me escapan como las danzas aéreas de esta tarde…

Tripulación 10 mil pies, nos informa el Capitán.

Sabes, eres para mi como una parte de mi sistema, como un coral de mi arrecife… , sé que estás ahí, presente, sin estar, pero estando, en gerundio.

¿Será que algún atardecer nos tomemos de la mano, la abramos y descubramos en ella una huella que juntos queremos surcar?

Las hélices avanzan. Las grabaré la próxima vez.

El despegue fue como ver correr a una atlética en Japón hacia el caballo para saltar muy alto y girar en el aire.

¡Uno es parte de sus órganos para ejercer con ella la victoria!

Abajo aún no hay ciudad..

Lola

Amado

Roble

Sabotaje…

Quisiera poder acariciarte como allá en el fondo las nubes a las cúpulas verdes de las montañas…

Ser tu campanario…

Un pedazo de pueblo en tu vastedad…

Éste quizá es muy grande…

Tantas almas allá abajo…

Cuántas temerosas de morir por los cañones invisibles del Delta…

Ya no sé qué creer, pero no siento miedo.

Hoy no…

El sol se pinta en el horizonte, se despide sin pena, glamuroso y sencillo a la vez…

Y tú ya allá, en Mérida, entregando tu talento para seguir teniendo una razón de vivir, de estar a bordo de esta nave llamada planeta Tierra…

Tocan la campana, imagino que llaman a las aeromozas o alguien las llamó a ella..

La nave tiembla.

Atraviesa la frontera entre el arriba y el abajo de lo inasible…

No veo nada…

Quizá si, la cercanía al fondo de este viaje.

Las luces juegan a las calles y avenidas…

A ser casas y dentro de ellas hogares…

¿Será tener un día uno contigo?

Tinta tonta…

Es que las nubes sí que están ahora cerca de este abajo que ya estamos alcanzando…

Tú lo conoces, lo sabes porque vuelas, alto, libre, para vivir lo que no tiene palabras, y uno no sabe ni pretende decir…

Ya los rascacielos allá, acá abajo…

La multitud, la casa de los conejos…

Y yo solo una Alicia más en este juego de agujeros…

Estamos próximos al aterrizaje…

Cambiaré del modo avión al otro, al no avión. Y claro, todo esto saldrá de esta pantalla que tocó con mis yemas para irse como lo hacen los privados de su libertad al ver abrir las puertas de su celda.