Los candidatos que Oaxaca merece

eloriente.net

6 de junio de 2013

¿Qué candidatos o líderes merece Oaxaca? La pregunta surge porque en las campañas a presidencias municipales y diputaciones locales en marcha, somos testigos de una falta de imaginación, creatividad, argumentación y temeridad, que inclusive los más afectos a continuar los sucesos de la política pueden llegar a estados de decepción y espanto.

El márketing de los lugares comunes, la utilización de brigadas juveniles sin sentido ni mensaje, el avance de la contaminación audiovisual en todas sus formas, son muestras de ello y dan al traste con la exigencia y necesidad de los ciudadanos por líderes que hablen, trabajen y solucionen los múltiples problemas de la comunidad.

Son contadas las excepciones, entre candidatos a presidencias y a diputaciones, que han  entendido el momento histórico en el que nos encontramos, en el cual debe favorecerse la claridad, la transparencia y el mensaje directo, antes que las manidas fórmulas demagógicas de antaño.

¿Porqué no procurar campañas memorables? ¿Campañas que sean un parteaguas y un anticipo de lo que ese líder ha de procurar y lograr una vez que alcance el cargo al que se postula?

El problema es que los planteamientos iniciales de campaña son, en su mayoría, medianos, y faltos de un alcance mayúsculo, que mueva de verdad a las multitudes indecisas a corresponsabilizarse de la solución de los problemas. No hablamos por supuesto de que sean necesarias campañas espectaculares, afectas al ruido y al glamour. No. Hablamos de campañas que rescaten ciertos valores de la política y la argumentación que a lo largo de la historia han mostrado ser eficaces: sentido común, sinceridad, congruencia, liderazgo, ideas claras, soluciones precisas.

La ausencia de estas características nos ha llevado precisamente a preguntar ¿Qué tipo de candidatos se merece Oaxaca?

Aventurar una respuesta es un riesgo. Porque hay quien dirá que merecemos candidatos que continúen la tradición de pensadores y heróicos personajes de los siglos XIX y XX, como Juárez y Vasconcelos. Pero también, hay quien pueda decir que Oaxaca merece los candidatos que tiene: los de la salida fácil, la pobre argumentación, la cultura general escasa. Los mismos que siguen las fórmulas y el sistema establecido de antaño y que se presume en fotografías abiertas con cientos de personas alzando los brazos en son de victoria, aunque ninguna idea, proyecto, solución, se haya esgrimido para impulsar esos brazos en lo alto.

El problema de nuestras campañas es la simulación.

Por ello, es posible que en Oaxaca sí nos merezcamos estos candidatos, al menos hasta que no pongamos la vara más alta y se nos trate con mayor respeto; hasta que exijamos, como nos corresponde, que se presenten los planes e ideas bien estructuradas, y no mediante frases preestablecidas y vanas; hasta que decidamos que la vida pública es, al mismo tiempo, nuestra vida privada.

Es decir, hasta que nos demos cuenta que eso que sucede en las campañas y luego en los gobiernos nos concierne. Será para entonces cuando nuestra exigencia sea mayor. Para entonces, nos mereceremos mejores candidatos, mejores campañas. Porque para entonces seremos mejores ciudadanos, mejores votantes.

El votante tiene el candidato que se merece.

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